En el Foro Económico Mundial (WEF) en Davos se reflejan algunos cambios, pero menos que las buenas intenciones que se anuncian. Se daba por muerta o muy disminuida la globalización. Más bien, está transformándose. También el capitalismo, con la intervención del dinero público, obligado por la “policrisis”, la palabra de moda, que ha puesto en boga el historiador Adam Tooze para señalar la concurrencia de diversas crisis que interactúan entre sí haciendo que el resultado general sea peor que la suma de las partes. Davos intenta ser un oráculo. No suele conseguirlo.