Creer que ser guardavidas es un trabajo de verano fácil y divertido es, al menos, una interpretación limitada. Las horas de capacitación y las habilidades que estos profesionales deben entrenar para desarrollar su trabajo pueden ser fuente de inspiración para aquellos que deben enfrentar entornos cambiantes, lidiar con colegas, colaboradores o clientes de diferentes culturas o con diferentes comportamientos y, sobre todo, asegurando el bienestar de la organización.
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Todos los guardavidas son líderes, y esto no es algo menor. En ocasiones, se tiende a pensar que las habilidades de liderazgo solo deben ser ejercidas por quienes tienen a su cargo ciertas responsabilidades, pero no debe ser así. Todos, por elección o necesidad, asumimos roles de liderazgo en diferentes situaciones (a veces temporales) por lo que debemos adquirir y dotar a nuestros colaboradores con habilidades como las que tienen los guardavidas.
1- Entre las habilidades que estos perfiles entrenan se encuentra el trabajo en equipo. Aunque suene obvio, es parte vital de su formación. Debemos diferenciar el trabajo grupal del trabajo en equipo. Un grupo es un conjunto de personas que coordinan sus esfuerzos, mientras que un equipo se da cuando los integrantes comparten un objetivo común, es decir, existe responsabilidad individual y mutua, y el éxito o fracaso es colectivo. En el caso de los guardavidas, aprenden a trabajar en equipo con sus compañeros para realizar rescates y desarrollan habilidades para salvar vidas, como por ejemplo primeros auxilios. Más allá de la emergencia, y saber coordinar su respuesta, no se pueden desatender otros ángulos, como que las personas en el agua estén seguras. Algo similar debe entrenarse en las organizaciones, ya que en momentos de constantes cambios, nuevos desafíos o eventuales crisis, las personas deben saber cómo actuar, cuándo actuar y con quiénes hacerlo.
2- Otras de las habilidades de los guardavidas es la comunicación, fuertemente vinculada al punto anterior. No solo es importante saber comunicar en las crisis, sino también hacerlo en el devenir diario. Los guardavidas deben poder interactuar con calidez, respeto y seguridad cada vez que hablan con niños, adolescentes o adultos; deben saber hacerlo tanto para resolver consultas como para hacer cumplir las reglas o para resolver eventuales contingencias. Esta comunicación se da cara a cara, en general, sin tiempo para procesar o pensar dos veces. A veces, la situación demanda que esta comunicación sea rápida y clara (sea por radio como por señales con manos, banderas o silbatos) ya que puede existir algún riesgo inminente. Se dice que la mejor forma de planificar cómo responder a un problema o situación de riesgo es cuando este no existe, así que el entrenamiento comunicacional (especialmente ante la gran exposición de las personas en redes sociales) debe ser una habilidad para desarrollar.
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3- La responsabilidad de los guardavidas excede largamente el pago que reciben por ello, y va más allá de lo que el común de las personas observamos al verlos sentados en sus puestos o parados a la orilla del mar. Que todo esté bien es una gran responsabilidad y el objetivo principal de los socorristas. No solo deben estar alertas a cualquier cambio en la condición climática, sino en todo lo que alrededor de su puerto ocurra. Aunque los veamos y valoremos cuando actúan ante una emergencia, el saber que todo está bien debe ser digno de reconocimiento. Y esto es algo que también debemos aprender a ver en las organizaciones: tendemos a valorar a aquellos que resuelven problemas o generan ideas de negocios, pero no valoramos a quienes incansablemente operan el negocio (muchas veces detrás de escena) para que todo marche bien, como las áreas de finanzas, recursos humanos, entre otras.
4- Otra de las cualidades innegables de los guardavidas es su resistencia. No ganan lo necesario ni que se merecen, sin embargo, siguen allí. Al igual que otras fuerzas de seguridad, la resistencia para poder hace frente a la responsabilidad y exigencia física y mental versus la contraprestación monetaria, los hacen más valiosos. Difícilmente los vean quejarse cuando están en servicio de su mala paga. Difícilmente los veamos ausentarse de sus responsabilidades cuando los llama el deber. ¡Cuanto por aprender e incorporar a la cultura de las personas! ¡Cuánto por valorar en un CV perfiles con experiencias extracurriculares similares!
5- La reacción ante las emergencias es, sin dudas, un atributo fundamental. Estos profesionales se entrenan y trabajan durante años, muchas veces sin haber experimentado ningún problema, pero saben qué y cómo actuar de inmediato ante una crisis. En la actual cultura de la inmediatez, debemos aprender a valorar la formación y el entrenamiento como parte de desarrollar líderes y equipos sólidos, preparándolos para actuar ante lo imprevisto. El valor de la reacción a tiempo y de forma adecuada pude llevar minutos o pocas horas, pero detrás de eso hubo años de entrenamiento silencioso, que implicó tiempo, esfuerzo y – probablemente – algunos costos.
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6- La gestión del tiempo sigue en la lista. No se trata solo de organizar su cronograma de trabajo, sino también de cómo distribuirá su tiempo mientras esté en su puesto. Seguramente deba cumplimentar varias tareas, monitorear el mar, desarrollar actividades de vigilancia en su área de responsabilidad, entre otras. En momentos actuales de relaciones hibridas, saber a qué reunión atender y cuales dejar pasar, en qué actividad debemos invertir más tiempo y en cuales debemos aprender a procrastinar es también parte de liderar nuestra vida y equipos.
7- El rol del guardavida no se trata solamente de destreza física. También, debe desarrollar su habilidad para la resolución de problemas. Saber actuar cuando una persona está afectando el orden, o cuando un compañero de trabajo tiene otra mirada sobre una situación de emergencia requiere destreza mental para actuar rápido y de forma adecuada. Resolver problemas no es algo simple, ya que no siempre se soluciona un tema concreto objetivo, sino que entran en juego egos, percepciones, emociones, deseos e intereses que requieren dosis la razón, intuición, experiencia y mucho, mucho, de psicología.
8- Finalmente, la capacidad de observación. Ver de forma consciente lo que ocurre en su entorno, teniendo en cuenta la cantidad de personas y variables que interactúan a la vez, requiere de tanto de conocimiento como de “olfato” para saber identificar cuando alguien está en problemas o se comporta de forma peligrosa. No todos en situaciones de riesgo nos comportamos igual. En las organizaciones, especialmente en la realidad digital, existen infinidad de datos generados, pero aquellos que puedan convertirse en información para tomar decisiones, no solo requieren de inteligencia artificial, sino de capacidad humana para darle sentido y valor.
Entrenar estas habilidades de liderazgo dotará a las personas, además, de confianza, un activo que se llevarán por siempre y que trascenderá al entorno laboral.
*Por Diego Pasjalidis: ingeniero especialista en estrategias, innovación y transformación digital, autor del libro Inspiración Extrema. Director de Innovación & Negocios de Stefanini Argentina y conferencista. Miembro de la Comisión Directiva del Buenos Aires Tech Cluster.
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