Ana Valero es la directora de regulación de Telefónica Hispam. Y es también una de esas especialistas con las que cualquier persona podría pasarse toda una tarde charlando sobre telecomunicaciones desde distintos lugares, siempre con visiones nuevas e interesantes sobre la industria, más allá de compartir o no esas miradas. En el marco de un contexto latinoamericano en pleno proceso de renovación de licencias de espectro, potenciales convocatorias a nuevas licitaciones 5G, y cambios de gobiernos, la ejecutiva conversó largamente con TeleSemana.com sobre cómo están avanzando los nuevos modelos de negocios que dividen la infraestructura de la gestión de los servicios, tal como la compañía lo hizo en Chile y Colombia; como también las negociaciones vinculadas con las renovaciones y licitaciones de espectro previstas para 2023. Consideró que debe cambiar el rol de los reguladores que, habida cuenta que hay cosas que no cambian en los distintos países con el paso de las décadas, deberían convertirse en articuladores de las políticas públicas y que no le preocupa perder el tren de 5G porque, y en consonancia con la mirada de otras compañías de telecomunicaciones con las que compite, todavía hay mucho para hacer y resolver en 4G. Porque si no se resuelven temas históricos que afectan a los despliegues de fibra óptica y de 4G, cuando llegue 5G de verdad, los problemas se profundizarán.
¿Cuál es la situación de Telefónica Hispam en la región luego de haber avanzado con nuevos modelos de negocios en infraestructura tal como sucedió en Chile y Colombia?
En Telefónica tratamos de trabajar desde 2019 en un enfoque muy centrado en buscar modelos sostenibles para nuestras operaciones. De ahí vino la primera decisión, que fue un poco cambiar el modelo de prestación de servicios en México y que completamos el pasado junio con la entrega de la parte final del espectro que todavía nos quedaba en ese país. Y cuando evaluamos el resultado de esta operación, tenemos una mirada muy positiva, que nos ha permitido seguir manteniendo las prestaciones a los clientes. Hemos hecho toda la migración a procesos sin ningún tipo de inconvenientes. Estamos consiguiendo tener una operación sostenible para nuestros clientes, para los inversores y para los empleados. Y la verdad es que pensamos que es un camino a seguir y es lo que hemos estado trabajando a nivel regional en los últimos años. Tenemos limitaciones de recursos para poder hacer frente a toda la necesidad de inversión en la región, y el objetivo es cómo buscamos mecanismos innovadores para acercar a la mesa a otros agentes que nos ayuden a traer recursos y acelerar nuestros nuestros procesos de inversión.
¿Como fue Internet para todos?
El primer caso fue el de Internet para todos (IPT) en Perú, que es un modelo muy exitoso porque creamos un vehículo en el que pongo mis activos en las zonas rurales y vienen jugadores que aportan recursos y se puede acelerar. Ya hemos tocado a más de tres millones de personas (cubiertas) e instalado más de 15.000 sitios. La verdad es que los resultados son impresionantes y es un ejemplo. Nosotros sabemos cómo hacer las cosas. Es muy difícil que el recurso llegue en los casos rurales. Pero pensamos que hay una oportunidad de negocio y también hay una necesidad social de incluir esta gente, de llevar servicios. Este modelo ha funcionado y hemos ido evolucionando. Desarrollar estos modelos de compartición, de traer nuevos agentes a la mesa, nos aportan no solamente inversiones sino también visiones de negocio distintas, y ahí tenemos todo lo que estamos desarrollando con la fibra con KKR en Chile con resultados. La verdad que es espectacular, estamos muy muy contentos.
¿Qué puedes contarnos sobre los casos de Chile y Colombia?
La velocidad de despliegue que estamos consiguiendo en Chile es superior a la que pensábamos. El proyecto de Colombia, que también está yendo fenomenal, ya tiene más de 100.000 hogares pasados por mes. Son cifras impresionantes y eso nos permite acelerar, llegar a cubrir, incluso, zonas que no son las más atractivas, lograr cubrir áreas más intermedias, pero con un modelo en el que no nos reservamos esa red solamente para nosotros, sino que está abierta a acuerdos con otros operadores que también pueden estar interesados en utilizarla para prestar sus servicios con buenos resultados. En Chile, Entel se ha subido también al modelo de modelo de fibra, que es para nosotros muy importante. En Colombia también hay algunos pequeños jugadores que están subiéndose a los acuerdos y la verdad es que estamos avanzando en un camino que a nosotros nos parece que es el que va a requerir en la región.
¿Cuáles son los principales problemas en el sector hoy?
El principal problema que tenemos es el costo del espectro. La verdad es que es elevadísimo. Tenemos un promedio carísimo en la región, pero adicionalmente, tenemos algunos países en que los precios están completamente desubicados. Conocemos el caso de México, donde hablamos mucho con el regulador para explicarle el problema de sostenibilidad que tiene nuestra operación. Pero estábamos pagando 200 millones de dólares de costo del espectro. Vinimos a hablar con la Secretaría de Hacienda y ante la imposibilidad de avanzar en la racionalización del valor del espectro tomamos una decisión de la que estamos contentos y estamos teniendo muy buenos resultados. Otros países como Colombia también tienen un costo del espectro elevadísimo y no es de este año. En la licitación de 2019, cuando se licitó la banda 700 MHz, clave para 4G, nosotros queríamos comprar, pero los precios que se establecieron en fueron tan elevado que dijimos que “no podemos comprar espectro a cualquier precio, y no puedo comprar un espectro que ponga en riesgo la sostenibilidad de la operación”. Y es que realmente los precios llegaban a poner en riesgo la vida de la operadora. Pedimos al Ministerio de Colombia que nos asignara espectro con carácter temporal. Pusieron un precio tan elevado que hemos tenido que renunciar a su asignación.
¿Hay otras perspectivas con el nuevo gobierno?
Creo que podremos llegar a otro acuerdo. El año pasado el precio de renovación fue casi un 50 por ciento menor, aunque sigue siendo caro, pues es dos veces por encima del nivel de benchmark. Por eso, estamos hablando con las autoridades por la renovación de espectro de 2023 y se está haciendo un trabajo muy intenso de explicar, por una parte, la insostenibilidad del costo del espectro que está planteando y, por otra parte, extender la cobertura a toda la población, que es un tema central en las políticas del gobierno de Petro. Lo que estamos trabajando como industria es cómo podemos, de alguna manera, acompañar este objetivo de extensión de la cobertura que tiene el gobierno colombiano.
¿Qué propuestas manejan?
Estamos trabajando en distintos esquemas y, el principal, pasa por racionalizar ese costo del espectro pero también por plantear si parte de los pagos de esa renovación se puede hacer a través de estos proyectos de extensión de cobertura en zonas rurales, que son tan importantes para el gobierno y que además tienen pleno sentido. Por supuesto, es necesario que estos proyectos sean razonables, pero un tema que nos está preocupando mucho es cómo se realiza la certificación de que efectivamente se realizó la cobertura. La forma en que está definido el mecanismo de certificación del cumplimiento es tan complejo que ningún operador lo utilizaba hasta ahora, porque en realidad lo que hace es generar una contingencia.
¿Es decir que, además de pensar el espectro desde otro lugar, también es necesario revisar toda aquella regulación vinculada con cómo dar cuenta del cumplimiento de despliegue?
Depende de los casos. En Perú, el regulador hace dos años definió que parte del pago de la tasa por uso del espectro se puede hacer con con obligación de hasta un 40 por ciento. Y parece que el Gobierno quiere ampliar el stock, hasta el 60 por ciento del canon. Lo puedes pagar con la obligación de hacer. Nosotros, en Telefónica, llevamos dos años haciéndolo. Y el mecanismo que se ha definido es un mecanismo muy sencillo. El ministerio elaboró una lista de poblaciones que quiere que lleves cobertura y, la verdad es que nos está funcionando fenomenal. De hecho no solamente Telefónica, Entel lo está haciendo y la verdad es que está funcionando muy bien y llevando cobertura a poblaciones que, en otras circunstancias, hubiese sido complejo que llegara, porque son muy chiquititas. Lo pongo como ejemplo de cómo, con una aproximación un poco innovadora, buscando mecanismos sencillos, hay una posibilidad de hacer muchas cosas en terrenos en los que aún nos queda un camino por recorrer. Creo que la responsabilidad de llevar cobertura a estas zonas rurales no es tanto de las empresas, es el gobierno el que tiene una responsabilidad social porque la conectividad es como tener agua corriente, educación… porque se ha convirtiendo en un básico en la vida de las personas.
¿Y en este proceso de compartir infraestructura no se corre el riesgo de que en definitiva se termine yendo hacia una sola red o dos redes y se afecte la competencia, tanto en infraestructura como en servicios?
Hay una visión tradicional de la industria, a nivel de infraestructura y luego de servicios. En la medida en que las infraestructuras son cada vez más parecidas hay poca capacidad de diferenciación. La competencia está viniendo por la parte de los servicios, por la propuesta de valor hacia los clientes porque es lo que permite diferenciar. Por otra parte hay que ser realistas: hay espacios de mercado en donde tiene sentido que se desarrollen varias redes y que compitan, como en las zonas urbanas. Pero cuando pensamos en un pueblito local, ¿va a haber posibilidad que haya más de una red? Con certeza que no porque es difícil sacar un modelo.
En las ciudades, cuando se piensa en redes de fibra, que son muy caras de desplegar, vamos a ir todos a las zonas rentables. En modelos como el de Chile o Colombia se llega a zonas que, de otro modo, no se llegaría. Los modelos como los que estamos desarrollando en Chile o en Colombia contribuyen a que haya más y mejore servicios a clientes. Que haya una red única no tiene que ser un problema desde el punto de vista de la competencia. Y el modelo que se está desarrollando en Chile es el de asegurar que estos operadores interesados puedan acceder. Otro elemento importante es que en estos proyectos no esté solo Telefónica. Que la asistencia de un operador principal no esté apegada a operador comercial sino que actúe como garante de las condiciones de competencia
Y esto exige la presencia de reguladores más atentos…
Empezamos en Chile porque hay autoridad reguladora competente y una competencia muy fuerte. Lo importante es que los reguladores tengan este rol de vigilante e intervengan en el mercado. La autoridad de competencia de Chile aparece, en algunos aspectos, como si fuese un regulador sectorial adicional, porque en el modelo regulatorio de Chile, la competencia es un elemento clave, no solo en telecomunicaciones. Las autoridades competentes hicieron una revisión exhaustiva, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) hizo una revisión exhaustiva del proyecto de una fibra y entendió que no había ningún problema desde el punto de vista de la competencia. Me parece importante que los reguladores tengan ese rol de vigilante y vayan siguiendo cómo funciona el mercado. Y efectivamente, si se ve que se están produciendo problemas que afectan al nivel de competencia, intervengan. Pero, pero para fomentar la innovación y para permitir el desarrollo de sus modelos innovadores me parece importante que no exista una regulación ex ante. Pensamos estos modelos con múltiples variantes, con distintos sabores, con distintas características en función del país, del servicio. Son modelos que tienen mucho sentido en América latina. Estamos enfrentando el reto del 4G, del 5G que se nos viene, el reto de la fibra, que es fundamental y que para mí está muy vinculado al del 5G. Y pensamos que en la situación financiera que atraviesa la misma industria es complejo que un operador solo pueda hacer frente a esa necesidad. Y estoy convencida que en las zonas rurales, sin duda, los modelos de redes neutras, mayoristas, que prestan servicio a todos los operadores, nos parece que puede ser un modelo que funcione muy bien.
¿En este escenario qué rol podrían tomar los municipios?
En Telefónica estamos enfrentando este tema con mente abierta, donde lo importante es ver el caso concreto y los actores que pueden estar interesados en participar, que puedan traer valor y sumar. Nosotros estamos llegando a acuerdos con distintos ISP pequeñitos en Argentina, precisamente. Telefónica es la empresa que tiene más fibra en España, y lo mismo en América latina. Tenemos un know how muy potente. Transferir ese conocimiento puede generar alianzas de muchísimo valor. Creemos mucho en la colaboración público privada. Lo importante es buscar modelos con los socios adecuados y pensar fuera de la caja. Lo que no nos convence son los modelos en los que se diga que se va a crear una red mayoristas, como el de Altán.
¿Qué mirada tienen sobre la Red Compartida?
Nunca vimos el modelo de Altan, por el enfoque en el negocio. No nos ha sorprendido lo de Altán. Los proyectos que surgen de la libre iniciativa apuntan a atender necesidades concretas y son los que funcionan, y no hace falta que se establezca una regulación específica porque puede convertirse en un desincentivo. Hay oportunidades para trabajar con municipalidades porque son críticas en el proceso de despliegue. En Internet para Todos (IPT) uno de los principales problemas es conseguir lo permisos, porque seis meses para una población de menos de 1.000 habitantes es demasiado. Si se pudiera llegar a algún acuerdo con los municipios sería crítico.
¿Por qué no se logra torcer esta situación que acumula décadas? ¿Los municipios necesitan millenials?
Hay falta de entendimiento de los cambios de la industria. Antes teníamos capacidad de generar recursos. Eso es algo del pasado. El margen del Ebitda pasó del 40 al 20 por ciento. En los municipios no hay especialistas, y la industria es muy compleja. Ese entendimiento de la industria, de las implicaciones y retos que enfrentamos es complicado y no todos lo entienden. Hay una parte de los problemas que enfrentamos que se entiende muy bien con los reguladores. En México el regulador estaba plenamente convencido en reducir el costo del espectro y mandó la petición a Hacienda, pero no fue capaz de convencerla. Porque las decisiones finales las toman otras áreas. Ahí hay oportunidad de que los reguladores se conviertan en articuladores de las políticas digitales del gobierno y ayuden a entender a otras áreas del gobierno, que tienen ese foco recaudador, pero también con las municipalidades, especialmente en las que no tienen especialistas.
Los reguladores, como conocedores de esta industria, tienen que tomar un rol de articuladores de las políticas públicas que tienen que ver con la digitalización. Creo que hay un problema de diálogo, de entendimiento, de confianza y creemos que hay que trabajar mucho en esaparte dea rticular.
Mencionaste 5G anteriormente, ¿cómo se avanza hacia la quinta generación en este escenario?
5G requiere mucha cantidad de espectro contiguo disponible. También densificación. Hablamos de los despliegues porque si los problemas no los enfrentamos ahora, cuando tengamos que multiplicar por 10 el número de sitios para 5G va a ser una locura. 5G potencia este reto, y también el de la fibra. Una buena parte de los sitios están conectados con fibra y otros no. Creo que los retos de politica pública de 5G son enormes. El ministro de Brasil dijo que el tema crítico fue el de antenas y se sacó una ley. Los retos de politica pública con 5G no se facilitan sino que se profundizan.
5G va a permitir una transformación de tipo productivo de los países. No es la velocidad lo relevante, no hay diferencia sustancial, el diferencial es cómo se transforma la forma en que se hacen las cosas. La industria conectada, la trazabilidad los insumos, de transporte, significa digitalizar toda la cadena de producción y eso no está. Hay un camino por hacer. Los casos de uso potentes de 5G están por llegar y cuando lleguen va a haber adopción rápida del 5G. Y hay que preparar ese contexto. Todavía queda un camino relevante 4G en América Latina, tanto en cobertura como en mejora de calidad de la red en algunas zonas. Acelerar 5G va a impedir que la población tenga más y mejores redes 4G, que son las que hoy necesita. Los operadores tenemos los recursos que tenemos y lo que hoy tengo para 4G, lo tengo que dedicar ahora al 5G. Yo no me preocuparía por perder el tren del 5G, porque los propios operadores que estamos en América latina somos operadores con mucha experiencia, con mucho conocimiento, con capacidad de poder avanzar muy rápido y con muy buenos resultados. Cuando mides, por ejemplo, las estaciones del 5G en Brasil, la velocidad de nuestro modelo de despliegue de 5G en Chile, se ve que eso va a ser una cosa muy rápida.
¿En Chile y Brasil se postergaron nuevos despliegues de 4G por atender obligaciones de 5G?
En Chile el concurso estuvo basado en obligaciones. Para la primera fase se desplegaron más de 1.300 sitios y toda la energía ha tenido que enfocarse en 5G y se ha visto afectado el despliegue en 4G porque era tal la magnitud del proyecto y los recursos que algunos proyectos de 4G tal vez se han tenido que postergar. Y en Chile lleva más de seis meses conseguir los permisos, lo que muestra que la operación de allí ha hecho un trabajo impresionante.
En Brasil ha sido distinto. Puso obligaciones más limitadas, como cubrir las grandes ciudades, un sitio cada 100.000 habitantes, pero el resto de las obligaciones estaban sobre 4G y sobre fibra, es decir, en el mapa de las redes porque la Anatel es conciente que para la mayor parte de la población es más importante 4G. Y me gusta esa visión más integral.
¿Cómo ve a la región en los próximos años cuando su situación macroeconómica hoy es difícil?
Creo que hay muchos retos pero también muchas oportunidades. América latina fue la región que tuvo el mayor impacto de la pandemia, y está habiendo un proceso de recuperación potente en la mayor parte de los países, y en la cabeza de los reguladores la importancia de la digitalización está. Falta que pasemos de las palabras a los hechos. Hay un desafío muy importante de inversiones. El principal es el costo del espectro, porque hay renovaciones en Colombia, en Uruguay, en Ecuador y en Brasil que son claves para nosotros. Y los futuros procesos de 5G, como no haya cambio de mentalidad, de dejar de pensar el espectro y la industria como factor de recaudación, sino pensarlo como facilitador de los países, de transformación, va a ser complejo. Veo a varios gobiernos nuevos con bastante confianza de la relevancia que tiene la digitalización y creo que van a facilitar tanto en despliegue como en espectro. El año próximo nos vamos a encontrar con políticas públicas de facilitador.