—¿Qué nos puedes decir de ti?
—Pues la verdad es que muy poquito.Puedes ir tirando de los mejores jugadores de España hasta que llegas a uno que cumple los requisitos de cada pista que haya dado. Al final es muy sencillo. Por eso, el disfraz me cubre todo, para no dar ninguna pista de quién puede haber detrás de él. Así que poco puedo decir.
—¿Es verdad que cubres tus manos para que no cojan tus huellas dactilares?
—Las huellas no, porque nunca ha sido posible. Siempre llevo este disfraz. Pero sí que han estado muy atentos a cualquier pista o desliz que haya podido tener durante los directos o en mis apariciones en público. Incluso a mis gestos o a mis movimientos en el tablero, qué apertura de juego hago, etcétera, para saber si pueden sacar alguna pista.
—Juegas, entonces, dos partidas a la vez, la de ajedrez y la del despiste.
—Exactamente, he tenido que cambiar mis aperturas y cómo juego de forma habitual al ajedrez, también mis movimientos y mi voz… Absolutamente todo, para no dar ningún indicio de quién puede estar detrás del disfraz.
—¿Cómo fue la primera vez que te presentaste siendo Rey Enigma en El Retiro?
—Iba con miedo porque no sabía cómo iba a funcionar. En redes sociales funcionaba muy bien, pero el disfraz impresiona mucho más en persona. Me fui al Retiro con unas piezas, un tablero y un reloj de ajedrez y me senté. Fue curioso porque nada más poner el tablero y un cartel que decía que si alguien conseguía vencerme, se llevaba 100 euros, la gente se empezó a agolpar y se creó un ambiente espectacular. Muchos se animaron a probar y al final de cada partida la gente aplaudía. Funcionó genial. El resultado fue muy bueno.
—Tendrás muchas anécdotas.
—Pues mira, hay una que me pasa muy a menudo cuando estoy con mis amigos del ajedrez sin disfraz y sale el tema de Rey Enigma. Todos opinan sin tener ni idea de que soy yo. Es divertido. Por una parte tienes ese miedo de que puedan descubrirte, pero nadie sabe quién hay detrás.
—Te enfrentaste a los grandes como Kaspárov, Kárpov, Nakamura o Vachier-Lagrave, ¿cómo has quedado?
—Las partidas que jugué con Kaspárov las perdí. Sí que estuvieron muy disputadas y algunas de ellas hasta al final. Fue una experiencia impresionante. Me encantó poder jugar con él, de tú a tú, y después comentar las partidas. Fue genial. Y con Máxime Vachier-Lagrave, también corrí la misma suerte. Me ganó. En ese momento era el campeón del mundo de ritmo rápido, pero la partida también estuvo muy disputada y en algún momento tuve ventaja, así que me fui satisfecho de haber tenido la oportunidad de poder jugar contra mis ídolos. Y Nakamura me ganó en una partida y en la otra conseguí hacer tablas. Así que también muy orgulloso.
—Con Kárpov también lograste tablas y encima en «prime time» («Got Talent»), que lo vio todo el mundo, ¿cómo lo viviste?
—Pues tenía una doble sensación. Por un lado, una ilusión tremenda de poder jugar con Kárpov. Yo, además, no lo sabía. Fue inesperado. Risto me dio esa sorpresa para que pudiera jugarme la identidad contra un campeón del mundo. Pero, por otro lado, tenía bastante miedo porque me estaba jugando mi identidad. Era un reto impresionante. Fue muy emocionante.
—¿Cuál ha sido tu partida más complicada?
—Diría que la de Kárpov por la tensión que se vivió. No solo por toda la gente que lo estaba viendo, y por la propia actuación en sí, sino por lo que había en juego, que era mi identidad. La viví como mi partida más difícil.
—¿Solo ocho personas conocen tu identidad?
—Sí. A día de hoy son menos de diez personas. Y espero que se mantenga así. Tengo un protocolo muy estricto. Siempre que voy a cualquier aparición en público tomo precauciones. También en mis intervenciones online, cuido todos los aspectos para que no se descubra quién es Rey Enigma. Espero que se mantenga así por muchos años más.
—Y cuando te registras en un hotel, ¿das tu identidad?
—No me suelo alojar en hoteles por eso mismo. Tampoco me quedo en la ciudad donde es el evento. Tomo ese tipo de precauciones. La verdad es que es complicado.
—¿Desvelarás alguna vez quién eres?
—La idea es que no, porque tengo esa responsabilidad con el ajedrez, quiero que se mantenga mi anonimato. Pero es un sacrificio muy grande el que tengo que hacer a nivel social. Muchas veces tienes que mentir a gente a la que quieres. Pero también el apoyo de la gente es impresionante y eso es lo que me hace mantenerlo a día de hoy. Cuanto más dure el enigma, mejor.