La Cumbre Mundial de Cultura (Mondiacult) celebrada en México la semana pasada puede ser recordada por cuatro acciones fundamentales llevadas a cabo por la delegación mexicana como estado parte del organismo. La primera es la precisión en el llamado que había hecho la Unesco antes de la Cumbre, a “planear la cultura como un Bien Público Global”, pues el pleno de ministros y representantes, determinó cambiar el concepto “global” por el de “mundial”. Esto luego de una serie de acercamientos estratégicos al más alto nivel por parte de la delegación mexicana, concretamente el área jurídica y de relaciones internacionales y la propia secretaria de cultura. No es un asunto menor, todo el sistema de naciones unidas, por alguna razón que incluso ellos mismos desconocen, ha adoptado el término “global”, en materia de salud, medio ambiente y reparto de vacunas, con inusual ligereza, renunciando a su historia y colocándose en el terreno de la OMC. La segunda acción fue haber introducido los dos temas que Secretaría de Cultura viene trabajando con especial dedicación y resultados: la atención jurídica al tráfico y subastas de bienes culturales de procedencia ilícita y la apropiación indebida de diseños y creaciones artesanales. La tercera, la gestión estratégica para que estuvieran presentes tanto Unidroit como la OMPI, ya que son los organismos encargados de atender los dos asuntos del punto anterior. Y la cuarta, haber facilitado el regreso de los Estados Unidos a la Unesco.
La primera acción es para mí la más importante. Entre otras cosas porque el concepto global, cosifica la actividad humana, cualquiera que esta sea. De tal forma que haber sostenido dicho concepto en La Carta por la Cultura, hubiera normalizado lo que tanto se ha peleado: la condición social del artista, el tráfico, venta y subasta de bienes culturales de procedencia ilícita, la apropiación indebida de diseños y creaciones de comunidades originarias, actividades que, en la lógica “global” (globalización) serían entendidas, normalizadas y aceptadas. En la globalización no existen fronteras, son borradas por los marcatenientes del globo que se dedican a conectar únicamente lo que para su beneficio económico funciona, y a desconectar lo que les estorba. En la globalización no existen gobernantes, sino gerentes, no se gobiernan personas, se administran bienes y servicios; no hay ciudadanos, sino consumidores, los gobiernos aquí, no ven hacia abajo, hacia los ciudadanos gobernados, sino hacia arriba donde están los organismos que les califican su deuda y les conceden préstamos financieros. No existen las instituciones, sino las sucursales diseñadas y orientadas a establecer una sola unidad económica, un solo mercado monetario y comercial que funcione 24/7.
La globalización financiera se ve descolocada por los NFT´s y las criptomonedas. Hace una década que dejó de hablarse de la hegemonía de Hollywood, incluso de Bollywood en la India, de TV Globo en Río de Janeiro, de Sony en Tokio, Televisa en México, Telesur en Caracas… Qué podríamos decir en estos momentos de China Media Films y Shanghai Media Group, o de la estrategia de Egipto, Líbano y el Golfo con la creación de Grupo Rotana, cuya misión era difundir una cultura árabe desde su sede en Raid, sus estudios televisivos en Dubai, su rama musical en Beirut y su división cinematográfica en El Cairo. ¿Y qué de Peter Lam, dirigente comunista al frente de eSun? El gigante del cine y la música en China continental y en Hong Kong. Es decir, por primera vez en la historia del entretenimiento, si le va bien a Netflix no necesariamente le va bien a Estados Unidos. Considérese la decadencia del fordismo en la ciudad de Detroit y la manera en que la ciudad quiso recurrir a la venta de los murales de Diego Rivera para sanar sus finanzas.
La mundialización (mundo), a diferencia de la globalización (globo) es una integración mundial en la que sí existen e importan las personas, las comunidades y las naciones; donde se gobiernan ciudadanos con derechos y obligaciones a través de instituciones públicas y privadas.
Intentaré situar cronológica y semánticamente los conceptos mundo y globo, recurriendo a Carlos Castillo Peraza (El globo en busca de mundo) y Joan Coordinas (Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana). Nos damos cuenta que, fue en el siglo XII que la palabra mundo apareció en nuestro lenguaje y sirvió para hacer referencia a un espacio habitado por seres humanos. De ahí que, tanto en la historia como en la religión, la literatura etc. se hablara de “mundo inferior”, “submundo”, “infra-mundo”, “mundo celeste” o “supramundo”, y no de “subglobo” o de “supraglobo”. En los siglos XV y XVI los navegantes de la época, en su intento por demostrar que la tierra era un globo, se encontraron con islas habitadas por hombres y mujeres y fue así que se habló de un “nuevo mundo”. La esfera y el globo sirvieron en todo caso, como señala Castillo Peraza, para hacer modelos a escala de lo que habían desencubierto. En ese sentido, sostiene que el globo era un asunto de ciencia y técnica, de materia y forma para marinos y cartógrafos, en tanto que el mundo, un asunto de seres humanos.
Si vamos siglos atrás, los primeros que pensaron el mundo en términos jurídicos y políticos, fueron los teólogos españoles de la Escuela de Salamanca encabezados por Francisco de Vitoria. Los padres del derecho de gentes, hoy conocido como derecho internacional. Ahí se estudiaron y defendieron los conceptos de dignidad, libertad y propiedad antes que en otras escuelas, corrientes y pensadores. En fin que, mundialización y globalización no son sinónimos como se querían plantear en Mondiacult, y esa precisión es quizá la más importante de la cumbre, aunque de momento no se vea.
Decía el poeta Hugo Gutiérrez Vega que la globalización, si bien no era reversible, sí por lo menos revisable. Esto es lo que ha hecho la Cumbre en México: sentar las bases para hacer una revisión histórica sobre la tradición humanista del organismo. Y es que la cultura está llamada a unir (desde la mundialización), lo que la política separa (desde la globalización). De ese tamaño es el compromiso de hacer las cosas bien. Felicidades a la Secretaría de Cultura por entender e impulsar este pequeño gran cambio dentro del sistema de la Naciones Unidas.