Ya no es novedad la cantidad de argentinos que abandonan el país por la situación económica, la falta de posibilidades para los jóvenes, las trabas para los emprendedores, la galopante inflación y la inseguridad, entre las razones que se repiten. España, México, Chile, Uruguay y Estados Unidos son los destinos más frecuentes a los que, ahora, se suma uno inesperado: Andorra. ¿¡Andorra!? Sí, es furor.
El muy pequeño principado europeo, para muchos argentinos de a pie, desconocido, está ubicado en los Pirineos, entre España y Francia y, al no ser miembro oficial de la Unión Europea, resulta ser más flexible y cuenta con menos dificultades que otros países del continente: se puede viajar con pasaporte argentino y trabajar si se lleva una carta de recomendación. El idioma oficial es el catalán, pero el castellano está omnipresente.
Pequeña Argentina. Lluvia de argentinos. La colonia de argentinos más grande. Argendorra. Cada uno de los veinte argentinos contactados por Clarín responde algo parecido. “Nos sentimos en casa. Choferes, empleados y cajeras argentinos y hasta las góndolas con yerba, dulce de leche y alfajores“. Las parroquias -así se llaman a las provincias en Andorra- con más argentinos son Canillo, Encamp y la Massana. “Aunque hoy, para evitar desbordes, también coparon La Vella y Sant Julia de Loria”.
“Esto se ha desmadrado”, le dice a Clarín Toni Solanelles, periodista andorrano, describiendo el paisaje diario de Andorra. “Hay muchísimos argentinos, pero también se ven chilenos y otros latinoamericanos. A diferencia de otros años, lo que estamos notando es que viene gente con problemas: menos recursos económicos, menos formación, menos de todo, algo que no sucedía. Se advierten muchas dificultades y en diciembre puede ser un caos. ¿Tan mal está la Argentina?”, pregunta.
No hay números oficiales pero los propios argentinos que recién llegan están asombrados: “En Migraciones de Andorra me dijeron que el 50 por ciento de los que solicitan la tarjeta verde que permite trabajar son argentinos. Y creen que la cantidad se triplica si se tiene en cuenta los que están sin trabajo o en la búsqueda”, dice Sebastián (32), un argentino que llegó hace dos semanas “a buscar una mejor calidad de vida”.
Lo corrobora Alan Malter, que hace dos años vive en Andorra. “Esto explota, literalmente llueven argentinos, abrís el placard y te encontrás uno… No se puede creer tanta presencia. El año pasado no estaba así. Pasa que en el último tiempo se corrió demasiado la voz, además de las redes sociales, y de pronto Andorra pasó a ser un destino muy buscado”, describe este ayudante de cocina, que vive en El Tarter y que no vacila: “No vuelvo. Acá tengo un futuro que en Argentina era inimaginable“.
Exceso del boca a boca
Hay sendas páginas en Facebook y otra en Instagram, llamada “Argentinos en Andorra”, que informan y actualizan sobre la realidad diaria. Remarcan que es importante llevar un seguro de viaje, la carta de recomendación y estar “limpio” penalmente. También advierten que es “muy riesgoso” viajar sin asegurarse un hospedaje, el talón de Aquiles de este paraíso montañoso.
Hay argentinos que llevan años residiendo, como Manuela Mendoza (38), porteña, quien está desde 2016 y abrió un canal de Instagram para “brindar contención” ya que dice que “no es fácil al principio”. Además da tips sobre documentación, dónde comprar barato, outlets y lugares para llevar CV’s.
“Nunca pensé que iba a ver tamaña cantidad de argentinos. Lo que más me sorprende es que antes llegaban desde Mendoza, Bariloche o Ushuaia, conocedores de los centros de esquí. Pero ahora vienen de pueblos del Chaco o Formosa que llegan para la temporada invernal y… ¡no conocen la nieve! Son jóvenes que vendieron todo y se la jugaron a venir aquí con los últimos cartuchos”, cuenta sorprendida.
Manuela, que es camarera en un hotel en Andorra La Vieja, dice que ese país no es un “destino tentador” para los europeos. “No les interesa porque se gana una plata que para ellos no es significativa. Pero al argentino 1.200 o 1.300 euros por limpiar baños, lavar platos o hacer camas es atractivo. Aquí esos sueldos a nosotros nos rinden… Yo vivo bien, pago mi alquiler, viajo por Europa y ahorro”.
(Malas) costumbres argentinas for export
En algunos medios de Andorra y en las redes sociales empezaron a aparecer quejas por algunos comportamientos de un grupo de argentinos. Algunas actitudes, ajenas a la idiosincrasia de los andorranos, no cayeron bien. Los señalan por ser “ruidosos en los colectivos”, que conviven cuatro o cinco en una misma habitación, y hasta hacen pintadas en las paredes.
Al ser consultada sobre esta situación, Manuela ratificó ese malestar. “Sí, se mandaron macanas como tirarse a dormir en la estación de buses, algo que está prohibido… Tuvieron que ir agentes de Asistencia Social para que los sacaran de ahí… Aquí no se jode, las reglas son muy estrictas. Por eso pido que los argentinos que vengan las cumplan y no hagan boludeces, porque nos perjudicamos todos”.
Ornella Cavallieri (24) hace un año que se instaló y trabaja limpiando habitaciones de hotel. “Laburo 40 horas semanales, tengo dos francos y gano 1.233 euros al mes. Vivo con mi novio que es cocinero y tiene un sueldo de unos 1.500 euros. Estamos cómodos. ¿Por qué vine? Porque es fácil laburar, porque si viniste a trabajar conseguís laburo. Pero acá no es para hacer la plancha“, remarca.
Qué se necesita para trabajar en Andorra
Para conseguir un trabajo temporario en Andorra hay mínimos requisitos. “Vos llegás de turista con pasaporte argentino -explica Ornella- y si tenés la carta de recomendación que avale un mínimo dos años de experiencia en el rubro que solicitás, listo, adentro”.
La situación se complica cuando algunos eligen prolongar la estadía. “Sucede que muchos argentinos, dada la buena vida que se respira, una vez terminada la temporada de invierno eligen quedarse. Te diría que el mayor inconveniente es conseguir hospedaje, porque es un lugar chico y con poca oferta ante tanta demanda”.
Falta de alojamiento, el “talón de Aquiles” de Andorra
Desde distintas páginas en redes sociales, se advierte a los argentinos que no viajen: “¿De qué sirve tener un trabajo, ganar 1.600 euros y no contar con un lugar donde estar con una temperatura de 2 grados? Por favor, piensen bien antes de venir”. Muchos argentinos llegan por el boca a boca pero “sin informarse y andan yirando sin saber qué hacer”.
El boca a boca, justamente, hizo de Andorra un destino masivo. “Dejó de ser un lugar escondido y exótico. Debido a las redes sociales, hoy es una alternativa concreta y más en esta época. ¿Por qué? Está por arrancar la temporada de esquí, se puede trabajar con pasaporte argentino y el castellano es lo que más se escucha”, cuenta Emilio Sánchez (38), instructor de esquí que desde hace cuatro años viaja al principado.
Andorra es uno de las principales centros de esquí de Europa, con 300 kilómetros de pista, “lo que genera mucho turismo y en consecuencia una creciente oferta de trabajo”, dice Emilio. ¿Qué tipo de trabajos? “Como instructor, como es mi caso, pero también en los medios de elevación y en el rubro gastronómico, donde se buscan cocineros, camareros, bartenders y limpieza, con sueldos que van entre 1.200 y 1.500 euros“, puntualiza.
El barilochense aclara que la experiencia “no es para cualquiera”, que hay que estar preparado para un invierno largo, de cinco meses, y con temperaturas extremas que pueden descender hasta los 20 grados bajo cero. “Pero los argentinos estamos curtidos, nos bancamos lo que sea”, hace saber Sánchez, que no viajará esta vez. “Hace cuatro años que sólo vivo en invierno”, admite.
Transportista, Javier Bragallo (51) está sorprendido del arribo a diario de argentinos. “De a 100 por día, realmente es sorprendente, muy por encima de años anteriores“, dice este marplatense que viajó por una temporada a Andorra y se terminó quedando. “Me salió un trabajo estable de lo mío y decidí establecerme”, cuenta.
“Lo más importante es que demuestres la experiencia que decís acreditar y estés limpio penalmente, por lo demás es bastante accesible. Eso sí, hay que arremangarse y laburar. Mi idea es seguir aquí, estoy con mi hijo adolescente que al principio le costó pero ahora se siente cómodo”, señala Bragallo desde la capital Andorra La Vieja.
Dejó de ser un secreto a voces la ola de argentinos que desembarcó en las montañas de los Pirineos. “Es un poco triste, ¿no? Habla de la situación de nuestro querido país, que ya no da más… Por cómo viene la mano, se habla de que será el año que más argentinos arribarán y es lógico… porque se corrió mucho la bola sobre las posibilidades que da Andorra, pasa que el espacio no da abasto, no hay lugar”, pronostica Bragallo.
Paisajes soñados y seguridad
“No es sólo el paisaje lo que te enamora de Andorra, sino también la seguridad, que como ciudadana argentina es una de las prioridades que buscamos cuando dejás tu país. Después te seduce el orden, el respeto y el multiculturalismo, que es fascinante”, detalla Melania Mier, veterinaria, que llegó en agosto a Arinsal, pueblito donde vive y se traslada a La Massana, a 9 minutos en bus (“ni 8, ni 10. Exactos 9”) hasta su lugar de trabajo.
Se ríe Melania porque está sorprendida de la cantidad de argentinos con los que se cruza a diario. “El colectivo es una muestra cabal. Yo, que soy cordobesa, escucho la cantidad de acentos provincianos y juego a adivinar de dónde son. Está lleno de porteños y bonaerenses, pero también de mendocinos y cordobeses. Estamos en todos lados. A cualquier negocio que entrás, sea un local de ropa o un supermercado, te topás sí o sí con un argentino”.
Melania supo de la “posibilidad andorrana” a través de unos amigos, que le vendieron el lugar como “un país amigable”. Y vaya si lo fue: “Apenas llegué me enteré de que había una propuesta laboral como veterinaria, me postulé y quedé, con lo cual pude tramitar una visa anual. Fue tal cual nos dijeron: no necesité un pasaporte comunitario ni un permiso especial, bastó con mi profesión, antecedentes penales apostillados y una carta de recomendación. Me resultó todo muy sencillo, lo cual no siempre ocurre”.
Describe una realidad tan distinta, que no lo puede creer. “Con mi sueldo de veterinaria, que es un poco más que el básico, vive toda la familia, pagamos alquiler y podemos ir a las playas de Barcelona, que están a unas dos horas. Y yo, que acabo de entrar en mi trabajo, ya tengo un mes de vacaciones pagas. ¿Si me veo viviendo? Esto es un sueño y el peso que uno se saca de encima por despreocuparse de la inseguridad… no tiene precio“.
Remarca que extraña su Córdoba natal… y el fernet. “Me duele Argentina, me retuerce el corazón. Pensá que Andorra vive sólo del turismo, todo es importado y en Argentina no sabemos aprovechar los recursos”, concluye Melania, que dice que forma parte de un grupo de WhatsApp “en el que por lo menos hay 230 argentinos con pasajes llegando en estos días”.
Explosión de argentinos y efecto rebote
Otro dato a tener en cuenta. Hay varios argentinos que se están yendo de Andorra por no conseguir alojamiento y también están quienes, viendo la delicada situación, decidieron meter un volantazo sobre la hora. Es el caso de Denise Bilsky, quien seguirá rumbo a Marruecos para hacer un voluntariado en academias de idiomas. “Noté en el chat de argentinos en Andorra que la situación del alojamiento está muy pero muy difícil”.
“Creo que se llegó a este desborde, me parece, porque se divulgó mucho, demasiado fue el boca a boca… de que en Andorra se puede laburar sin visa y tener un buen pasar. Esa gran chance de ser legal en Europa sumado a la falta de esperanza que se respira en Argentina provocó este contrasentido”, opina. “Hay rumores de que hay muchos que están pasando necesidades, no sé, no me consta, pero me enteré que muchos se están yendo frustrados por tener trabajo pero no hospedaje”.
Camino a la esperanza
Thomas Godoy tiene 21 años, es de Florencio Varela y está con un pie en el avión. “Me voy triste, enojado, pero convencido de que acá ya no puedo estar más. ¿Por qué Andorra? Por la seguridad que ofrece, por su estabilidad pero sobre todo por la facilidad que le da a los latinos para trabajar. Los requisitos, al no ser excluyentes, permiten aplicar con visa de temporero para trabajar en hotelería, gastronomía o en su fuerte, que es el esquí. En las redes el tema ‘vivir en Andorra’ es furor, por eso está de moda”.
Describe Godoy que hace unos meses, cansado de los maltratos y la falta de pago en su trabajo, empezó a investigar dónde se podía viajar sin pasaporte europeo. “Vi un video con la firme opción de Andorra, que me terminó decidiendo. No quiero más esta realidad plagada de impedimentos. Todos los que se fueron me empezaron a abrir los ojos y me terminé de animar, a pesar de que no fue sencillo convencer a mis padres”.
Uruguay o México iban a ser los posibles destinos de Julio Alegre (37), su mujer Agustina y sus tres hijos, hasta que un amigo cercano, desde el DF mexicano, le dijo: “Nos vamos a Andorra, venite”.
“¿Adónde?”, se preguntó Julio, oriundo de Trenque Lauquen. “No tenía mucha idea del lugar, pero me puse a averiguar y me cerraba por todos lados, aunque a mi mujer no por la distancia, imaginate movernos con tres pibes”, comparte este distribuidor de bebidas, cocinero y masajista profesional.
“Hace un mes saqué el pasaje sólo para mí y recién ahora estoy cayendo que me voy, pero estoy convencido… No se soporta más esta situación laboral e inflacionaria, no se aguanta no poder salir adelante. Yo tengo cuatro laburos, mi mujer otro, y llegamos a fin de mes pidiendo permiso”.
Alegre admite que a la familia le ronda el temor y la ansiedad por lo distinto… y por la lejanía. “Sé que la voy a sufrir, pero no queda otra. Ya está. Yo viajo el 24 de noviembre y será duro estar sin la familia durante hasta marzo o abril. Será la primera vez que me separo de mi mujer y de mis chicos, pero la idea es establecerme y mandarles los pasajes tan pronto pueda juntar plata“, expresa con tensión Alegre.
Cuenta Alegre que de Andorra lo sedujeron las posibilidades de trabajar con pasaporte argentino. “Y saber, por lo que me dijeron, que si laburás te va a ir bien, no hay impedimentos. Yo lo único que quiero es poder trabajar. También me destacaron la educación, que es inmejorable, lo que me da tranquilidad porque mis hijos en Argentina van a escuela pública y lo único que hacen es enseñarles a sindicalizarse, algo que me parece intolerable”, dice.
Habla de la Argentina, piensa en el futuro de sus tres hijos y se le hace un nudo en la garganta a Julio, que no puede creer que esté a días de decir adiós. “Es muy pero muy triste irse de un país que uno ama, sabiendo que tenemos todo para salir adelante, pero la política se encarga de destruirlo todo -maldice-. Quiero laburar, emprender, me preparé para hacer diferentes cosas y lo único que encuentro aquí son palos en la rueda: impuestos, trabas, inflación. Basta, no doy más”.
MG