Pau* tenía 11 años cuando ella y su madre dejaron su natal Venezuela para emprender el agotador viaje por tierra hasta Perú. Para Pau, la transición fue difícil. En su nueva escuela en la capital peruana, Lima, fue víctima de una gran cantidad de acoso escolar y cayó en una profunda depresión. Las cosas se pusieron tan mal que la preadolescente decidió adoptar un acento peruano para no seguir llamando la atención.
“Me fui deshaciendo, [lo] que es muy doloroso, deshaciendo de mi identidad”, recordó Pau, quien ahora tiene 15 años.
Pero en 2021, su madre se enteró de la existencia de una organización, llamada Quinta Ola, que trabajaba para empoderar a jóvenes peruanas y a personas refugiadas y migrantes venezolanas de la misma demografía. Inscribió a Pau en uno de los programas virtuales del grupo durante la pandemia de COVID-19. Las sesiones en línea para las jóvenes venezolanas abarcaron temas como el sexismo, la xenofobia, la violencia de género y el activismo juvenil, y les dieron la confianza y las herramientas necesarias para participar en campañas para el cambio social e incluso para diseñar sus propias iniciativas. Otras sesiones reunieron a las chicas venezolanas y peruanas, fomentando la amistad intercultural.
“Me siento una persona mucho más segura”.
“Quinta Ola me dio la oportunidad de conocer mis derechos, de conocer lo que merezco por ser un ser humano”, comentó Pau, añadiendo que el programa, conocido como ‘Chamas en Acción’ (Chicas en Acción), le había devuelto gran parte de su confianza anterior. “Me siento una persona mucho más segura, aun así, tengo que seguir trabajando en el tema de mi autoestima, porque es algo que se ha visto destruido con el paso de todo el tema de la inmigración”.
El programa también le permitió establecer vínculos con chicas peruanas de su edad.
“Veo [a Quinta Ola] como parte de mi familia, a todas las chamas, [como] hermanas”, contó Pau, añadiendo que su amistad con una peruana de 16 años llamada Suyay había resultado especialmente gratificante.
Suyay señaló que las sesiones también le abrieron los ojos.
“Pude conectar con chicas venezolanas… porque ellas, tal como yo, estaban interesadas en el feminismo, el empoderamiento y el activismo”, expresó Suyay. “Entonces fue súper importante eso, saber que teníamos algo en común para poder conectar”.
Fundada en 2017 por tres mujeres peruanas de poco más de 30 años, Quinta Ola, cuyo nombre hace alusión a las sucesivas etapas del movimiento feminista, enseña a mujeres y niñas el empoderamiento político a través de talleres, organización comunitaria y activismo. También incluye tutorías destinadas a ayudar a las participantes a identificar los tipos de cambio social que quieren defender.
La semilla de la organización se plantó un día cuando las tres amigas, Beatriz Córdova Aquino, Gianina Márquez Olivera y Karina Nuñez Paz, estaban discutiendo sobre la violencia de género y llegaron a la terrible conclusión de que había afectado a casi todas las mujeres que conocían.
“En ese momento una llama se encendió o activó en nosotras”, declaró Gianina, y añadió que querían encontrar una forma de romper el ciclo de la violencia dando voz a las mujeres jóvenes dentro de sus propias familias y, eventualmente, un asiento en las mesas de poder.
Al principio crearon un grupo inspirado en GirlGov, un programa de empoderamiento pionero en Pensilvania, Estados Unidos, y trabajaron sin financiación durante el primer año. Pero el trabajo de Quinta Ola con las niñas peruanas les otorgó prestigio y atrajo apoyo financiero, lo que les permitió ampliar su programa para incluir a las personas refugiadas y migrantes.
El pasado mes de junio, Quinta Ola fue una de las siete organizaciones lideradas por mujeres que ganaron el premio ACNUR a la innovación (que este año se otorgó con el apoyo financiero de Estados Unidos, a través del programa Safe from the Start), por su trabajo enfocado en el empoderamiento de las niñas venezolanas.
Con más de 1,32 millones de personas venezolanas registradas en Perú, el país acoge a la segunda población más grande del mundo de refugiados y migrantes venezolanos, la mayoría de los cuales, como la familia de Pau, se han establecido en Lima y sus alrededores. Aunque el gobierno peruano ha trabajado para regularizar a la población venezolana, muchas personas denuncian que se enfrentan a la discriminación.
“Las adolescentes venezolanas se ven triplemente discriminadas: por ser adolescentes, mujeres y migrantes”, explicó Karina, una de las fundadoras de Quinta Ola. “[Para ellas] la situación es aún más crítica, pues además cuentan con limitadas redes de apoyo y recursos para la movilización social”.
Las participantes en el programa ‘Chamas en Acción’ de Quinta Ola identificaron la lucha contra la xenofobia como una de sus principales prioridades. Las chicas crearon una encuesta para recopilar datos sobre la discriminación a la que se enfrenta la población venezolana en Perú y utilizaron sus conclusiones para elaborar recomendaciones de políticas públicas destinadas a frenar la xenofobia, que enviaron a los gobiernos regionales de Perú. También formaron grupos de trabajo para abordar la hipersexualización de las mujeres y niñas venezolanas y la discriminación en el acceso a la educación.
María*, de 14 años, una participante venezolana de ‘Chamas en Acción’ que también luchó por adaptarse a su nueva vida en Lima, atribuyó al programa no solo el haberle dado la fortaleza interior para seguir adelante, sino también el haberle mostrado un camino para lograr un cambio duradero.
“He podido aprender muchísimo sobre la sociedad, sobre el mundo y también muchísimo sobre mí”, comentó, y añadió que “el activismo en mi vida se volvió algo fundamental y muy importante. Y sinceramente, no sé qué sería de mi hoy en día si no fuera activista”.
*Las participantes de Quinta Ola solicitaron que se utilizara solo su nombre de pila.