Uruguay tiene en Argentina un vecino barato y que no crece. Y esa realidad es parte fundamental del escenario económico para el país. En esta afirmación coincidieron los expositores de “Uruguay ante una región inestable”, una mesa de análisis económico organizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) en la Expo Prado ayer, en la que participaron los economistas Javier de Haedo (director del Observatorio de Coyuntura Económica de la Universidad Católica), Aldo Lema (socio de Vixion Consultores), Tamara Schandy (socia de Exante) y Agustín Iturralde (director ejecutivo del CED).
Los economistas expusieron que Uruguay enfrenta desafíos en la región no tanto por Brasil (que si bien arroja luces y sombras sobre, no tendrá mayores sorpresas aun con las elecciones de octubre), sino por una Argentina complicada, con una magnitud de desequilibrios “castaño oscuro” (al decir de Schandy), que no termina de resolver.
“Las cuatro íes”.
Quien presentó una visión más negativa sobre la economía argentina, fue De Haedo, al enumerar los factores que la tiran abajo, incluyendo “una cúpula de gobierno sui-géneris”, un acuerdo con el FMI “hecho por ambas partes por resignación” y varios default sucesivos en su historia. “¿Es posible un cambio de libreto?” se preguntó retóricamente y afirmó: “Con este gobierno (argentino) no y con el próximo es difícil. Los cambios deberían ser enormes y tendrían que pagarse costos políticos considerables. No veo un futuro promisorio para Argentina”.
Y fue más lejos con un comentario lapidario sobre las bases de las malas políticas de Argentina, a las que llamó “las cuatro íes”: ignorancia, ideología, intereses creados, idiosincrasia.
Agregó que se trata de una política que empezó en 1943 (cuando Juan Domingo Perón era ministro de Trabajo) y desde entonces el panorama económico se ha mantenido, actualmente con estanflación y con un producto per capita equivalente al de 2005.
¿Tiempo indefinido?
El tema de los precios de frontera, con un diferencial cambiario brutal que hace tambalear la supervivencia de los comercios de este lado, en Salto, Paysandú, Río Negro y hasta Artigas, estuvo también sobre la mesa.
Tanto De Haedo como Lema plantearon que Argentina será barata por tiempo indefinido, incluso “prácticamente permanente”.
Es claro que el diferencial golpea duro a la economía uruguaya (no solo la de frontera), ya que peso que se gasta en Argentina no se gasta acá, o salario que se paga en Argentina no se paga acá.
Argentina es un mercado de bienes menos importante para Uruguay que décadas atrás, pero sigue siendo vital para su turismo. Y la contracara de que Argentina sea barata para los uruguayos, es que Uruguay es caro para los argentinos que quieren hacer turismo en el país.
En este contexto, Iturralde proyectó que faltan “varios años” para que la clase media argentina pueda volver a Punta del Este. “Esas temporadas con muchos argentinos como antes, no van a volver en varios años”, reafirmó. Y aconsejó que habría que vender más servicios turísticos en otros mercados.
“No me quita el sueño”
Las proyecciones sobre el crecimiento económico de Brasil se han ido revisando al alza; las expectativas pasaron de 0% o negativo, a 2% o 2,5%. Aparecieron ciertas inversiones últimamente y las exportaciones crecieron al doble que en 2015 en ese país.
Por otro lado, Brasil arrastra reformas estructurales a medias, caída del salario real, rebrote de la informalidad laboral y otros males.
Sin embargo, “Brasil no me quita el sueño”, dijo De Haedo al referirse a su impacto sobre Uruguay, dado que este país presenta fortalezas estructurales que no tiene Argentina.
Remarcó que Brasil está en una incipiente recuperación económica y que su banco central tiene una reputación favorable “bien ganada”, pero que no existen elementos para ser optimistas; “¿por qué van a ser distintos los próximos 10 años que los últimos 10, más allá de vicisitudes del contexto externo?”, lanzó.
La proyección es que Brasil podrá llegar a una estabilización a mediano plazo y va a permanecer barato en comparación con Uruguay, como en otras oportunidades en la historia, sin mayores riesgos para el país.
“Mediocre e inestable”
Lema puso un cable a tierra al citar una frase del actor argentino Ricardo Darín: “¡¿Cuándo no hubo crisis acá?!”, dijo en una de sus películas sobre Argentina, lo que puede aplicarse perfectamente a la volatilidad de la región.
Para Lema, la solución para Uruguay pasa por una diversificación “adicional” de los servicios. “La crisis de 2002 trajo una menor dependencia de Uruguay en términos de bienes y desde el punto de vista financiero, ahora hay una oportunidad para diversificar la exportación de servicios”, comparó.
“Tenemos que hablar menos portugués, más inglés y mucho más mandarín”, agregó Lema.
Sugirió que la agenda de conversación no sea más sobre esta región “mediocre e inestable”, sino “hacia dónde debemos ir, y rápido”.
Los economistas consideraron que hay que asumir que la inestabilidad de la región y especialmente la de Argentina no es coyuntural, sino estructural. “Argentina va a ser estructuralmente más barata que Uruguay, porque va a ser más pobre”, proyectó Lema.
En esa línea, Schandy observó que es difícil que Argentina salga del cepo cambiario, porque se requiere un conjunto de medidas y no están dadas las condiciones para el cambio.
Opinaron que Uruguay saldrá adelante con una reforma de la seguridad social, con una transformación educativa, con una agenda de cambios laborales en función de la Organización Internacional del Trabajo y una agencia comercial más competitiva, que aún no se ha logrado.
Cómo subir el crecimiento potencial de la economía
Aldo Lema propuso hablar y trabajar más sobre el crecimiento potencial de Uruguay. “Hemos salido de un rebote de la economía y el potencial es de 2%. Cerradas las holguras, debemos retomar la agenda que aumente ese potencial”, afirmó.
Para ello, se debería articular diversos frentes (como elevar la competitividad, revisar temas tributarios y emprender una reforma educativa profunda que se traduzca en el plano empresarial y laboral, entre otros), y sobre todo se debería subir la inversión, enumeró. “Para subir el crecimiento potencial del país, hay que subir la inversión”, resumió.
Lema observó que están llegando empresas de Chile y emprendedores argentinos a Uruguay, que vienen atraídos porque este país es predecible, pero no porque la rentabilidad sea atractiva. “Hay que cambiar eso”, advirtió.
Schandy, por su parte, opinó que se está hablando del crecimiento potencial de Uruguay y que, de hecho, existe una agenda en esa línea, pero “el tema es cómo se aborda, en qué orden y con qué velocidad”, dado que son muchos los frentes, entre los que destacó la inserción internacional, las regulaciones de competencia en distintos mercados, las implicancias de la reforma de la seguridad social como factor de sostenibilidad a largo plazo.
A su juicio, la complejidad está en que ninguno de esos temas es la “madre de la reformas”, por lo que no hay una priorización evidente de algún factor sobre otro para lograr el salto a otro nivel que se busca como país.
Schandy hizo énfasis en que el “Uruguay seguro”, que es visto como una ventaja por su institucionalidad y reglas claras, es también un “Uruguay que se mueve despacio”.
Para un salto al desarrollo, Iturralde resaltó no perder de vista el Acuerdo Transpacífico y otros acuerdos, que de alguna manera obligan a las países a actualizarse, lo que podría acelerar los tiempos de mejora en Uruguay.