- Quién eres
Conocernos a nosotros mismos es un proceso multifacético, y tenemos diferentes formas de describirnos, que varían según el día a día, con quién estamos y qué hacemos. Nuestras emociones y estados de ánimo son cambiantes. Nuestra personalidad puede diferir o incluso reflejar la de las personas que nos rodean. Así que «¿Quién eres?» puede tener un espectro de respuestas.
Quién eres es un enfoque creativo para el autodescubrimiento en el que creamos fanzines personales o narraciones y collages que reflejan nuestra personalidad en respuesta a la pregunta ‘¿Quién eres?’ El ejercicio comienza con una meditación en pareja, por turnos, en la que una persona pregunta ‘¿Quién eres?’ y la pareja da una respuesta diferente cada vez. La variedad de respuestas ayuda a los participantes a crear un collage o una mini-revista que exprese sus relatos personales.
Está bien que tengamos un espectro de respuestas, este ejercicio nos ayuda a aceptar que somos personas multidimensionales. Podemos ser más conscientes de cómo actuamos en diferentes situaciones con diferentes personas y entender mejor por qué puede ser así.
2. Pizza
Un ejercicio de fijación de objetivos puede funcionar muy bien como herramienta para mejorar nuestra autogestión y nuestra motivación. En primer lugar, podemos reflexionar sobre nuestras cualidades actuales haciendo una autoevaluación, y luego identificar las áreas de mejora, junto con una escala de tiempo de cuando queremos ver una diferencia.
Pizza para el liderazgo es un ejercicio de eficacia probada que puede adaptarse y moldearse para acomodarse a los líderes y a los miembros del equipo en cualquier lugar de la estructura de la empresa. En primer lugar, como si se tratara de un lienzo en blanco, los participantes pueden identificar las habilidades, cualidades y características que consideran importantes para ser una parte eficaz del grupo. A continuación, pueden evaluar su capacidad en ese ámbito y crear objetivos para convertirse en miembros más inteligentes desde el punto de vista emocional.
3. Molestias cotidianas
A menudo tenemos respuestas incorporadas a situaciones estresantes que hacemos repetidamente y, en ocasiones, lamentamos. Nuestras reacciones instintivas también pueden provocar roces con los demás y crear conflictos con los miembros de nuestro equipo. Al identificar y cuestionar nuestra forma de responder, podemos adaptarnos mejor a las situaciones futuras.
“Molestias” es una actividad que replantea nuestro enfoque de las situaciones incómodas. Las cosas que pueden surgir en la vida cotidiana, como un atasco, pueden hacer que nos sintamos mal porque destroza nuestros planes. En cambio, al pensar en soluciones alternativas, más positivas, el grupo puede cambiar su mentalidad respecto a las molestias cotidianas, viéndolas como oportunidades.
La clave del ejercicio es que los equipos puedan ver cómo pueden controlar sus reacciones emocionales, hacerse cargo de sus respuestas y gestionar mejor el estrés.
4. Oído, visto, respetado
El desarrollo de nuestras habilidades empáticas empieza por escuchar, comprender y respetar las historias de las personas. Creamos empatía poniéndonos en el lugar de otra persona y sintiendo cómo podría sentirse en una determinada situación.
En este ejercicio, podemos practicar la escucha profunda y la empatía trabajando en parejas. Se invita a una persona a contar una historia de un momento en el que no se sintió escuchada, vista o respetada. El trabajo de la otra persona es escuchar profundamente y no tratar de arreglar o juzgar la situación. Al final de la narración, cada persona reflexiona sobre cómo se sintió desde su perspectiva, ya sea escuchando o hablando.
Los ejercicios de escucha activa nos ayudan a desarrollar la empatía y a crear un espacio seguro de conversación que permita a las personas sentirse escuchadas y comprendidas. Creamos un entorno en el que nos respetamos mutuamente sin juzgar, y relacionándonos con lo que puedan sentir.
5. Paseo en pareja
A la hora de gestionar nuestras emociones, salir a dar un paseo en solitario puede hacer maravillas para desahogarse o tomarse un tiempo para alejarse de una situación. Estar al aire libre nos permite refrescarnos y conectar con la naturaleza. Quedar con un amigo y caminar juntos puede ayudarnos a comunicarnos y expresar nuestras ideas y pensamientos con mucha más libertad, con un contacto visual más casual que si estuviéramos sentados uno frente al otro en un café.
El paseo en pareja es una forma sencilla y eficaz de conectar con otra persona, y sus beneficios son múltiples: aumenta la confianza, la empatía y la comunicación, todo ello mientras energiza nuestro cuerpo y refresca nuestra mente. Este ejercicio consiste en emparejarse, a ser posible con alguien no tan conocido de la organización, y dar un paseo al aire libre durante un tiempo determinado.
Se puede sugerir un tema para que los participantes discutan, como la gratitud, y compartan lo que agradecen. O, a menudo, lo mejor es dejar que la conversación fluya de forma natural, con pocos o muchos detalles, como en una conversación cotidiana e informal en la naturaleza.
6. Comentarios a la espalda
Hablar de alguien a sus espaldas daña la confianza, creando una pérdida de credibilidad y confianza. Los comentarios, tanto los positivos como los negativos, deben hacerse de forma constructiva y abierta. Discutir ambos lados de la historia ayuda a enmendar las cosas y crea un espacio floreciente para que el equipo prospere.
En este ejercicio, los equipos hablan de alguien a sus espaldas, pero esa persona está presente en la sala, y lo que se discute es positivo y constructivo. Una persona se sienta de espaldas a la sala, y los demás hablan de ella en tercera persona, señalando sus puntos fuertes y lo que aprecian de ella; y luego lo que les gustaría más de esta persona.
Este método abierto de dar retroalimentación es esencial para mantener los esfuerzos del equipo y aprender a aceptar las críticas. Todos tienen la oportunidad de ser transparentes sobre sus puntos fuertes y débiles, y de sentirse apoyados por sus compañeros de equipo.