Esta semana no puedo dejar pasar la situación que se ha dado con Rayados de Monterrey. Es una situación compleja de la que derivan muchísimas aristas para el análisis.
Pongo en contexto: Monterrey marcha 14° en la Liga MX. El viernes perdió por la mínima ante el Puebla, con lo que solo suman cinco puntos en cuatro partidos. El lunes por la mañana, a las puertas del entrenamiento del equipo, un grupo de aficionados, con la prensa como testigo, se acercaron a los coches de los futbolistas. Fue captado el momento en el que abordan a Rodolfo Pizarro para exigirle su mejor nivel, recordarle que por eso fue contratado y que le están dando una oportunidad. El futbolista les dedicó unos momentos y justificó su rendimiento.
En primer lugar debo de reconocer la humildad y cercanía que demostró Rodolfo con la afición. No lo hace cualquiera, porque no tienen por qué hacerlo, mucho menos en un contexto en el que recibió insultos y hasta amenazas de parte de algunos. No nos confundamos con la frase de que ‘un futbolista se debe a su afición’ con ‘el futbolista es de la afición’.
Aunque suene contradictorio con mi argumento anterior, no podemos dejar de lado el hecho de que la afición es el principal activo de un equipo. Consumen boletos, compran las camisetas, souvenirs, siguen al equipo por televisión, pagan sistemas de televisión de paga y plataformas para ver al club. Son el principal objetivo de anunciantes y patrocinadores. Son los que mantienen vivo al equipo económica y anímicamente. Sin embargo, no son dueños del club, no pueden secuestrarlo y no pueden tratar a los futbolistas como si fueran sus empleados.
Nuevamente sonará contradictorio, pero siempre he creído que en México necesitamos ser una afición más exigente. Con nuestra liga, con nuestra selección, con nuestro fútbol. Tenemos que ser más conocedores, esperar más resultados y mejor espectáculo por la cantidad de dinero que implica el fútbol como negocio en nuestro país. Exigir no es abordar a un futbolista en su coche a cuestionarlo. Exigir es buscar un mejor sistema de competición, que repercuta en mejores resultados. Exigir es exportar más talento mexicano a las ligas más competitivas del mundo. Exigir es buscar mejores puentes entre el talento de los jóvenes y la Primera División.
El lugar de la afición está en la tribuna y eso no es poca cosa. Es el corazón del fútbol. Basta con recordar hace un año los estadios vacíos y la desolación que mostraba el juego sin las personas coreando y vibrando en sintonía con los futbolistas. No podemos desviar la labor del aficionado que es tan importante y necesaria, pero tiene que ser en sus tiempos y formas para que sea efectiva. Aquí cada quien tiene su papel y es tan trascendental como el del otro. Si todos hacen su parte, se suma, se progresa, se crece. Sobran los ejemplos de equipos o ligas que han sido rebasados por sus aficiones y los resultados son trágicos, más allá de lo deportivo, porque incluso podemos hablar de muertos.
El deporte es cíclico y si siempre ganaran los mismos, si el rendimiento no tuviera curvas mejores y peores, dejaríamos de seguirlo en dos días. Es parte del atractivo del deporte. Que no se nos olvide, es un juego. Un juego donde se juega mucho, pero un juego.