El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, visitó este miércoles la recién liberada Izium, en la región nororiental de Járkiv, cinco días después de que las fuerzas del país reconquistaran la ciudad.
Las fotografías publicadas en la página de Facebook de una unidad del ejército mostraban a Zelensky en una ceremonia en la plaza principal para izar la bandera ucraniana sobre el edificio administrativo de la ciudad. También estaba presente Hanna Maliar, viceministra de Defensa.
“Antes, cuando mirábamos hacia arriba, siempre buscábamos el cielo azul. Hoy, cuando miramos hacia arriba, sólo buscamos una cosa: la bandera de Ucrania”, dijo Zelensky en un mensaje en el canal presidencial de Telegram.
“Nuestra bandera azul-amarilla ya ondea en el Izium desocupado. Y lo hará en todas las ciudades y pueblos de Ucrania. Nos movemos en una sola dirección: hacia adelante y hacia la victoria”.
“Quiero daros las gracias por haber salvado a nuestro pueblo, nuestros corazones, nuestros hijos y nuestro futuro”, dijo Zelensky, según una declaración publicada en el sitio web de la Presidencia.
“Ha sido extremadamente difícil para ustedes en los últimos meses. Por lo tanto, les pide que se cuiden, porque son el activo más valioso que tenemos”, dijo.
“Puede ser posible ocupar temporalmente los territorios de nuestro Estado. Pero es definitivamente imposible ocupar a nuestro pueblo, el pueblo ucraniano”, dijo.
En la ceremonia se guardó un minuto de silencio para recordar a los fallecidos durante las operaciones militares.
Las fuerzas ucranianas recuperaron el sábado el control de Izium, lo que supuso un gran golpe estratégico al asalto militar ruso en el este.
Izium, que se encuentra cerca de la frontera entre las regiones de Járkiv y Donetsk, estuvo bajo ocupación rusa durante más de cinco meses y se convirtió en un importante centro de operaciones para los militares invasores.
Moscú utilizaba Izium como plataforma de lanzamiento para los ataques hacia el sur de la región de Donetsk y Kupyansk, a unos 50 kilómetros al norte de Izium, como centro ferroviario para reabastecer a sus fuerzas.
El colapso de Rusia en el noreste de Ucrania desató la furia de los leales a Putin, que condenaron el abandono de Járkiv por parte del Kremlin en una rara muestra de crítica mordaz.