Claramente influenciados por el embole que generan esos días entre la Navidad y el Año Nuevo, donde se dificultan los encuentros, el trabajo o encontrar algún show importante, me vi involucrado a un standard de las discusiones musicales. Alguien me preguntó a título de encuesta quién fue el que trajo el reggae a este brillante pero pintoresco rincón del planeta. Descreyendo que en 2022 alguien pregunte algo así en serio, me convencí cuando después de un incómodo muteado, del otro lado del aparato, el silencio sonaba más a inquietud que a final de charla.
Era en serio.
Consideré que con la respuesta el asunto quedaría concluido, sobre todo porque para mi, después de decir “qué se yo”, no considero dejar un terreno fértil para la repregunta. Pero la hubo, me empezó a indagar acerca de mi primer acercamiento al reggae, le dije que no era periodista, que no le prestaba atención a demasiadas cosas. El tipo seguía con los mensajes, que un tío de su confianza le había dicho que fue Luca Prodan con Sumo el primero, otro periodista de revista de música le comentó que fue Daniel Morano con su inolvidable programa “El Tren Fantasma” donde pinchaban discos de Bob Marley o Roland Alphonso siempre, y después Morano mismo con Alphonso S´entrega que la verdad ya tocaban reggae en Belgrano R antes que Luca llegara. Hubo quién le había comentado que uno con una disquería en Caballito tenía discos de The Skatalites en plena temporada de rock sinfónico.
Ya entregado a mi destino decidí contestarle con un alegato vibrante y personal.
Le dije que el primer reggae del que como disc jockey tengo noticias por aquí fue “Ska babadi bidu” grabado en 1971 por Donald, que un dia sorprendido de que lo pusiera en mi programa me contó una historia al respecto, de un hermano que había viajado a Jamaica y sorprendido por la música de las calles de Kingston le pidió a unos que grabaran una base y bla, bla, bla. No habrían pasado dos o tres días de su publicación en este prestigioso medio que empecé a recibir unos livianos insultos por la historia, cuestión que ya tengo cinco relatos distintos de esa canción. Ninguna comprobable, todas posibles. A esta altura creo que ni Donald mismo sabe bien cómo se hizo. Pero fue un descomunal hit que llegó hasta las canchas de fútbol.
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Por eso terminé mi respuesta al entrevistador pontificando que indagar esos orígenes era tan aburrido como inútil. El primero, el mal llamado “original”, el pionero del reggae en Argentina pudo haber sido cualquier persona, fruto de un azar poco riguroso. Alguien que ni siquiera era parte de un plan maestro que de puro pedo pinchó una canción al aire en una radio, o se llevó el disco equivocado de la disquería, quedando en la posteridad como un valiente visionario. Y solamente te avisó que venía un tsunami 3 ́ antes que tu casa entera quedara debajo de millones de litros de agua.
Quiero decir, el reggae era lo que estaba llegando, iba a llegar de todas maneras como lo hizo en todo el mundo. Quizás lo escuchaste en un programa de radio, tal vez te llamó la atención en una disquería, puede haber sido en un show de Donald o de Alphonso S´entrega, o mismo de Sumo. De cualquier manera el reggae tomaría la delantera a nivel mundial y terminaría convenciendo al mundo de su genialidad. Como la selección.
Pudiste iniciarte en la feria del Parque Rivadavia o en Cemento. Ese es asunto tuyo e intransferible. Algo tan intensamente agradable y cadencioso como el reggae fue el último cuenco donde abrevó el rock para seguir su tao de fusión.
El rock es como esas logias donde todo lo que se acerca suma. El blues, el jazz, el country, el folklore, el tango, el flamenco… ¡probamos y listo! Cualquier rítmica será sumada al mundo del rock. Bien encontrando un hueco en el orden rocker establecido o bien rompiendo algo para entrar. Los resultados son disímiles.
Por eso hoy hablar de rock es absolutamente distinto a cualquier momento del pasado. Desde sus postulados hasta su making off. El rock sabe cual es la mejor manera de persistir. Sumar valores y principios nuevos y ajenos.
Reverdecer, como decía Hamlet Lima Quintana en su “Zamba para no morir”. Ya mucho hemos hablado de los rockers generales muertos, a quienes se recuerdan y se respetan. Pero el rock, como el reggae, es más importante que las personas y los personajes. Está muy vivo, envalentonado, abierto y desprejuiciado. Pasa que es imposible observar las nuevas olas con sentidos viejos. Es como todo. Para que haya olas tiene que haber mar. Las olas van y vienen, lo que queda siempre es el mar. Como las modas. Ya lo decía Oscar Wilde, si las modas fueran importantes no las cambiarían cada seis meses. Lo importante es considerar que las nuevas olas son parte del mar.
Estamos terminando un año, uno más o uno menos depende de dónde lo estás mirando. Este año el rock argentino parece estar asomando otra vez su inmensa cabezota. Realmente ha habido hechos y obras que desconectaron el respirador.
Ya tenemos a los chicos que renovaron la propuesta, igual que en la selección, estos que conocen y respetan al Diego pero saben que no cuentan con él. Hemos disfrutado gloriosos campeonatos y humillantes derrotas, siempre vivos. Ya vendrán las nuevas.
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Quizás ya es el futuro que se presagiaba para nuestro rock, han aparecido cuando ellos quisieron tocando y componiendo lo que les sale. Para sus iguales, todos hijos de la generación del rock.
Conviviendo con los virtuosos alternativos, los que hablan menos y tocan bien, quizás con más escenario transitado, con más discos escuchados. Los que prefieren una banda al solipsismo del viaje personal. Artísticamente lejos del trap o del FMS ( Freestyle Master Series) y las batallas de gallos pero generacionalmente al lado.
Como pasaba con Juan y Juan y Pedro y Pablo, con Spinetta y Banana, con los Redondos de Ricota y Soda Stereo. Se conocían, se respetaban, comían en las mismas pizzerías y tocaban en los mismos clubes, pero para la prejuiciosa gilada estaban unos de un lado de la barricada y los otros del otro lado. Seguramente algunos debían hacer un buen negocio con la raja. Tal vez eso les servía para vender más discos. Es de esperar que estos chicos de raros peinados nuevos no caigan en los mismos estúpidos desaguisados.
Recordar eso tan oriental de que juntos somos más fuertes que separados.
También está la vanguardia eterna, inmortal, perpetua formada por esos empíreos que persisten proponiendo nuevos atajos para transitar los senderos ya conocidos. En la antigüedad, detrás de la madurez se hallaba la sabiduría, viejos sabios, nuestro Oráculo de Delfos conformado por esos que aparecieron en la segunda mitad del siglo pasado. Segunda y tercera generación de rockers que les pusieron ritmo y palabras a nuestros corazones. Sin eufemismos. Que vivieron dictaduras, revueltas sociales de todos los colores, políticas, económicas y artísticas. Campeones del mundo que a veces no pasan la primera ronda pero igual encaran. Todos conviviendo a veces sin pretender gustarse, todos en la misma ola, a veces más arriba, a veces más abajo. Todos juntos somos más fuertes que todos separados, insisto.
Este 2022 ha tenido shows impresionantes, se han encarado giras mundiales, también se han grabado discos, se ha obrado sobradamente elevado. La obra puede ser un disco, un video, o un disco entero con video ad hoc. Cada tema una peliculita. YouTube mediante, un lindo intento de 360º musical.
Es lo realizado por Nafta, un grupo de jóvenes alejándose del rock más tradicional, pero bien inmersos en las atmósferas del neo soul como acá jamás se llegó.
Hace un par de años que están llenando teatros, con una propuesta escénica que da gusto ajeno, han abierto del todo la gesta de Willy Crook en busca del buen gusto y refinados placeres. A Will le daba por cantar en inglés, Nafta canta en castellano, digamos que eso suma hoy.
Otro que tiene obra nueva es Dante Spinetta, funky soul porteño, groso. Dante además de cantautor es un guitarrista exquisito, de la mejor escuela. Un gran debut como solista fue “Elevado” hace exactamente 20 años, brillan siempre con Emmanuel Horvilleur en Illya Kuryaki & the Valderramas. Tiene nuevo álbum llamado Mesa Dulce, donde grabó el tema de lanzamiento “Sudaka” con Trueno, que nació poco después o poco antes del lanzamiento de Elevado, hace también entonces 20 años.
Trueno es un rapper con sede en YouTube, con millones de seguidores. Oriundo de La Boca, barrio siempre presente en sus canciones y en sus videos. Canciones que lo llevaron a ser nominado como mejor artista latinoamericano en los MTV Europe Music Awards. Llenó unos cuantos Luna Park, compartió show con su amigo Duki, creo que estuvo presente en los 4 recitales con los que Duki llenó Velez.
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De todas maneras los estadios llenos no parecen ser complejos para esta generación, vale como ejemplo lo de Clara Cava que tiene un disco llamado “Azul es donde siempre estoy”, donde canta un tema que se llama “Me pido perdón”, que le alcanzó para ser una de las elegidas como telonera de Coldplay en sus shows en River Plate.
Mientras llenaban estadios en toda Latinoamérica casi en los mismos días Los Pericos, que subidos a su disco de 2022 “Viva Pericos”, una andanada de canciones ajenas en inmejorables versiones reggae, mantienen su vigencia inoxidable con shows que dejan al público satisfecho y relajado, como un buen Malbec. A propósito, Juanchi Baleirón no deja tampoco premio internacional en el estante con su creación Malbecaster, un vino buenísimo.
El reggae también está bastante presente, aunque no excluye nada, en el disco que está por aparecer en cualquier momento de Sergio Nacif y los Hombres Golpeados. Le pregunté por ese nombre medio polémico hoy y me dijo “bueno, pueden ser alpinistas”. Los Golpeados son Nacif ex Alphonso S´entrega, Kubero Diaz leyenda vital del rock argentino, Daniel Saralegui en bajo y Juan Rodriguez ex Sui Generis en batería. no para de crecer este nuevo intento de Sergio Nacif, autor de “Barrio Chino” y “El Manisero”, enormes hits de Alphonso.
Otro gran disco de este año es “Le Big Blue” de Bandalos Chinos, grupo de Beccar de los más convocantes y respetados de la nueva escena. Tienen más de una década juntos compartiendo escenarios con Virus y con Nicki Nicole. Psicodelia y gran producción hacen de “Le Big Blue” una obra que marcará una época en el futuro, sin dudas. Nicki Nicole es de la cosecha que nos dió a Wos, que tiene como invitado recurrente en sus presentaciones nada menos que a Ricardo Mollo, quien le profesa cierta devoción al pibe.
En lo personal me gustan mucho, demasiado: Louta, ver a este chico en vivo es una experiencia casi sensorial, canta bien, compone mejor, y Ud. Señalemelo, mendocinos con un par de discos buenísimos, dueños de un buen show y con experiencia produciendo sus discos.
El que nació con experiencia y es notorio en sus trabajos es Conociendo Rusia, o Mateo Sujatovich, el hijo de Leo, que este año fue sensación en sus presentaciones del Movistar Arena.
Una mención especial a Eruca Sativa que están en el medio de todo esto que hablamos. Quizás el último power trio. Los intentos de Nico Sorín para elevar sus músicas con el cielo como límite, sus shows haciendo Piazzolla con arreglos descomunales están haciendo una historia diferente a las ya conocidas.
Dos menciones de espectáculos que hicieron buenos ruidos. Uno los shows en La Trastienda de Mario Siperman, teclas de los Fabulosos Cadillacs, quien junto a Gustavo Roca presentaron su disco “El Poeta- canciones en español” dedicado al canadiense Leonard Cohen con cantantes invitados, y dos al enorme regreso de los Funky Torinos haciendo las canciones de Willy Crook, show emocionante y divertido, como era Willy.
Releyendo mis páginas de este año, esto me quedó. Para lo mejor y lo peor de 2022 visiten otros lugares.
Nunca me atreví a tanto.
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