Recientemente en Santa Fé, una niña de 12 años murió ahorcada luego de intentar seguir el reto “blackout challenge” (o “el apagón”) de la red social Tik Tok, un desmayo auto ejercido por la falta de oxígeno. Lo mismo sucedió con otro chico en Río Negro. En un mundo donde las redes ocupan gran parte de la vida de los menores, el control parental sobre los celulares, tablet’s y computadoras se vuelve un tema cada vez más importante.
No es un dato menor el hecho de que Tik Tok, como la mayoría de las redes sociales, está diseñada para ser sumamente atractiva. Ya en su libro de 2020 Matthew Brennan, autor de “Attention Factory” (“Factoría de atención”) y especialista en tecnología, alertaba sobre cómo detrás de estas apps hay todo un equipo trabajando para volverlas adictivas. El especialista detalló que “no hay un equipo pequeño detrás” si no que se trata de “una de las mayores compañías de internet en China” que emplea “miles de personas”, las cuales son las que trabajan constantemente en mejor la experiencia de los usuarios, que acuden a las redes “para obtener entretenimiento y estatus”.
Algunos especialistas establecen una diferencia entre el “uso excesivo dependiente” y la adicción”, que incluye un comportamiento compulsivo, necesidad de estar cada vez más en contacto con la red social y hasta síndrome de abstinencia. Pero lo cierto es que, si la app ya genera dependencia en adultos, los menores están mucho más expuestos a desarrollar conductas problemáticas con estos consumos. De acuerdo a Unicef, uno de cada tres menores tiene consumos problemáticos con internet y a las redes sociales.
En el caso de Tik Tok, la app tiene una serie de sistemas y limitaciones para proteger a los usuarios más jóvenes cuando se conectan a la red social, aunque se aplica dependiendo de la edad que el usuario indique que tiene, razón por la cual es importante comprobar si los menores se registran con sus edades reales. Tik Tok le aplica limitaciones a las cuentas de usuarios entre 13 y 15 años, como volver sus cuentas privadas por defecto, es decir, que sólo las personas aceptadas por el usuario podrá acceder a los vídeos que sube a su cuenta en la red social. Tampoco pueden recibir comentarios de personas que no sean sus amigos, ni tienen activada la función de mensajes privados.
Pero para el uso de redes sociales por parte de menores y más allá de las funciones que pueden tener para proteger a los menores, también hay recomendaciones por parte de especialistas. La psicóloga especialista en niños y adolescentes, Nora Koremblit de Vinacur, miembro de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y coautora del libro “Parentalidades”, por ejemplo, la adicción de los chicos a Tik Tok o a cualquier red social se explica por factores contextuales de la etapa en la que los jóvenes entre 13 y 15 años se encuentran. “Las redes son el modo de comunicación que fácilmente utilizan en su mayoría los jóvenes. El Tik Tok es el medio más popular entre los jóvenes porque tiene una lógica inmediata con predominio de imagen y videos. Aparecen los retos virales, y puede ser difícil para los niños reconocer los que son, por ejemplo, un baile, de los que son más peligrosos. Pero el niño o adolescente está transitando un momento de sucesivos cambios en torno al armado de su identidad, y necesita del grupo y de sus desafíos para irse desarrollando, padece de una gran fragilidad emocional y muchas veces pueden normalizar y repetir conductas que pueden tornarse perjudiciales desde el punto de vista físico o psíquico”, explicó.
A la hora de la prevención, Koremblit pone el acento en la contención del núcleo familiar. “De ahí la importancia de los adultos que puedan estar atentos y acompañar frente a situaciones peligrosas, hasta que el hijo tenga capacidad y autonomía de distinguir qué no le va hacer bien”. Sin embargo, la psicóloga desaconseja la censura o prohibición del uso de redes en los menores. “No sirve como mensaje. Si el Tik Tok es el medio de comunicación entre jóvenes, el adulto tiene que acompañarlo y advertirle de los peligros, pero no coincido con censurarlo”, explica.
Por su parte, Diana Litvinoff, psicoanalista y autora del libro “El sujeto escondido en la realidad virtual”, coincide en los factores contextuales que promueven estas conductas en los más jóvenes. “En una red social existe un emisor y un receptor, y el receptor puede ser más o menos vulnerable e influenciable a la información que recibe. Los niños y adolescentes que utilizan internet pueden estar expuestos a mensajes destructivos o engañosos”, opina Litvinoff. Si bien consideran que los retos y desafíos no fueron inventados por las redes si no que “siempre existieron”, Litvinoff dice que los adolescentes deben ser advertidos de que “no necesitan exponerse a peligros para demostrar que son valiosos o valientes y para ser admitidos en un grupo, lo cual es muy importante para ellos para reasegurar su validación, pero no a cualquier costo”. Si bien Litvinoff coincide con Koremblit en no prohibir ni censurar a los menores el uso de redes, si cree en la necesidad de “cierta regulación”. Aparecen escenas divertidas, que se mezclan con estos retos y que los hacen parecer divertidos. Eso genera confusión”, opina la especialista.