DOHA (Enviado especial).- En las calles qataríes es sólo Lionel Messi. Hay muy pocos rastros de Kylian Mbappé. Primero fueron las burlas, que empezaron tras la derrota con Arabia Saudita y que duraron hasta los octavos de final: “Where is Messi?”, replicaban los sauditas cada vez que se cruzaban con alguien con la camiseta de la selección argentina. Y tras ellos se sumaron los mexicanos, los brasileños… muchos otros. “¿Dónde está Messi?”, una y otra vez. Hasta se hicieron canciones con eso. Ahora, tras un torneo legendario del futbolista rosarino, ya no se escucha más el sarcasmo. Sin embargo, el nombre está presente en cada paso, en cada estación de Metro, en cada restaurante. Las camisetas suyas inundan la ciudad. Por los visitantes de nuestro país que vinieron a alentar a la selección, por supuesto. Pero también la de todos los inmigrantes de India, Pakistán, Bangladesh e Indonesia que habitan esta nación. Es su Mundial, sin duda. Hay devoción por él. Más que otras veces. Como nunca antes.
Los franceses, además, son más discretos en cuanto a vestimenta. No necesitan llevar la camiseta de su selección. Hay menos fanatismo. Tiene algunos, claro, pero son muchos menos y, aparte, poco identificables. Incluso es más variado el reparto de los nombres. Entre los que sí tienen esa costumbre, Mbappé es el que lidera el rubro, pero hay muchas de Griezmann, también algunas de Pogba y de Benzema, dos ausentes.
Más allá del pulso de las veredas, la venta internacional del partido está rotulada con Messi vs. Mbappé. Es lógico e inevitable. La dimensión de semejantes estrellas es más fácil de tomar fuera del fútbol, para que se entienda el aspecto a tratar.
El jugador rosarino anunció su salida de Barcelona en 2021 y la Liga de España sintió el golpe. Fue durísimo. Con esa ausencia, los contratos son otros. La venta de derechos televisivos al exterior, las publicidades. Todo es menos atractivo. Sin él, los números bajan. También, se dijo, el turismo catalán se vio afectado (más difícil de probar). Aunque algo habrá. Seguramente no será decisivo, pero el nombre de Messi era un motivo más que apetecible para sumar a la hora de programar un viaje a Barcelona.
Ni que hablar de Mbappé. Real Madrid estaba dispuesto a desembolsar una fortuna para llevárselo a España. Los inversores qataríes igualaban y superaban cualquier oferta. Pero el joven futbolista estaba decidido a jugar en el equipo de sus sueños… hasta que lo llamó Emmanuel Macron. Lo convenció de lo importante que resultaría para su país que permaneciera en París. Se quedó.
Ni exageración ni habladurías. El mismo presidente francés se jactó de su gestión y mostró en su teléfono los intercambios de Whats App con Mbappé. “Hablé con él para que se quedara, porque mi papel es defender a mi país”, reconoció Macron.
Messi y Mbappé son compañeros en PSG. Son dos de los mejores jugadores del mundo. Pelearán, por supuesto, por el premio al mejor jugador del año de la FIFA y el Balón de Oro. Dominan el planeta. Uno a los 35, el otro a los 23.
A Messi le sobra madurez y sabiduría, pero le falta la gran consagración. A Mbappé le falta experiencia (tampoco mucha, porque arrancó muy joven), pero ya tiene un título mundial y quiere llevarse el segundo el próximo domingo.
Messi ya tiene ocho Balones de Oro. Mbappé, ninguno. Messi tenía el mejor salario del PSG (45 millones de dólares) hasta que Mbappé –después de aquella charla con Macron- lo duplicó (90).
“Es la final más lógica. Los dos mejores equipos, los dos mejores jugadores”, resumió Youri Djorkaeff, exjugador francés, campeón el mundo en 1998. “Messi y Argentina, Mbappé y Francia. Esta historia tiene grandes titulares para contarse”, expresó el escocés Stuart Holden, con gran sentido periodístico.
Messi es el protagonista principal de las cinco publicidades más importantes de la cadena Bein Sports, de Qatar. Mbappé lo reemplazará dentro de poco, cuando el argentino, en su lógica escala descendente hacia el retiro, empiece a perder la efervescencia que hoy despierta. Y que el francés sea el que tome la sucesión es una interpretación elemental de la presencia de capitales qataríes en su equipo (PSG), que también lleva el auspició de Qatar Airways en el pecho.
Los buscaron a los dos para emprender el mismo negocio, pero una cara es todavía más determinante que la otra. Cuando el tiempo de uno se acabe, la posta la tomará el otro. Que ambos estén juntos en el último partido de su torneo… es la final soñada.
Aunque parezcan temas menores, no lo son. Los egos de personajes tan importantes empiezan a jugar un papel. Mucho se habló de eso hace un año y medio, por la llegada del argentino al equipo de la gran figura del fútbol francés. Se pensaba que no iban a congeniar, que podría significar el final de Mbappé en el PSG. Hubo turbulencias, pero al final parecen convivir de manera profesional.
Como si fuera una película preparada especialmente, ambos llegaron con cinco goles al partido decisivo. Buscan ser los goleadores del Mundial y, por supuesto, también recibir el premio al mejor jugador de la competencia. Todo girará en torno de ellos dos.
La final entre la Argentina y Francia es mucho más que un duelo entre Messi y Mbappé, por supuesto. Son dos naciones con gran tradición futbolística que están en busca de su tercer título. Pero el gran negocio se mueve exclusivamente alrededor de ellos. La gente se identifica principalmente con ellos dos a la hora de pensar en el espectáculo.
Y no cualquiera llega con facilidad a la marquesina. Uno de ellos, el veterano, es considerado uno los mejores de la historia. El otro, el joven, tuvo un comienzo de carrera tan formidable e impactante, que amenaza con escalar puestos rápidamente en esa pirámide.
Antes de empezar esta Copa del Mundo, la ciudad se vistió para la ocasión. Los relucientes rascacielos fueron adornados con gigantografías de las figuras de los principales seleccionados. No hace falta decir quiénes fueron elegidos en cada uno de los dos finalistas que este domingo, desde las 12 (las 18 locales), buscarán el trofeo más importante del fútbol en el estadio Lusail. Hoy, los edificios de la iluminada bahía de Doha tienen en sus pantallas gigantes las banderas de la Argentina y de Francia. “Who will win?” ,se preguntan (”Quién ganará”), y luego aparecen Messi y Mbappé. En la cancha, el partido puede ir en cualquier dirección. Afuera, la FIFA, los organizadores y el público ya eligió cuál es el duelo que irán a ver.
Messi y Mbappé en los últimos dos mundiales, con minutos jugados, goles, asistencias, goles+asistencias, chances creadas y gambetas completadas. Datos de Opta.