Katie Ormerod realizó un entrenamiento matutino en el Big Air Shougang, uno de los recintos que albergan los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing. Poco después, la británica se detuvo en la zona de prensa para conceder algunas entrevistas rápidas.
El tema no fue cuánto tiempo podía Ormerod pasar en el aire tras saltar con su snowboard, ni los trucos que buscaría realizar.
“Me han hecho muchas preguntas sobre el cambio climático en los Olímpicos”, dijo Ormerod, una entre varios atletas invernales que se han convertido en activistas sobre el tema. “Y creo que ello se debe especialmente a que es obvio que se está usando mucha nieve artificial para estos Juegos”.
Por doquier, los deportistas están manifestando su apoyo a causas políticas y sociales. Es parte de una oleada de activismo en el deporte que ha florecido en los últimos años desde que Colin Kaepernick, ex quarterback de los 49ers de San Francisco, comenzó a colocar una rodilla en tierra al interpretarse el himno nacional antes de los partidos, para protestar contra los abusos policiales sufridos por los negros en Estados Unidos.
Los Juegos Olímpicos no son la excepción. Ni siquiera aquí, en Beijing, donde las protestas prodemocráticas fueron aplastadas violentamente por el gobierno en la Plaza de Tiananmen en 1989 y donde casi todas las formas de desobediencia civil desatan por lo menos el rechazo del gobierno.
Quizás el ejemplo más puntual de activismo en estos Juegos es el del ucraniano Vladyslav Heraskevych. Al competir en el skeleton, Heraskevych mostró un letrero en el que aparecía la bandera de su país y el mensaje: “No a la guerra en Ucrania”, una referencia al creciente emplazamiento militar ruso que ha generado temores de un inminente conflicto militar.
“Lucho por la paz”, dijo Heraskevych.
Añadió que había planeado “mostrar al mundo su postura” desde antes de los Juegos Olímpicos.
“Estamos viendo en todo el deporte que los atletas se involucran cada vez más”, dijo Noah Hoffman, alguna vez esquiador olímpico estadounidense y miembro actual del grupo defensor de deportistas Global Athlete. “Y sí, pienso que esto sólo seguirá creciendo”.
Durante mucho tiempo, las protestas han sido restringidas por el Comité Olímpico Internacional, pero las reglas se relajaron el año pasado a fin de permitir el activismo limitado en los Olímpicos dentro del terreno de juego.
El año pasado, durante los Juegos Olímpicos de verano en Tokio, los jugadores de fútbol hincaron una rodilla en tierra como un gesto contra el racismo.
En otras competiciones, la tenista japonesa Naomi Osaka y el campeón de la Fórmula Uno Lewis Hamilton han apoyado públicamente el movimiento Black Lives Matter. Osaka ha hablado además de sus problemas de salud emocional, lo mismo que el legendario nadador olímpico estadounidense Michael Phelps.
Enes Kanter Freedom, pívot de los Celtics de Boston ha llamado la atención sobre la situación de los tibetanos y la etnia uigur en China.
Las protestas en el podio siguen prohibidas. Ello significa que es baja la probabilidad de que se repita el gesto de los puños en alto, enfundados en guantes negros, que hicieron los velocistas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de 1968 en México.
En aquella época, ambos fueron expulsados de la Villa Olímpica y suspendidos por el COI.
En Beijing, el activismo de los deportistas habría sido menor, ante los temores de lo que podrían hacer los líderes comunistas chinos para acallar las críticas contra la situación de los derechos humanos en el país.
Un funcionario del Comité Organizador de los Juegos advirtió antes de éstos: “Cualquier conducta o expresión contra el espíritu olímpico, especialmente contra las leyes y regulaciones chinas, será también sujeta de cierto castigo”.
Los organismos defensores de los derechos humanos respondieron recomendando a los deportistas que guardaran silencio mientras estuvieran en China. Mencionaron el caso de la desaparición de la tenista Peng Shuai, después de que acusó a un prominente miembro del Partido Comunista de abuso sexual.
Peng ha reaparecido públicamente después, pero ha dicho que su acusación fue malinterpretada. La semana pasada, se le vio en varios eventos en Beijing.
Natalie Geisenberger, competidora alemana en el luge, ha dicho que estaba indecisa sobre si asistiría a los Juegos, ante varias preocupaciones, incluidas las relacionadas con los derechos humanos.
Hoffman, quien estuvo en los equipos de esquí de fondo en los Olímpicos invernales de 2014 y 18, ha mantenido comunicación con un miembro actual, quien se abstiene de pronunciarse sobre temas políticos antes de volver a su nación, al considerar que “no vale la pena correr el riesgo”.
“Cuando se pide a los deportistas que lleven teléfonos distintos a los que usan habitualmente y que alquilen computadoras, saben que esto no es normal”, dijo Hoffman. “Se les ha dicho que no van a tener privacidad alguna, que todo lo que dicen será monitoreado. Así que, desde luego, no están hablando, y eso es aterrador”.