Esta semana ve la luz un proyecto único con un planteamiento perfecto de origen. Desde el acierto de su nombre, “Almería tierra abierta”, tres palabras que lo dicen todo; continuando con su propósito humanitario como es la creación de una entidad conciliadora con vocación nacional e internacional; y acabando por el crisol de sus promotores, de diferente ideología política, que dan solidez y credibilidad. El objetivo no es otro que formalizar una Fundación sin parangón en nuestro país con fondos y un equipo de trabajo competente que ayude a la convivencia e integración de los inmigrantes que llegan a nuestra provincia. Me siento identificado y viendo el perfil de sus ideólogos es evidente que tiene muy buena pinta. Lo más difícil es sentar las bases y parece todo muy planificado y estructurado pero, no nos equivoquemos, es una camino largo y necesita la implicación de la sociedad almeriense para que no quede en una declaración de intenciones, que el propósito llegue a buen puerto y todo sea una realidad muy pronto.
Lo primero es reconocer el problema, segundo conocer su verdadero alcance y en tercer lugar aportar soluciones. Mientras haya gente que mire para otro lado o ponga paños calientes sobre la inmigración no hay nada que hacer. Almería es una provincia fronteriza con África, convivimos con muchísimas nacionalidades en nuestra rutina diaria y por todo ello es un tema relevante que hay que afrontar con delicadeza pero con firmeza al mismo tiempo. No valen medias tintas. La imagen que proyectemos al exterior es fundamental, obviamente, para nuestros intereses económicos pero más allá, la inmigración es un fenómeno social que nos afecta de pleno y cualquier iniciativa como “Almería tierra abierta” debería contar con el beneplácito y complicidad de todos los que creen en la igualdad, la diversidad y los derechos humanos.
De la puesta en escena me gusta la humildad de los convocantes. Nos decían que no vienen a erradicar un problema complejo, ya otros lo vienen intentando y saben de su dificultad pero por falta de ayuda no va a quedar; también destaco la autocrítica de reconocer que algo estamos haciendo mal y, sobre todo, me gusta ver cómo personas de gran reputación y trayectoria se juntan para poner su imagen, su tiempo y su talento al servicio de la causa. Cuando sus portavoces son Andrés García Lorca o Juan Callejón…, cuando la Universidad de Almería, el Obispado, Almería Acoge o empresarios de prestigio tan carismáticos como Paco Cosentino se reúnen para trabajar entorno a la inmigración, evidentemente, tiene que acabar en éxito. Es fundamental que los empresarios miran más allá de su cuenta de resultados, se impliquen en lo social y así “Almería tierra abierta” se puede convertir en ese foro referencial para que las nuevas generaciones continúen el trabajo de los que un día pusieron la semilla en forma de Fundación. Como periodista nos piden implicación, ya la tienen. Y la de los míos, mientras pueda. Creo que pueden contar con el apoyo unánime de los medios de comunicación cada uno en la medida de sus posibilidades. Esto es un frente común. No somos dudosos de estar muy sensibilizados con los problemas de nuestra tierra, en mi caso como experto en tratar la discriminación a través del deporte en su sentido más amplio. Me subo al barco. Aquí me tienen. Si apoyamos la plataforma Objetivo Almería AVE, la mesa del Ferrocarril, la mesa del Agua,… movimientos que aglutina el tejido empresarial, colegios profesionales y asociaciones para reivindicar la alta velocidad y el agua indispensables para el futuro económico de Almería, cómo no lo vamos a estar cuando hablamos de la dignidad humana. Adelante.