Siempre he pensado que el 90% de un atleta es la mente. Partiendo de esa primicia, me cuesta pensar en un mejor atleta que Rafa Nadal. No solo es lo hecho este fin de semana y el espectáculo físico y mental que regaló en la final. Es el tenista del circuito masculino con más Grand Slams de todos los tiempos y complica mucho la decisión de quién es el mejor deportista de la historia, porque con lo que nos ha tocado ver en todos los deportes, y esto lo digo a un día del anuncio del retiro de Tom Brady, es difícil medirse contra Nadal.
Federer publicó en redes sociales una felicitación en la que aseguró que era increíble que hace unos meses, en septiembre, para ser exacta, ambos se burlaban que estaban en muletas, y ahora Rafa estaba coronándose en otro Australian Open: “Nunca sobrestimes a un gran campeón. Tu increíble ética de trabajo, dedicación y espíritu de lucha son una inspiración para mí y para miles alrededor del mundo. Estoy orgulloso de compartir esta era contigo y honrado de jugar el rol de empujarte a conseguir más, así como tú lo has hecho conmigo durante estos 18 años”.
Federer nunca había ganado tanto ante Nadal, mostrando la clase que tiene dentro y fuera de la cancha. Porque nadie entiende lo que haces como tus colegas y nadie te admira tanto como tus rivales. Y esta es una rivalidad histórica, de cuento; tan así que Roger logró plasmar en unas pocas líneas el sentimiento de muchos.
Nunca puedes sobrestimar a un campeón, pero menos a Rafa Nadal, porque cuando ya no le da el cuerpo, la mente lo lleva hasta donde nadie imaginó. Desde 2009, llevaba cuatro finales seguidas que estaba un break arriba en el 5° set, las otras tres las había perdido. Solo para dimensionar y darle todavía más peso a lo hecho en Australia este fin de semana. La capacidad de resiliencia y de sobreponerse a situaciones adversas, a venir de atrás, recuperarse de lesiones, cirugías y circunstancias que lo han puesto más cerca del retiro que del podio ha sido una constante en la carrera de Nadal. Es admirable.
Un monstruo de este tamaño es, efectivamente, inspiración para muchos. No solo para quien quiera jugar tenis de manera amateur o profesional, sino para quien quiera abandonar o rendirse ante los problemas. Nadal es sumamente inspirador. Jugar una final más de cinco horas a los 35 años después de haber ganado todo y de cuatro cirugías y todos los problemas físicos que conllevan 20 años en lo más alto de la competición, no puede ser más que una historia alentadora, digna de contarse y admirarse.
¿Cómo se motiva quién ha ganado todo? ¿Por qué lucha un atleta histórico? ¿Cómo alimentar esa ambición y esa mente que parecer no tener límites? Nadal quiere vencer al Nadal de ayer. No se compara; se compromete, se mete. Parece salir de su cuerpo para dar físicamente hasta lo imposible. Se alimenta de la fuerza y capacidad de sus rivales a quienes obliga a subir el estándar y superarse. Por eso nada como una rivalidad deportiva, y pocas como la de Federer- Nadal, que los ha hecho ganar todo y a nosotros, disfrutar tanto.
Nadal es un espectáculo. Es la prueba viviente del poder de la mente y que está por encima del dolor, del cansancio, de la concentración, del antojo y el deseo. Es un fuera de serie. Es la prueba de que el entrenamiento hace al atleta. Un atleta tiene cuatro pilares en su vida: resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad. Rafa Nadal es un atleta en cuerpo y mente, Rafa Nadal es el atleta.