Después de que el Parlamento peruano votara en contra del adelanto de elecciones generales para resolver la crisis política y social desatada tras la destitución de Pedro Castillo, el Legislativo reanudará este martes una sesión para debatir si reconsidera su decisión.
La presidenta peruana, Dina Boluarte, había instado a los legisladores a que aprueben el anticipo de comicios” sin pretextos”, citando una reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), según la cual un 83% de la población exige un adelanto de las elecciones. El mismo sondeo indica también que solo un 13% de sus compatriotas respalda su gobierno.
El Congreso había rechazado el último viernes la ley de reforma constitucional que permite el adelanto de elecciones generales para diciembre de 2023, y el recorte del mandato presidencial y parlamentario. Al tratarse de una reforma constitucional, la norma requería de 87 votos para ser sometida a una segunda votación en la siguiente legislatura o, en su defecto, de 66 para ser llevada a un referéndum.
Consultado por DW, el politólogo Fernando Tuesta, de la Universidad Católica de Perú, explica que el Congreso peruano está “muy fraccionado” después de la vacancia de Castillo, por lo que es muy difícil ponerse de acuerdo: “Cada uno, obviamente, quiere imponer su lista de exigencias. Hay que recordar que ni el Congreso ni el gobierno anterior querían elecciones adelantadas”.
Por su parte, en entrevista con DW, el congresista no agrupado Edward Málaga, que llegó al Parlamento con el centrista Partido Morado y que antes de la destitución de Castillo lideró una iniciativa para elecciones generales, se muestra satisfecho con el reciente rechazo de sus colegas a la propuesta. “Me parece positivo que no se haya aprobado, porque ese proyecto es para un adelanto de elecciones sin reformas. Es echar al país al vacío y repetir nuevamente los resultados de la última vez. El país necesita ambas cosas: elecciones adelantadas con reformas”, sostiene Málaga.
Recomposición de fuerzas en el Parlamento
Desde la salida de Castillo del poder, el pasado 7 de diciembre, las fuerzas en el Parlamento se han recompuesto y la izquierda, con la que el maestro rural ganó las elecciones, ahora ha pasado a ser oposición. “La oposición ha cambiado y ahora viene de Perú Libre y algunos sectores que salieron de ese partido. Antes la oposición era en su mayoría de derecha y de extrema derecha. A Dina Boluarte la está apoyando ahora el centro y la derecha”, indica el politólogo Tuesta.
Cabe recordar que el Parlamento peruano es unicameral y cuenta con 130 congresistas elegidos mediante elección directa. Tras las elecciones de 2021, casi la mayoría parlamentaria estaba compuesta por la derecha y la centro-derecha. El partido que lideraba ese espectro era el fujimorista Fuerza Popular, que obtuvo 24 escaños. Otros, como Renovación Popular o Avanza País, consiguieron 9 asientos respectivamente, mientras que Alianza Para el Progreso, de centro-derecha, alcanzó 10 escaños.
Por el lado oficialista, el partido de izquierda Perú Libre logró 15 asientos, el Bloque Magisterial 10, Perú Democrático y Cambio Democrático 5, respectivamente. El Congreso se completó con los centristas Acción Popular (14), Partido Morado (6), Somos Perú (6) y los independientes o no agrupados.
Cambiar los “botones nucleares”
De acuerdo con otra reciente encuesta de la empresa Ipsos, el 62% de peruanos estaría de acuerdo con nuevas elecciones generales, pero con reformas políticas. En el país andino existen desde hace años propuestas como una en la que también trabajó el politólogo Tuesta. Tiene que ver, por ejemplo, con la bicameralidad y la reelección parlamentaria, sin que se haya llegado a un acuerdo. Ambos aspectos son muy controvertidos debido a que ha calado la impresión de que los congresistas quieren perpetuarse en el cargo.
“Por eso, yo no las he incluido en mi proyecto, porque me parece que esas deben ser vistas aparte”, asegura el legislador Málaga. “Me he concentrado en las que son más de consenso y que creo que sí pueden pasar, como por ejemplo, regular la vacancia del presidente y el cierre del Congreso, que han sido los dos botones nucleares que nos han tenido en crisis”, afirma.
En segundo lugar, agrega, se necesita reformar el artículo 117 de la Constitución para que un presidente, durante su mandato, pueda ser investigado y acusado en caso de haber suficientes evidencias de un delito: “Eso nos daría la posibilidad de tener una suerte de ‘impeachment’. Pero otro punto sería también la renovación del Parlamento a mitad de periodo, es decir, después de dos años y medio. Hay esperanzas de al menos una reforma mínima”, señala Málaga.
El profesor Tuesta, en cambio, no se muestra tan optimista como Málaga: “Con plazos tan estrechos es casi imposible hacer alguna reforma. Yo he trabajado durante mucho tiempo en este tema y verdaderamente no alcanza. Pero por otro lado, no existe voluntad política real de parte del Congreso”, cree el politólogo. Según Tuesta, la única salida política de esta crisis, que ha cobrado ya más de 25 muertos durante las protestas, es la extendida demanda de adelanto de elecciones. “Alcanzar los 66 votos, que no cambia la Constitución, pero sí permite convocar a un referéndum para que la ciudadanía decida. Así, el referéndum podría realizarse a más tardar en marzo y convocar elecciones inmediatamente después”, detalla.
El adelanto de las elecciones, admite el experto, exige sacrificar aquello que era pensado para “una mejora de la representación política que, si bien no la garantiza en sus efectos inmediatos, conduce a una mejor vida política con el correr del tiempo. En estas condiciones de disconformidad para casi todos, sería conveniente que esta elección permita solo completar el mandato hasta el 2026”.
(er)