Jairo Oviedo, vocero de la MOE en Norte de Santander
Foto: Óscar Pérez
Norte de Santander es una región clave en cualquier elección. Las dinámicas del departamento, donde en la actualidad confluyen temas como el conflicto armado, el flujo migratorio y la falta de oportunidades, hacen de esta una zona en la que sus ciudadanos se han mantenido al margen de la conversación electoral. Las promesas incumplidas y la falta de propuestas son solo algunas de las razones de la apatía por unos comicios que prometen ser claves para el país.
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Según la Fiscalía, Cúcuta es una de las cinco capitales del país con mayor riesgo electoral. No obstante, los recientes hechos de orden público en Cúcuta y otros puntos del departamento son evidencia de que, más allá de la trashumancia o compa de votos, la violencia es el principal riesgo para de libre desarrollo de las elecciones de este año. Así lo señaló la Misión de Observación Electoral (MOE), por medio de su vocero en Norte de Santander, Jairo Oviedo, quien habló sobre el ambiente electoral que se vive en la región.
¿Cómo se está preparando toda la red de vigilancia electoral con miras a los comicios del 13 de marzo?
Estamos definiendo temas de capacitación a los observadores. En esta elección en particular vamos a tratar, hasta donde las posibilidades lo permitan, de hacer un seguimiento muy especial en los municipios PDET del Catatumbo donde se va a elegir el representante a las curules de paz. Queremos tener presencia activa, con observadores de la región. Siempre la MOE hace su trabajo con personas del territorio, nunca son observadores movilizados de otros lugares, porque la lógica es que la gente pueda votar y traer personas de otro lado es quitarles esa posibilidad.
Vamos a tratar de hacer un seguimiento muy minucioso de todo, pero poniendo énfasis especial al tema de la elección de las curules especiales. Uno espera que la gente del Catatumbo pueda votar en paz, que los candidatos puedan hacer su campaña y que sea la voz del territorio la que decida.
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¿Cómo siente en el ambiente electoral en el departamento?
Acaban de salir datos de informalidad y desempleo en la ciudad que muestran que la situación es igual o peor de crítica que hace cuatro años. Sigue Cúcuta liderando las estadísticas nacionales de desempleo y de informalidad, que supera el 70 %. El desempleo está por el 20 %, ocho puntos más de la media nacional. Hace cuatro años la situación era exactamente igual o peor, entonces la gente piensa que este Gobierno no solucionó absolutamente nada y hay desencanto.
Eso por un lado, no hay una mejoría en las condiciones de vida de la gente. Por otro lado, la gente está con ganas de cobrarle cuentas a la clase política, porque siente que durante la pandemia la clase política los dejó abandonados. Sienten que no hubo una presencia de los congresistas, por ejemplo en el apoyo a las comunidades vulnerables. Se sintieron abandonados por aquellas personas por las que votaron. No los sintieron cerca y ahora, con el tema de la reactivación y las elecciones, volvieron a aparecer los políticos que durante dos años ni se asomaron por los barrios.
Además del ambiente, ¿qué consideraciones tiene sobre los discursos de campaña?
Creo que es otro elemento fundamental porque la gente no se sintoniza. La gente no interpreta en las propuestas de los candidatos respuestas reales a sus problemas. Uno ve mucha retórica en los discursos e incluso peleas entre ellos, que a veces ya son hasta de cantina. Discursos todavía de lo ideológico, pero acá hay temas críticos que no se tocan. Y si a eso se le suma la problemática que tiene el país con esta carestía, donde no hay un salario que aguante esta embestida de precios, hay que poner todo eso en una licuadora y darse cuenta de que la gente no quiere nada.
¿Cuál puede ser la consecuencia de toda esa mezcla?
Hay dos posibles consecuencias y el 14 de marzo sabremos cuál tendencia se impuso. O hay una abstención altísima o una votación alta por otros candidatos distintos a quienes han venido estando.
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En ese contexto de ausencia de propuestas, ¿hay alertas por temas como trashumancia o compraventa de votos?
En el caso de la trashumancia electoral hemos visto que no hubo tantas inquietudes ni demandas como se veían en los procesos pasados. Me parece que la migración cada vez más fuerte y la inscripción que se hacía en los puesto de votación y ahora que la gente puede hacer su inscripción por internet, aunque también hubo muchas críticas sobre errores en la página, contribuyó a bajar los niveles a la trashumancia. Esas prácticas de camiones llevando gente de un lado para otro no ha tenido muchas quejas. Al final los políticos también por demostrar una determinada votación en un puesto y por eso poner a la gente, ya está mandado a recoger. Ese tema de la trashumancia tiene mucha relevancia sobre todo en las elecciones locales y regionales.
Hasta el momento, aunque la campaña lleva relativamente poco, apenas se empiezan a ver algunos de esos grandes eventos masivos donde traían cantantes y se gastaban mucho dinero. Creo que los políticos también entendieron que eso es poco funcional en términos electorales y sí les representa un gasto. Uno supondría que el esfuerzo financiero lo van a hacer en la recta final de la campaña y que seguramente, es inevitable que aparecerá la compra de votos. Son fenómenos difíciles de controlar. Hay mil formas de comprar el voto y sabemos que eso no pasa el día de las elecciones, sino días antes, porque el día de las elecciones van a haber mucha vigilancia.
¿Hay una cambio de estrategia en cuanto a la compraventa de votos?
Es muy difícil hacer una trazabilidad del modus operandi de este fenómeno. Para empezar, son transacciones que se hacen en efectivo. Con el auge de los medios tecnológicos se cuidan más y no es tan sencilla la cosa, cualquier persona se les puede colar en una reunión, hacerles un video o audio y de alguna manera las estructuras que se dedican a eso han tenido que afinar sus procedimientos para que se le baje el perfil al tema. Ya no lo pueden hacer masivamente como antes, pero seguramente va a pasar y lamentablemente controlar ese fenómeno es muy difícil, y más en una ciudad donde los niveles de vulnerabilidad son tan altos y donde por más que se hagan campañas pedagógicas, los niveles de vulnerabilidad harán que esa práctica continúe.
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¿Qué otros riesgos se han evidenciado en esta campaña?
Claramente, acá el gran riesgo es la violencia y el conflicto armado. En la región del Catatumbo prácticamente no hay día en que no se reporten hechos de orden público, incluso a plena luz del día. En regiones como Hacari, San Calixto o Teorama, la gente dice que los grupos armados al margen de la ley van a intensificar sus acciones en el marco de la campaña. Hasta el momento no es un tema a favor o en contra de candidatos específicos, sino más un tema de hacer presencia y decir “acá estamos en el territorio y nos hacemos sentir” y por otro lado es un tema de control territorial para fortalecer las economías de uso ilícito. No tenemos información de que un grupo armado esté interesado en ayudar o perjudicar a algunos, sino que ejercen un control territorial para garantizar que su negocio funciones. Es una particularidad muy específica de estos territorios en los que ante la ausencia o débil presencia del Estado, estos grupos terminan siendo el Estado y quienes imponen reglas. Por ahora percibimos un tema de control territorial, pero hay que recordar que en la campaña de 2019 tuvimos en San Calixto una candidata amenazada y en Tibú hubo un candidato a la alcaldía asesinado, así que esperaría que las acciones de los armados no vayan en contra de candidatos ni de la gente, pero en un territorio donde hay gente armada es relativamente probable que eso puede pasar.
¿Ese tema de la violencia es propio de la campaña o ya venía ocurriendo hace un buen tiempo?
Cúcuta, durante todo el año pasado, vivió hechos de violencia gravísimos. No es normal que la capital del departamento sea epicentro de hechos de violencia de ese tipo, pero hubo varios. El área rural de Cúcuta está controlada por grupos al margen de la ley y son constantes los asesinatos, desplazamientos y otros hechos de violencia. Y municipios tradicionalmente tranquilos se están viviendo fuertemente el accionar de grupos armados. Lo que uno ve es que hay un recrudecimiento muy fuerte de la violencia y ese es en este momento el mayor tema de preocupación.
Muchos candidatos han manifestado que para ir a ciertas zonas, como el Catatumbo, tienen que entrar con gente de la zona. ¿Eso es de toda la vida?
Se ha agudizado mucho. Hace años era más tranquilo. No solo los candidatos, nosotros cuando vamos al territorio, no llegamos a dar vueltas. Cuando vamos es porque sabemos que hay una reunión y uno llega, se baja del carro y va al encuentro. Si toca quedarse, a las 7 p.m. uno ya está encerrado y al otro día uno se regresa de inmediato. Si usted va solo, es porque va a lo que va y hay alguien allá esperándolo. Si por el camino le preguntan a dónde va, uno debe tener lista la respuesta de qué hará allá. Al Catatumbo no se va ahorita de turismo. Uno va a lo que va y si va por primera vez es inevitable ir acompañado, ir con un conductor de la zona. En el caso de un candidato, se multiplican esas precauciones por 50 porque es muy complejo hacer política allá. Es muy desafiante.
¿Qué riesgos se han evidenciado en cuanto a organizaciones que estén tratando de quedarse con las curules de paz?
En este momento no tenemos información de que haya algún grupo armado interesado en favorecer o perjudicar candidatos. No tenemos elementos para decir que hay grupos armados interesados en eso, pero faltan casi cinco semanas para las elecciones y esa situación eventualmente puede cambiar y, en una región donde hay gente armada ejerciendo control territorial, el riesgo siempre estará. Lo que sí han denunciado candidatos a las circunscripciones especiales es que han tenido muchos problemas por los limitantes de ley en el sentido de la financiación de sus campañas.
¿Qué inconvenientes han denunciado?
Por ejemplo, les han exigido la compra de una póliza de $7 millones para poder acceder a los recursos. Y para un miembro de una asociación campesina o un líder territorial conseguir ese dinero es un tema difícil. Y lo otro, suponiendo que los consigue, es que van a una aseguradora y apenas dicen que es candidato a las curules especiales del Catatumbo, de inmediato le van a decir que no se las pueden vender. Cuando en las aseguradoras se menciona la palabra “Catatumbo” se disparan todas las alarmas. Solamente para que les abran una cuenta bancaria tienen mil requisitos.
Temas como migración e inseguridad son las principales preocupaciones en estos momentos. ¿Considera que están influyendo en la campaña?
Esperaba que la migración fuera a estar más visible en los discursos de campaña. Con cierta sorpresa me he dado cuenta de que no. En el caso de candidatos a Presidencia, frente a ese tema han guardado silencio, aunque cuando se decanten las consultas quizás harán pronunciamientos frente al tema. Pero los candidatos han pasado de agache frente a eso, porque es un tema difícil de manejar: si dicen que hay que controlar el tema lo tratarán de xenófobo; y si dicen que hay que ayudarlos y resolver sus problemas, preguntarán por qué no resuelven primero los problemas de quienes viven acá.
Entonces, ¿cuáles están siendo los ejes de la campaña?
Se habla de Venezuela, pero se utiliza el tema para el tema fronterizo. Casi todo han dicho que hay que retomar la relación con Venezuela. Este gobierno cometió un error al pretender ignorar al vecino. Hay que tener unos mínimos de coexistencia y normas elementales para intentar convivir en medio de las diferencias. El Gobierno colombiano decidió desconocer al que está al lado y ahora, cuatro años después, todos e incluso el candidato del partido de Gobierno saben que se deben establecer unos mínimos de convivencia. Ahí se ha concentrado mucho el tema de campaña. De resto, alusiones muy generales a temas, pero todavía no se aterrizan los cómo se harán. Los discursos siguen siendo gaseosos y la gente no ve una propuesta concreta en los temas. Eso ha hecho que los discursos de campaña no muevan a la gente.