El actor vitoriano encarna a un arquitecto jubilado taciturno y amargado en la ópera prima de Avelina Prat, que llega a los cines el próximo viernes. «Tengo que cambiar el chip, no puede ser que lo primero sea el trabajo y después la familia y la salud», promete
Por su primer trabajo cobró 30.000 pesetas que se fundió en una chupa negra y anaranjada. Corría el año 1987 y Karra Elejalde (Vitoria, 1960) aparecía en los créditos de ‘Lauaxeta, a los cuatro vientos’ como Carlos Elejalde. Aquel chaval que andaba con la gente de Hertzainak y con grupos de teatro cargando la tramoya en furgonetas y poniendo focos es hoy el actor más solicitado del cine español, que solo en noviembre estrenará dos películas en las salas. Por una de ellas, ‘Vasil’ –en los cines el próximo viernes– acaba de recibir ex aequo el Premio al Mejor Actor en la Seminci de Valladolid junto a su compañero de reparto, el búlgaro Ivan Varnev.
La ópera prima de la valenciana Avelina Prat aborda cuestiones como la incomunicación y la inmigración a partir de la relación entre un inmigrante búlgaro y un arquitecto jubilado que lo acoge en casa. No tienen nada en común y ni siquiera hablan el mismo idioma, pero les une la pasión por el ajedrez, del que el recién llegado es un consumado maestro. La cinta, que ha pasado asimismo por el Festival de Varsovia y la Mostra de Valencia, se inspira en la experiencia real de la directora, que un día descubrió que su padre había acogido a un inmigrante búlgaro en su hogar. Alexandra Jiménez, Susi Sánchez y Sue Flack completan el reparto.
«Parece que si te dan un premio ex aequo te tiene que hacer la mitad de ilusión, pero a mí me la hace el doble», afirma Elejalde a EL CORREO desde Valladolid. «He tenido muy buena química con Ivan Varnev. A pesar de que yo no hablo inglés ni búlgaro y él no habla español nos hemos entendido a la perfección, hacemos un tándem de puta madre». Su personaje de Alfredo, el arquitecto retirado que acoge al inmigrante en su casa ante la mirada atónita de su hija, es un hombre taciturno y amargado. Vamos, la antítesis del Karra real.
«Me interesó la película porque el personaje era lo opuesto de mi manera de ser visceral, de mis biorritmos. Es un hombre avinagrado, gruñón, ortopédico, parecido al Unamuno de ‘Mientras dure la guerra’. Vive con las persianas bajadas, ya sabes que con la edad se nos acentúan las manías», describe el actor, que todavía tiene en cartelera la comedia ‘La vida padre’, donde encarna a un cocinero sin memoria. «’Vasil’ habla de la dificultad que tenemos para comunicarnos, tanto con nuestro seres cercanos como con un inmigrante», explica.
«Parece que somos Europa, pero un búlgaro tiene enormes problemas burocráticos, aunque sea una eminencia», lamenta Elejalde, al que le gusta que la cinta aborde el tema de la inmigración de manera sutil. «La directora no hace un alegato ni un panfleto, sino una reflexión que tiene que rellenar el espectador. Esta es una película muy de autora, en la que los actores decimos mucho con los silencios y las pausas».
Nominado en cuatro ocasiones al Goya, estatuilla que ha ganado en dos ocasiones como actor de reparto por ‘También la lluvia’ y ‘Ocho apellidos vascos’, Karra Elejalde vive un momento dulcísimo en su carrera. Todo cambió después del éxito de su personaje de Koldo en ‘Ocho apellidos vascos’, que en 2014 se convirtió en la película española más taquillera de todos los tiempos. El intérprete vitoriano no ha parado de trabajar desde entonces, agradeciendo papeles que estuvieran en las antípodas del vasquísimo Koldo, como el Unamuno de ‘Mientras dure la guerra’ o el protagonista de ‘Vasil’. El 18 de noviembre le veremos como gruñón rey Melchor en
‘Reyes contra Santa’, de Paco Caballero (‘Perdiendo el este’), una comedia familiar con vocación de reventar la taquilla estas navidades.
«Cuando hacía teatro siempre pedía que me cambiaran en la función número 25 porque no me gusta repetir, soy como una abeja que liba de flor en flor, un culo de mal asiento», aclara el actor, que también ha estrenado este año ‘Llegaron de noche’, de Imanol Uribe, en la que daba vida a Ignacio Ellacuría. «Yo tengo siempre que sentirme afín ideológicamente al guión. Unamuno me cura de Koldo y los reyes magos me curarán de ‘Vasil’. Nunca he tenido intenciones hollywoodienses, si no hablo ni euskera, ¿cómo voy a hablar inglés? No puedo renegar de ‘8 apellidos vascos’, pero soy el mismo actor que antes de hacerla, con las mismas capacidades y limitaciones».
La fama, eso sí, ha cambiado su vida. «Ya no voy a una discoteca ni como en una terraza», lamenta. «La gente a las doce del mediodía es muy educada, pero a las dos de la mañana con un gintonic en la mano es borde y faltona. Me ha cambiado la vida, las celebraciones las hago en casa». El brutal ritmo de trabajo, promete, variará dentro de poco. «Tengo que cambiar el chip, no puede ser que lo primero sea el trabajo y después la familia y la salud. Soy como un puto atún pillado por el anzuelo, que no sé por dónde voy».
La 67 edición de la Seminci ha otorgado la Espiga de Oro a la mejor película a ‘Return to Dust’, sexto largometraje del chino Li Ruijun, que cuenta el drama de una pareja expulsada de sus respectivas familias y obligada a contraer un matrimonio concertado. El mejor director ha sido el veterano realizador polaco Jerzy Skolimowski por ‘Eo’, una original cinta en la que los problemas de Europa son contemplados a través de la mirada de un burro. El premio de interpretación femenina ha correspondido a la actriz belga de origen marroquí y español Lubna Azabal, protagonista de ‘El caftán azul’, drama de Marian Touzany ambientado en una tienda tradicional de caftanes que se acaba de estrenar en los cines españoles.