A vueltas con la memoria del terrorismo enfrentada a un presente inquietante para los sufrientes del mismo, extraigo de mi archivo la entrevista que realicé en 2005 a Francisco José Alcaraz, familiar de varias víctimas mortales del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza hace ahora 35 años:
F. J. A.: «Mi hermano y yo estábamos cursando unos estudios en Zaragoza y vivíamos temporalmente en el cuartel porque mi hermana estaba casada con un guardia civil. Yo ya los había terminado y ese día estaba en mi tierra, Jaén. A mi hermano le faltaban tres días para su último examen y abandonar la ciudad. Teníamos ilusión por montar un negocio juntos… pero fue cuando ETA atentó contra el cuartel asesinando a mi hermano con 17 años y a mis dos sobrinas gemelas de tres años. En total fueron asesinadas 11 personas».
La autoría correspondió al Comando Argala y entre 1989 y 1992 fueron detenidos los autores materiales, cuatro ciudadanos franceses, entre ellos Henri Parot que fue juzgado en 1994 por 82 asesinatos que le supusieron 26 sentencias condenatorias siéndole impuesta una condena de 4.800 años de cárcel.
F. J. A.: «Mientras viajábamos a Zaragoza desde Jaén yo daba por hecho que había muerto toda mi familia. Por el camino, paramos a echar gasolina y fue cuando me enteré que habían muerto mi hermano y mis dos sobrinas pero no dije nada. Luego supimos que mi hermana y mi cuñado se salvaron pero estuvieron cinco horas bajo los escombros hasta que un bombero escuchó algo y los desenterraron. Más tarde, mi cuñado, desesperado, se escapó del hospital en pijama para buscar a sus hijas entre los restos del cuartel».
En diciembre de 2021 pancartas a favor de Henri Parot recorrieron Mondragón en una manifestación convocada por SARE a favor de los presos. La Audiencia Nacional no prohibió los actos de apoyo: «Los actos responden a un deseo de acercamiento de presos a los centros penitenciarios del País Vasco, una conducta amparada por el derecho a la libre expresión».
En septiembre de 2022 Henri Parot, junto a otros 11 presos de ETA, fue trasladados a cárceles del País Vasco y concluirá su condena en julio de 2029.
F. J. A.: «Mi padre era una persona sana, le surgió un cáncer y pocos meses después del atentado, falleció. Todo aquello es un tema tabú en mi familia, estamos años sin hablar. Nunca hablábamos de aquello. Como si esa parte de la historia no… como si no existiese».
En el momento del atentado la dirección de ETA estaba compuesta por Francisco Múgica, «Pakito», Joseba Arregi, «Fitipaldi» y José Luis Santacristina «Txelis». En el juicio se demostró que la orden que ejecutar la matanza la tomó el veterano jefe de la banda, Josu Urrutikoetxea, «Josu Ternera». Francisco Múgica Garmendia, «Pakito», abandonó la cárcel, precisamente de Zaragoza, en diciembre de 2020. A Joseba Arregi Erostarbe, «Fitipaldi», tras haber expresado en 2020 su rechazo al uso de la violencia, se le acercó a una prisión en San Sebastián.
Recientemente ha tenido que regresar nuevamente a la misma cárcel una vez que la Audiencia Nacional ha revocado su tercer grado otorgado por el Departamento de Justicia del Gobierno Vasco. José Luis Álvarez Santacristina, «Txelis» el exetarra apartado voluntariamente de la organización desde el asesinato a Miguel Ángel Blanco, convertido a la fe cristiana y debidamente arrepentido, ayuda a menores con problemas trabajando en un centro educativo del País Vasco.
Josu Urrutikoetxea, «Josu Ternera», participante en las últimas negociaciones de la banda con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y largamente fugado de la Justicia española, se encuentra actualmente en libertad con medidas cautelares y se pretende juzgarle en 2024 por este atentado contra la casa cuartel de Zaragoza.
F. J. A.: «La historia puede minimizar, distorsionar e incluso hacer mucha injusticia con las víctimas. Pueden ser equiparadas con los asesinos. Y si eso está sucediendo en un momento donde ETA sigue (2005), pues lógicamente cuando ETA desaparezca, la verdad es que las víctimas pueden ser de nuevo molestas».
SARE, el movimiento de apoyo a los presos de ETA defiende que «es hora de vaciar las prisiones» y pide que se modifique la legislación ordinaria para que «los presos vascos puedan desarrollar el proceso de regreso a casa que les corresponde».
Así las cosas, más allá de las vidas paralelas de víctimas y verdugos, «las historias orales de los supervivientes son las formas más eficaces de transmitir la memoria a aquellos que no lo vivieron. Tras visionar o escuchar las memorias personales de los supervivientes se hace imposible poner en duda si estos acontecimientos realmente tuvieron lugar y por ello las cintas de vídeo son probablemente el arma más efectiva contra los revisionistas y el revisionismo», afirma Judith Miller. El testimonio se convierte así en el mejor medio de transmisión para las nuevas generaciones, en el arma más efectiva contra los revisionistas y el negacionismo.