La candidatura del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que busca consagrar su tercer mandato el 2 de octubre próximo, hoy recibió un apoyo fundamental: Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente y fundadora del partido Red Sustentable. Al lado del ex mandatario, esta política de gran prestigio en su país, fue terminante al defender su apoyo al líder petista delante de un centenar de periodistas y fotógrafos. Sostuvo que “hay una amenaza esencial y es la amenaza a la democracia”. Con énfasis declaró que es “preciso derrotar a (Jair ) Bolsonaro y a la semilla maléfica del bolsonarismo”.
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La importancia de su respaldo reside en la historia que primero unió y luego separó a ambos dirigentes a lo largo de las últimas dos décadas. Ella condujo la cartera medioambiental entre 2003 y 2008, cuando dejó el gobierno del ex gobernante por desacuerdos en las políticas desplegadas por su ministerio. En su momento, ella llegó a decir que el gobierno de Lula nunca había desplegado “real interés” en asuntos como cambios climáticos y preservación del Amazonas. Con todo, aclaró esta mañana que “nunca dejamos de conversar, mismo en los momentos dolorosos de nuestras vidas”. Marina llegó a tener una alta performance electoral, tanto en las presidenciales de 2010 como en las de 2014, cuando obtuvo 19 millones y 22 millones de votos respectivamente.
El aporte político de la dirigente llega en un momento clave. Las últimas encuestas revelaron un estancamiento en la candidatura del petista, que según la última de Datafolha se ubicaba en 44%, frente al presidente Bolsonaro que inició un proceso de avance en la consolidación de su electorado (35%). De acuerdo con otra investigación de la consultora BTG, que se divulgó esta mañana, Lula tendría 41% de las intenciones de voto contra 35% del jefe de Estado; pero eso implicaría una reducción sustancial de la distancia entre ambos. En tales condiciones, el líder del Partido de los Trabajadores deberá esperar a la segunda vuelta para que lo corone el éxito: todo indica que el 30 de octubre saldría victorioso con 51%.
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Hay sin embargo una prisa, tanto del ex presidente como de sus ocho partidos aliados, por sumar todos los apoyos necesarios para que la disputa quede saldada ya el 2 de octubre. Lula admite como probable tener que sostener la campaña hasta el fin del próximo mes: “Nunca tuve la chance de ganar una elección en el primer turno” sostuvo el fin de semana y refrendó hoy. No obstante, el mundo político brasileño intuye que Bolsonaro, de tener una segunda oportunidad, aprovechará esa instancia para poner en tela de juicio los comicios en caso de fracasar su reelección. Hay miedo, ante ese escenario de un recrudecimiento de la violencia política que asoma estos días.
Desde luego, el actual jefe del Palacio del Planalto tuvo una brisa a favor procedente de los actos del 7 de septiembre, por los 200 años de la Independencia de Brasil. En ellos dejó su faja presidencial para protagonizar manifestaciones a su favor, en Brasilia y en Río de Janeiro. Ese hecho fue denunciado por todos los demás candidatos, que lo consideraron un “uso abusivo” de la fecha patria.
Según el politólogo Marco Antonio Carvalho, de la Fundación Getulio Vargas, por el momento las encuestas revelan un estrechamiento “natural” en la diferencia entre los dos grandes competidores. Pero advierte que si este proceso se transforma en tendencia “con un resultado numérico empatado (en poco tiempo), eso puede generar un impacto negativo para la campaña de Lula y positivo para la de Bolsonaro”.
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Para Marina Silva, hay mucho en juego en estos comicios. Ella sostiene que será preciso algo así como una “reconstrucción de posguerra” luego del período de 4 años de Bolsonaro, en que a su juicio hubo un desmonte del Estado en áreas tan críticas como la de medio ambiente. Junto con Lula, quien mostró una gran alegría de estar con la dirigente política, a su vez postulante a diputada federal, Marina sostuvo que hay un acuerdo programático entre ambos. De hecho, Lula ha mencionado el tema ambiental y amazónico como uno de los ejes centrales de un eventual gobierno suyo.
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