En medio de la crisis migratoria que enfrenta Panamá tras el cierre de la frontera por parte de los Estados Unidos para ciudadanos venezolanos, el presidente panameño, Laurentino Cortizo, exigió reuniones francas y no protocolares con los países vecinos.
Es un tema que no solo nos involucra a nosotros como panameños, tiene que involucrarse muchos otros países, dejó claro el mandatario panameño.
Cortizo calificó de productiva y directa, la primera reunión sostenida por el Ministerio de Relaciones Exteriores con autoridades de Costa Rica, Estados Unidos y Colombia.
En la primera reunión técnica trilateral de directores de Migración de Colombia, Costa Rica y representantes de los Estados Unidos de América, las autoridades reconocieron la existencia de una crisis migratoria a nivel regional.
“Fueron evaluadas varias propuestas en esta reunión, lo más importante es que los Estados presentes estuvieron de acuerdo en el establecimiento de rutas, seguras y formales, que ayuden a combatir el tráfico ilícito de migrantes, la trata de personas y, sobre todo, salvaguardar la seguridad de las personas migrantes”, aseguró la directora encargada del Servicio Nacional de Migración, María Isabel Saravia.
El mandatario panameño señaló que el flujo de migrantes irregulares ha estado aumentando, mientras queel flujo de venezolanos ha disminuido considerablemente.
Autoridades tienen previsto una reunión del próximo 9 de noviembre donde se abordará la creación de un observatorio de movilidad humana, a fin de obtener información sobre el movimiento migratorio irregular; de igual forma, plantea solicitar a la Organización Internacional para las Migraciones que efectué un análisis actualizado de los programas para migrantes en la región, para identificar oportunidades laborales para personas en esta condición.
El tema migratorio también fue abordado este 3 de noviembre por el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, durante el tedeum en conmemoración de la Separación de Panamá de Colombia, en la Catedral Basílica Santa María La Antigua.
Ulloa reconoció los esfuerzos del Gobierno Nacional y recordó que la crisis migratoria requiere una salida humanitaria, respuesta que no puede darse de manera unilateral en Panamá.
Instó a los organismos y a la sociedad a no ser indiferentes ante el dolor de los hermanos venezolanos.
Con el cierre de la fronteras de Estados Unidos, más de 3,800 migrantes venezolanos quedaron varados en Panamá, muchos de ellos han retornado de forma voluntaria a su país, otros cientos permanecen en albergues, en las calles o en la terminal de transporte, muchos de ellos con grandes carecias y falta de recursos.
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