Para entonces, buena parte del público ya había alcanzado el delirio y la plaza de Fefiñáns era una fiesta. Las 2.500 entradas que se pusieron a la venta por diez euros se agotaron enseguida, primero por internet y las quinientas últimas por venta física en el pazo de Torrado. Estas últimas dieron problemas con la lectura del QR, pero, finalmente, todo el mundo entró en el recinto, según informa la organización.
Manu Chao triunfó en Cambados, un lugar que ya pisó hace veinte años con motivo de su mítico concierto en Vilagarcía. Valle recordaba ayer que entonces se comió unos chipirones y una hamburguesa en el bar de sus padres, el Infantas; en 2022 no pudo ir a verlo, pero esta vez no dejó pasar la oportunidad y estuvo en la primera fila con su familia disfrutando del mestizaje que logra Chao con el flamenco, la bossanova, el folk andino y el reggae.
«Que horas son mi corasón» y el «me gusta tú» no tienen fecha de caducidad. Anoche quedó claro que al público le gusta Manu Chao y que el artista le pone mucho corazón a todo lo que hace.