María Moya
Valladolid (España), 30 dic. Usar la naturaleza para mejorar la calidad del aire de los polígonos industriales, ayudar al tejido empresarial a reducir las emisiones de carbono y fomentar entre los emprendedores una cultura de la reutilización son sólo algunos ejemplos de la cooperación hispanolusa en materia medioambiental.
En una sociedad cada vez más urbana y concienciada con el medioambiente, es prioritario hacer de las ciudades y sus entornos espacios más verdes, sostenibles y habitables, en especial las zonas públicas y áreas residenciales.
Sin embargo, ¿qué ocurre con los espacios más “hostiles”, como las áreas industriales? El proyecto Indnatur nace bajo esta premisa.
Cofinanciado con fondos europeos a través del programa de cooperación transfronteriza Interreg España-Portugal (POCTEP), Indnatur “trata de la mejora ambiental y social” de los polígonos de Argales (Valladolid) y Cantarias (Braganza).
Así lo explica a EFE Rosario del Caz, profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Valladolid y coordinadora del proyecto, que involucra a otros seis socios a ambos lados de la Raya: el Ayuntamiento de Valladolid, el Instituto Politécnico de Braganza, la Cámara Municipal de Braganza, la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León (FPNCyL), la Agrupación Empresarial Innovadora Construcción Eficiente y la Diputación de Ávila.
RENATURALIZAR ENTORNOS INDUSTRIALES
En Argales el sistema es simple: se trata de un “corredor verde-azul” que conecta dos espacios de interés geológico del polígono: una acequia de riego y el cauce de un arroyo.
Este corredor cuenta con soluciones que “imitan o reproducen la forma en la que la naturaleza actúa”, explica Del Caz, absorbiendo CO2 y otros contaminantes e infiltrando y depurando el agua a través de sistemas denominados SUTS (sistemas de drenaje urbano sostenible).
Así, un “jardín de lluvia” y unos “aparcamientos filtrantes” recogen el agua y la filtran para que sea canalizada hacia estos dos espacios, evitando también inundaciones -antes frecuentes- en ciertas calles del polígono.
Este tipo de intervenciones, asegura Del Caz, conducen a mejoras ambientales significativas en la calidad del aire, el confort y el microclima urbano -temperatura y nivel de humedad-, la biodiversidad -tres estándares cuya evolución ha sido monitorizada desde el inicio del proyecto- y, en última instancia, también a una mejora estética.
Muestra de la acogida de esta experiencia piloto, cofinanciada por la UE, es que tendrá continuidad a través de la financiación municipal: “el Ayuntamiento, con fondos propios, va a reurbanizar ahora otras dos calles importantes del polígono”, asegura la coordinadora.
Además, ya se han interesado por Indnatur al menos dos asociaciones industriales en polígonos, una en Huesca y otra en Granada.
“La idea ahora es seguir añadiendo socios franceses” para extender la cooperación regional a la otra frontera española, concluye Del Caz.
UN TEJIDO INDUSTRIAL BAJO EN CARBONO
La cooperación ibérica también apuesta por fomentar, en el tejido empresarial, la reducción de emisiones contaminantes.
Ejemplo de ello es la iniciativa Low Carbon Innovation, “una red transregional para la prestación de servicios a pymes y emprendedores enfocada a una economía baja en carbono”, explica la responsable de Programas del Área de Innovación, Emprendedores y Pymes de la Escuela de Organización Industrial (EOI), Eva Curto.
La EOI, principal beneficiaria del proyecto, también cofinanciado por POCTEP, ha acompañado a casi 300 pymes y emprendedores a ambos lados de la frontera, junto a la Fundación Universidade da Coruña, la FPNCyL, la Agencia Regional de Energía y Medio Ambiente del Alto Miño y la Asociación para un Centro de Estudios del Desarrollo Sostenible.
Este proyecto se concibió con un doble beneficio: por una parte, que las empresas pequeñas y medianas puedan ahorrar energía y ser más eficientes a través, por ejemplo, de la integración en sus negocios de las energías renovables y, por otra, reducir las emisiones y la contaminación.
Asesorar a las pequeñas y medianas empresas a este respecto es “crucial”, incide Curto porque, en general, se suele poner el foco en las grandes corporaciones cuando se exige reducir la huella de carbono, pero la realidad es que “el tejido empresarial español está compuesto por más de un 98 % de pymes”, una cifra similar que en el conjunto del territorio europeo.
El problema radica, no obstante, en que las pymes no suelen mostrar predisposición y su interés se despierta solo si creen que les compensa -“y les compensa”, explica Curto, “porque al final al reducir la huella también se reduce dinero”- o si quienes están al frente tienen ya “una voluntad y una conciencia ambiental”.
Por ello, valora, este tipo de proyectos son “fundamentales”, porque sirven de “inspiración”.
Además, añade, la cooperación ibérica es especialmente relevante en dos países con “realidades muy parecidas a nivel de tasas de paro” o despoblación, porque para fijar población “se necesita que la gente joven en esa zona transfronteriza tenga oportunidades laborales y todo lo relacionado con la economía circular y verde puede proporcionar esas oportunidades”.
NUEVE “R” PARA INTEGRAR LA ECONOMÍA CIRCULAR EN EL EMPRENDIMIENTO
Rediseñar, reducir, redistribuir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar, reciclar y repensar son las nueve “R” que definen la economía circular, pero también la colaboración en pequeñas empresas y emprendedores a ambos lados de la Raya.
Esta cooperación se materializa en proyectos como Circular Labs, también cofinanciado en el marco de POCTEP, que nació con un objetivo muy claro: “fomentar la integración en la cultura emprendedora de la economía circular”, explica Eva Curto, de la EOI, entidad participante en este proyecto junto a la FPNCyL y otra decena de entidades de la red eurorregional del norte de Portugal, Galicia y Castilla y León.
El primer paso es llegar no solo a las zonas urbanas, sino también a los emprendedores y pequeñas empresas de ámbitos rurales. Para ello, Circular Labs puso en marcha cinco “laboratorios” urbanos en Valladolid, A Coruña, Oporto y Braganza, y otros cinco rurales, en Ávila, Salamanca, Orense y Montalegre.
La idea principal es poner a disposición de estas pymes softwares especializados en ecodiseño, tecnología de impresión 3D como impresoras o escáner, o herramientas de reparación, entre otras, para incorporar la economía circular al sector textil, agroalimentario, energético, del turismo, de la consultoría o de la movilidad.
En este contexto, Circular Labs se concibe como “un punto de encuentro” que permite a las pymes y emprendedores autoevaluarse para hacer un diagnóstico de cuál es su estado en economía circular, aportar soluciones para mejorar su gestión de los residuos y compartir buenas prácticas para poner en marcha nuevos modelos de negocio basados en estas nueve “R”, explica Curto.
Desde la elaboración de productos a partir de pistacho ecológico hasta la impresión 3D de materiales termoplásticos, pasando por la fabricación de productos compostables en los que se sustituyen los plásticos por materiales minerales, se han desarrollado experiencias de éxito a ambos lados de la frontera.
“La economía circular afecta directamente al tema energético y a la reducción de emisiones”, incide Curto, quien recuerda que “producir un pantalón vaquero nuevo genera muchísima energía y el consumo de varios miles de litros de agua”.
Por ello, considera imprescindible implantar esta “cultura” de la circularidad de forma transversal y en todo tipo de sectores y empresas -también pequeñas-, porque, al final, “todo se basa en ese círculo”.
EL PROGRAMA POCTEP
El programa de cooperación transfronteriza Interreg España-Portugal (POCTEP), que gestiona fondos regionales de la UE, lleva tres décadas impulsando proyectos de colaboración hispanoportuguesa.
En el período 2014-2020, el POCTEP financió 251 proyectos que se tradujeron en una inversión global de 484 millones de euros y, para 2021-2027, la Comisión Europea aprobó una dotación financiera de más de 320 millones de euros. EFE
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