Fundada en 1963 por inmigrantes italianos dedicados a la fabricación de válvulas para motores a explosión, con el tiempo la rafaelina Basso supo convertirse en proveedora de automotrices líderes como Peugeot, General Motors, Ferrari, McLaren, Mercedes Benz, John Deere, Harley Davidson, entre otros. Pero no se quedó sólo con eso. En los últimos años, a la irrupción de los autos eléctricos no la tomó como una amenaza a su negocio, sino como una gran oportunidad, y ya con la tercera generación al mando, pusieron en marcha e-motion, firma del grupo encargada de acompañar a automotrices hacia la electromovilidad.
“Mientras que en el auto a combustión lo más importante es el motor, en el eléctrico el centro está en la batería, que representa el 70% del valor del vehículo. Nos queremos enfocar en generar la ingeniería y el diseño de la misma para las automotrices”, afirmó Leonardo Basso, nieto de uno de los fundadores del grupo, en diálogo con Ecos365.
– ¿Cuándo fue que comenzaron a prestarle atención a la electromovilidad?
– En 2018 vimos un momento de auge de la Fórmula E, que en ese momento era una competencia fuerte, y fue un momento en el que las automotrices empezaron a pensar a que se dedicarían. Para nosotros, si no si hacíamos nada, este tema suponía una amenaza, pero si interveníamos, podía significar una oportunidad. En aquel entonces éramos tres jóvenes menores de 30 años los que armamos un proyecto, validamos hipótesis y presentamos todo a la junta directiva, que nos lo aprobó y le asignó recursos para empezar a trabajar en eso.
– ¿Cuál era el objetivo? ¿Dónde vieron la oportunidad de entrar en el negocio?
– De entrada nos planteamos insertarnos en el negocio con una mirada global, porque tenemos herramientas para eso, como el vínculo fuerte con clientes y proveedores del exterior, escala, capacidad logística, insumos. Empezamos a viajar a Europa, donde está la meca de la electromovilidad, visitamos clientes en los principales países y nos dimos cuenta que se trata de otro negocio: mientras que en el auto a combustión lo más importante es el motor, en el eléctrico el centro está en la batería, que representa el 70% del valor del vehículo, porque requiere de muchas cuestiones de ingeniería, voltaje, seguridad. Entonces vimos que ahí era donde podíamos hacer el aporte. El resto ya existía.
– ¿Le ven potencial a ese nicho trabajando desde Argentina, teniendo en cuenta la gran competencia internacional que hay al respecto?
– Llegamos tarde, porque en otros lugares ya estaban más desarrollados, pero como esto es algo que se está moviendo todo el tiempo, hay mucho para crecer y hacer. Con el tiempo hicimos vínculos con proveedores y potenciales clientes de Argentina, donde de a poco van apareciendo fabricantes.
Nuestra capacidad está en generar ingeniería y diseño de batería, no necesariamente en fabricarla. El valor agregado es la disposición, el layout, la arquitectura, cómo se distribuye dentro del auto, dónde lo puedo poner, cuáles son los requerimientos técnicos para operar las horas que se necesitan. Se trata de un trabajo más parecido al de un arquitecto o ingeniero que al de un industrial.
Hoy ya hemos avanzamos mucho, recibimos algún financiamiento, aportamos una batería propia de emergencia para iluminar toda la planta con energía de los tornos, y vemos que van apareciendo oportunidades de electromovilidad en el transporte público. En Argentina todavía son pocos los jugadores, aunque hay mucho apoyo del Conicet y del Inti, y mucho conocimiento en general.
– ¿Cuál va a ser el trabajo de e-Motion?
Tenemos que aportar y desarrollar servicios para quienes quieran entrar en el negocio electromovilidad. Podemos viabilizar su vehículo, adaptarlo y proveerle la batería. Somos representantes de celdas chinas en Argentina, tenemos contacto con otras francesas, la idea es ser partners en eso y a futuro reemplazar esta tecnología importada por una argentina. No es algo imposible.
Antes entrar en el negocio automotriz tenía una barrera de ingreso muy alta, no era para cualquiera, pero ahora eso ya no existe, y de hecho están apareciendo algunas fábricas de vehículos eléctricos de Argentina, como Tito en San Luis, Volt en Córdoba, entre otras. Ocurre que hoy un Tesla es más parecido a un Smartphone que a un auto, y un celular es más fácil de fabricar, por lo que se llenará de marcas eléctricas que requerirán de proveedores como nosotros.
– El gobierno nacional ya elaboró un plan de movilidad sustentable y planteó el tema, pero todavía parece estar poco desarrollada la infraestructura para comenzar ejecutarlo y hay que ver qué pasa con la demanda. En este contexto, ¿cuánto falta para que todo esto en lo que están trabajando se materialice? ¿Van a coexistir Basso y e-Motion?
– Hoy veo que Basso tiene vida para rato, porque incluso por más que se acelere la electromovilidad, por 20 años va a seguir habiendo un parque automotor tradicional al que habrá que seguir atendiendo. Por eso yo creo que vamos a terminar con dos empresas, dentro del mismo grupo, siendo e-Motion un spinoff.
Tratamos de no ser tan impacientes porque todavía estamos en fase de aprendizaje, de desarrollo, que demandará otros tres o cuatro años más. Oportunidades en el corto plazo hay, pero no son las grandes.
La idea es que a aquellas empresas que quieran meterse en electromovilidad podamos brindarles la ingeniería para eso. Traer autos ya armados de afuera generará demanda, pero también hay que fomentar que se brinden servicios acá, y para eso hace falta financiamiento. Celebro la ley que propuso el Gobierno, que es un primer paso.
– ¿Cómo está hoy Basso?
– En el marco de una situación compleja, estamos en un buen momento, porque nos estamos moviendo mucho. Con una inflación arriba del 50% y una devaluación oficial del 20%, hemos perdido competitividad. Pero seguimos vendiendo bien, invirtiendo todos los años, porque el nicho en el que nos movemos así lo demanda. Tenemos clientes de los más importantes del mundo y por eso siempre tenemos que tener lo último.
Nuestras máquinas trabajan tres turnos por día, por eso cada una vive tres años en uno. Usamos tecnología italiana, alemana, japonesa, los mejores materiales, no hay mucho margen de acción donde estamos parados. Por eso pedimos que los gobiernos tengan en cuenta nuestras necesidades. Nuestros planes son a diez años, ya tenemos vendido todo el 2023, contratos de cinco o seis años. El desafío es complejo. No pedimos ni que nos hundan ni que nos salven, sólo que nos den reglas claras para poder trabajar.