La cuarta revolución industrial, la de la digitalización y automatización de procesos, avanza a una velocidad muchísimo más rápida que las anteriores. Uruguay, como en otros aspectos socioeconómicos, está a mitad de tabla: no lidera, pero tampoco está entre los rezagados. ¿Qué debería hacer el país para pegar el salto? ¿Qué dificultades tiene para subirse a esta ola?¿Qué desafíos en términos de desigualdad le plantea? Sobre estos aspectos, El País conversó con el asesor de la Comisión Especial de Futuros del Poder Legislativo y socio de CPA Ferrere, Bruno Gili.
-¿Cómo está parado Uruguay ante esta cuarta revolución industrial?
-Tenemos la sensación de que hay muchos deberes para hacer para poder aprovecharla correctamente. No es solo vincular la industria del software y todas las derivadas que surgen en los cambios en la economía y en la sociedad, sino que también estamos viviendo en el medio de una revolución biotecnológica, con todos los cambios que implica desde la ciencia, tanto del punto de vista de la salud humana, como del punto de vista de la producción de alimentos, como lo que tiene que ver con la generación de nuevos materiales. Uruguay en eso digamos que está en un paso intermedio, o sea, no está en el corazón de esta revolución desde el punto de vista de los países líderes, venimos como un poco retrasados por varios factores.
Los tres factores por los que Uruguay está a mitad de tabla en la cuarta revolución industrial
¿Por qué Uruguay está en esta situación? A juicio de Gili hay tres factores que lo explican: el país no tiene una gran tradición de compañías globales, no tiene un ecosistema potente de empresarios, universidades y gobierno en ciencia y tecnología y además arrastra un problema educativo con un modelo que se quedó en el pasado.
-¿Uruguay podría tener compañías globales, por un tema de escala?
-¿Por qué Finlandia puede tener a Nokia o Suecia puede tener a Ericsson y Scania? Son países chicos. Uruguay en ese terreno es como históricamente viene pasando: adaptado a ese mundo más o menos razonablemente de la producción agropecuaria con todos los retos y los desafíos que tiene, porque toda esta revolución tecnológica también puede impactar en nuestra visión hacia adelante de cómo se consumen las proteínas que Uruguay produce al mundo, si van a seguir siendo naturales o va a haber proteínas sintéticas. Uruguay es un buen proveedor de algunos servicios tecnológicos, como puede ser la industria del software, la industria audiovisual uruguaya ha pegado un salto relevante en estos últimos cuatro años, pero básicamente al mundo le vendemos servicios. La producción intelectual de eso sigue siendo de las grandes plataformas vinculadas a los países centrales o a todas las grandes compañías. Al final nuestra inserción en las cadenas de producción y de valor globales no son las que uno desearía si quiere un país desarrollado. Nuestra inserción en el mundo sigue siendo la del proveedor de insumos, materias primas o dar servicios como fábrica: call centers, back office de operaciones de grandes compañías internacionales financieras. Eso es mejor que el resto de América Latina en promedio salvo Chile.
Dos características clave de la cuarta revolución industrial
Para Gili hay dos características clave de esta cuarta revolución industrial: “está ocurriendo una velocidad que supere nuestra capacidad de adaptación” y la otra es que “la frontera de las organizaciones, de los estados, de las empresas, de las industrias son muy difusas. Hace 20 años un banco competía con el banco B, C, D. Pero hoy es con una fintech, una empresa tecnológica, una plataforma global, un retail o una telefónica”.
-Después mencionabas el problema de la falta de un ecosistema potente en ciencia y tecnología.
-En ciencia y tecnología estamos invirtiendo un 0,4% del Producto Interno Bruto (PIB) contra países que invierten 2%, 3%, 4% de su PIB y países chicos, me refiero a Israel, Finlandia, Suecia. No hay un vínculo de cooperación potente entre emprendedores, empresarios, universidades y las entidades públicas que están atrás de ciencia y tecnología. Tenemos una institucionalidad débil, más allá que hubo avances, sigue siendo débil si uno la compara con el mundo, hay escasez de fondos de riesgo, bajo presupuesto público. Es otra debilidad que tenemos. Uruguay necesita repensar su ecosistema de innovación y de los incentivos, ahí hay mucho trabajo para hacer. Me parece una buena idea esto de intentar ser un hub tecnológico, pero bueno, eso supone, que tengo que tener capacidad de infraestructuras, que haya fondos de inversión y fondos de riesgo que se instalen en Uruguay, tenemos que lograr que más unicornios (N.de la R.:empresas que nacen y llegan a valer US$ 1.000 millones o más antes de salir a la bolsa de valores) o más empresas digitales.
-El tercer factor es la educación.
-Uruguay no hizo sus deberes en el siglo XX sobre el nivel de educación, por lo cual estamos pagando las consecuencias en lo que tiene que ver con la equidad de que cada uruguayo pueda participar de este proceso con intensidad. Tradicionalmente en la educación formal todos teníamos que comprender las mismas cosas, pero en el mundo de hoy necesitamos aprender cosas distintas. Vamos a tener que aprender a aprender porque esa es la característica, pero además aprendes en en el mundo del trabajo. Nuestro sistema educativo sigue pensado en un modelo fordista de inicios del siglo XX y hoy la dinámica es muy distinta, es un proceso, o sea, no solo me capacito dentro de la empresa, sino que me conecto con redes, con plataformas internacionales que me capacitan para desenvolverme en un trabajo y además con mucha velocidad. Entonces, necesitamos una educación mucho más descentralizada, hay que empoderar a todos los centros. La educación es personalizada, es el fin del promedio, del tiempo de todo el mundo aprende lo mismo. Los centros educativos para mí son el corazón de la reforma. Si hay que empoderar los centros educativos, hay que fortalecer los cuerpos que dirigen esa instituciones, también hay que fortalecer al plantel docente, ayudarlos a capacitarse o adaptarse a los nuevos tiempos. Como en todo, hay docentes que están actualizados y otros que no, pero la institución como tal, el formato que le doy, tiene que permitir que eso ocurra.
El trabajo de la Comisión Especial de Futuros
En la Comisión Especial de Futuros hay senadores y diputados de todos los partidos políticos. Es una instancia que “ valoran”, señaló Gili. “Han sido muy abiertos, han escuchado a decenas de profesionales, académicos y emprendedores hablar de estos temas y y lo comprenden y está documentado lo que se va produciendo, por lo cual hay una comprensión” de la situación de Uruguay y el desafío que tiene por delante, agregó.
Gili en su rol de asesor acerca “a los académicos, expertos a la comisión, yo no le estoy diciendo a la comisión lo que tiene que hacer”, aclaró.
La comisión espera poder tener a fines de marzo “un documento y un conjunto de insumos que reflejen un acuerdo compartido sobre las oportunidades y los riegos que esta transformación que está ocurriendo en el mundo” representa, indicó el asesor.
Ese documento debería responder “cuáles son las nuevas habilidades que las personas tienen que tener para trabajar y desenvolverse a la sociedad. Cuáles son las nuevas características del funcionamiento del mercado del trabajo. Cómo mejorar la productividad global de la economía. Cómo transformar la educación formal e informal. Cómo repensar la regulación laboral”, ejemplificó.
Según Gili, “Uruguay puede ser un país chico y en el que todos nos conocemos. ¡Qué ventaja tendríamos si cooperáramos más en vez de confrontar! Es decir si en vez de solo pelear por repartir la torta, mientras hacemos eso -que tiene una lógica- podemos pensar en cómo cooperar para potenciar a Uruguay y que se suba al 100% en este cambio civilizatorio”.
-¿Y por qué no pasa eso, si parece tan lógico?
-Creo que muchos de nuestros incentivos no están diseñados para la cooperación, por lo cual esto genera muchas dificultades. Entonces, a lo que uno podría aspirar es a que los líderes intentaran elegir temas en los cuales cooperar. Cuando uno mira cómo salió Finlandia, hubo una cooperación en la década del 90 para salir de la potente crisis que tuvieron. Uruguay para salir de la dictadura cooperó. O sea, hubo una cooperación de los liderazgos de toda la política, para salir. No es que todo sea negativo, si uno mira el Uruguay de la salida de la democracia hasta ahora, Uruguay ha avanzado y respecto América Latina está en una mejor situación y además ningún gobierno ha alimentado la pólvora respecto al anterior. El problema es que en el mundo actual va todo muy rápido y a veces Uruguay tiene procesos un poco lentos. Cuando el mundo era más lento o era más estable porque el acuerdo que guió el mundo de la posguerra era más estable, no era tal vez tan problemático. Una vez que esa gobernanza no es tan clara y que la revolución tecnológica está cambiando todas las reglas de juego de todos los mercados, el ser lento puede convertirse en un problema.
-Esta situación además aumenta la desigualdad, la brecha entre quienes están preparados y quienes no, ¿cómo se hace frente a ello?
-La preocupación por la desigualdad es muy importante o sea, esta tendencia de desigualdad es muy importante, pero cuando uno analiza el porqué hay una explicación fácil que es la desigualdad la producen los grandes ricos, los dueños de las grandes plataformas, eso es un dato real. China tiene un índice de Gini peor que el de Estados Unidos o sea que es muy complejo todo. Los estudios muestran que un porcentaje muy elevado, más de 50%, de la desigualdad entre las personas ocurre adentro del mercado de trabajo entre la gente capacitada y la no capacitada. En particular eso está impactando muy fuerte en los jóvenes, si Uruguay tiene una característica que es muy complicada es que la pobreza está muy asignada en niños y jóvenes, pero Uruguay tiene un desempleo en jóvenes mayor que el promedio de América Latina. Tenemos problemas propios que tienen que ver con nuestro sistema educativo y nuestra poca adaptación al mercado de trabajo y de las nuevas oportunidades y tiene que ver con las rigideces de nuestro mercado laboral.
-¿Y entonces cómo se hace?
-Son desafíos, la desigualdad no la vamos a resolver solo con impuestos. No digo que no haya que discutir el tema del sistema fiscal, pero creo que no es el principal problema en Uruguay. No estoy discutiendo si más o menos impuestos, lo que creo que es un error discutir sobre el desarrollo del Uruguay a partir de discutir su sistema fiscal. Es como discutir los problemas de salud por por la fiebre. O sea bajáme la fiebre, pero encontráme cuál es la el problema.
-¿Dónde tendría que estar el foco?
-Hay que tomar decisiones sobre todos esos temas vinculados a los mercados laboral, de bienes no transables, el ecosistema de innovación, hay que meter mano en todos estos temas para adaptarnos. Para que Uruguay sea un país mucho más productivo, mejor inserto en el mundo y en las cadenas globales donde hay más valor, necesitamos trabajar sobre procesos de cambios institucionales, más inversiones y además mejorar el sistema de capacitación formal e informal. Para esto hay que poner plata, por lo cual uno podría discutir de dónde sale el dinero y si hay que transformar los impuestos, pero los impuestos para mí es una discusión de segundo nivel. Primero tenemos que resolver qué es lo que queremos hacer con esto. Uruguay tiene una carga fiscal elevada dicen algunos y otros dicen no es tan elevada comparada con el promedio de los países de la OCDE. Pero el problema no es ese, si dejo todo tal cual está y lo que hago es subir los impuestos 10 puntos y llevo la carga fiscal al nivel de los países nórdicos, esto es un caos, finalmente tenemos una caída de nuestra productividad y de la inversión. Ahora, tampoco creo que haya que bajar los impuestos. Si uno mira los países nórdicos, lo que tienen es una inserción global que permite una economía muy potente, sobre la cual entonces sí tiene efecto la recaudación, igual se quejan de los impuestos. Entonces, hay desafíos y hay riesgos, hay oportunidades que se pueden perder. Tampoco creo que Uruguay se convierta en Argentina, destroce su economía por caprichos. Uruguay tiene esa virtud de que su sistema político a veces no coopera, pero sabe que tampoco puede jugar con fuego y destrozar lo que hacemos relativamente bien.
Evento internacional de comisiones de futuro en Uruguay
En octubre del año próximo Uruguay será sede de un evento sobre comisiones del futuro de poderes legislativos de distintos países. Este año se realizó el primero en Finlandia y estuvieron representados 14 países (Uruguay entre ellos). “Es una cosa bien positiva, que lograron los legisladores uruguayos, en particular, Rodrigo Goñi que encabezó la delegación. Está bueno porque nos obliga a salir de la discusión del día a día”, dijo Gili.