“Yo estoy obsesionado contigo
y el mundo es testigo
de mi frenesí.
Por más que se oponga el destino
serás para mí, para mí…”.
(Obsesión, de Pedro Flórez)
Lo de Juan Carlos Osorio con la Selección Colombia es una obsesión, como el bolero. Una “perturbación anímica producida por una idea fija o recurrente”, en este caso, ser el técnico del equipo nacional. Lo ha querido desde antes de que nombraran a José Pékerman. Como lo he contado en esta misma columna, por esa época me llamó para proponerme que lo apoyara para el cargo por ser colombiano.
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Ahora, Julián Céspedes, reportero del canal Win Sports en Medellín y el Valle de Aburrá, contó en Twitter que Osorio le dijo que estaba listo para dirigir la Selección de inmediato y gratis en un comienzo, en lugar de Reinaldo Rueda. Hablé con Céspedes. Me dijo que charló con Osorio el sábado pasado durante 40 o 50 minutos antes del partido entre Rionegro y América, afuera del camerino del América en el estadio Alberto Grisales, en la zona donde los reporteros disparan preguntas a jugadores y técnicos. Céspedes era el productor de ese juego para la transmisión del canal dueño de los derechos de TV de la Liga. Le pedí que reprodujera esa charla. Y así lo hizo: “Le pregunté por la Selección, y me dijo:
–‘No solamente por los partidos que quedan …’.
–‘¿Cómo así?’ –dije.
–‘Vea: les doy un año más gratis, pa’ que vea que no es por plata’.
–‘¿Puedo decir eso…?
–‘Usted verá, dígalo si quiere’ ”.
¡Plop, recontraplop! Juan Carlos Osorio, así las cosas, no es un renegado, es un regalado.
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La obsesión de Osorio
Por su obsesión por tener el primer cargo técnico del fútbol colombiano, Osorio se pone en oferta, se autoconvierte en gangazo, en ofertazo de supermercado, en “pague 3 y lleve 4”.
No es amor a la patria, ni a la camiseta. No. Es una obsesión casi enfermiza que lo hace cometer, al menos esta vez , una grosería con Rueda, su colega.
Osorio, en cambio, obsesivo, enamorado por años de la dirección técnica de la Selección, ha sido y es ‘intenso’
Cuando yo era pelao y le contaba a mi mamá de mi enamoramiento por una muchacha, ella me decía: “Mijo: hágase desear”. Osorio, en cambio, obsesivo, enamorado por años de la dirección técnica de la Selección, ha sido y es ‘intenso’, como dicen ahora las mujeres, tanto que se ha vuelto un ‘tóxico’ con el tema: se quiere imponer a la brava. Hasta gratis.
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Antes de que llegara Carlos Queiroz a reemplazar a Pékerman, Osorio gritó que ya era el elegido, pues contaba con el respaldo del siempre influyente y poderoso segundo vicepresidente de la Federación de Fútbol, Álvaro González. Pero, en su afán, cantó su propia carta, que González tenía bajo la manga, y se tiró la mano.
Ahora, cuando Rueda está en su hora más oscura y la Selección se agarra con las uñas al filo del precipicio de la eliminación del Mundial, Osorio abre sus alas, planea sobre el equipo moribundo y se le tira en picada: se regala sin ninguna pena.
Puede que Osorio sepa mucho de fútbol. Quizás sabe demasiado, tanto que sabe a feo. ¿Se lo imaginan en las ruedas de prensa después de los partidos contra Perú, Ecuador o Paraguay quejándose porque se le defendieron, le quemaron tiempo y no lo dejaron hacer goles ni ganar? Ese ridículo lo ha hecho cada vez que ha perdido con América.
Se le olvidó que en el 2018, la México que dirigió en el Mundial le ganó a Alemania 1-0 jugando como Perú, Ecuador y Paraguay lo hicieron contra Colombia, como Cortuluá venció a su América y desató su ‘crítica santa’. ¿Ven…?
Osorio no gana nada hace siete años ni en São Paulo, Nacional y América, ni en las selecciones de México y Paraguay. Hoy no está para ser el DT de Colombia ni regalado.
Hoy, no. ¡Y quizás mañana tampoco! Así salga campeón con América y entonces sí renuncie, como también le contó a Céspedes…
GABRIEL MELUK
Editor de DEPORTES
@MelukLeCuenta
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