CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El comisionado de las Grandes Ligas (MLB), Rob Manfred, anunció la cancelación del día inaugural pactado para el 31 de marzo, y las primeras dos series de juegos de la temporada 2022, tras no llegar a un arreglo con el sindicato de peloteros (MLBPA) para un nuevo contrato colectivo de trabajo que venció el 30 de noviembre del año pasado.
“Si estuviera únicamente dentro de mi capacidad o la capacidad de los clubes para llegar a un acuerdo, tendríamos un acuerdo. Se necesitan ambas partes. Esperaba contra toda esperanza no tener esta conferencia de prensa en particular en la que tendré que cancelar algunos juegos de la temporada regular.
“Quiero asegurarle a nuestra afición que nuestro fracaso no se debió a la falta de esfuerzo. El calendario dicta que no podremos jugar las dos primeras series de la temporada regular y esos juegos están oficialmente cancelados”, dijo.
Esta decisión es la forma en la que la MLB ha comenzado a presionar a los peloteros quienes en caso de la cancelación de la temporada serían los grandes perdedores. El anuncio también sirve para que ante la opinión pública la MLB haga parecer que los culpables de que no haya beisbol son únicamente los jugadores.
Desde el 1 de diciembre pasado los dueños de los 30 clubes de la MLB entraron en cierre patronal, lo que significa que están detenidas todas las acciones, pero al mismo tiempo se evita que sean los jugadores los que vayan a huelga porque desde que comenzaron las negociaciones los propietarios han sido intransigentes en no conceder prácticamente ninguna de las propuestas del sindicato.
Para estas fechas ya debía haber comenzado la pretemporada y con el anuncio que hizo Manfred hoy pone contra la pared a los jugadores porque la cancelación de juegos –y en el extremo de la temporada completa– los dejaría con menos ingresos o sin cobrar el tiempo que se alargue el cierre patronal.
La última vez que se cancelaron juegos oficiales en la MLB fue en 1994, con la huelga de los peloteros que comenzó el 12 de agosto de ese año y finalizó en abril de 1995.
Durante esos meses, no se realizaron 948 juegos de temporada regular, incluidos los playoffs y Serie Mundial de 1994.
El sindicato de peloteros rechazó la última oferta de las Grandes Ligas, que prácticamente no se mueve de la propuesta inicial a la que se han aferrado desde antes de que venciera el contrato anterior.
MLB ofrece un ligero cambio en el salario mínimo de 570 mil a 700 mil dólares y aumento de 10 mil dólares por año y sin ajustes en el umbral del impuesto.
La MLBPA pide un aumento base a 725 mil dólares con incrementos anuales de 20 mil dólares durante los próximos cuatro años.
Dos temas que son importantísimos para la MLBPA que ya salieron de las discusiones: la reducción de la agencia libre de seis a cinco años y también lo relacionado el Impuesto al Balance Competitivo (CBT por sus siglas en inglés) que restringe la cantidad de dinero que un club puede utilizar para el pago de su nómina.
La MLB no se movió un ápice y lo topa en 220 millones de dólares para el primer año, lo cual significa que el equipo que se pase de esa cifra deberá pagar un impuesto. Esto se traduce en salarios más bajos para los jugadores y en reducir la contratación de agentes libres puesto que el grueso de los equipos no quiere pagar ese impuesto.
“Retrasar aún más este proceso solo pondría en riesgo los entrenamientos de primavera, el día inaugural y el resto de la temporada, y no podemos permitir que un acuerdo vencido vuelva a causar una huelga durante la temporada y una Serie Mundial perdida, como experimentamos en 1994”, mencionó Manfred en un afán por responsabilizar a los jugadores de que el beisbol esté detenido.
La MLBPA está luchando contra un monstruo que dejó crecer en los últimos tres contratos colectivos de trabajo en los que aceptaron posiciones que sólo han beneficiado a los dueños y han sido en detrimento de los salarios del grueso de los peloteros que no tienen contratos millonarios como sí los tienen un porcentaje de jugadores muy pequeño.
La MLB es una industria que genera más de 10 mil millones de dólares anuales que los jugadores aspiran a que se reparta de manera más equitativa con ellos.