En este espacio te comparto las acciones que puedes tomar con tu dinero para mantener unas finanzas saludables, con la finalidad de asegurarte un futuro tranquilo para el momento en que decidas tu retiro, entre otros motivos. Sin embargo, hay un tema que no había tocado anteriormente, y me parece que estamos en un buen momento de hacerlo.
Más de uno de ustedes se habrá preguntado alguna vez: ¿Cuándo podré dejar de trabajar?, ¿en algún momento no tendré necesidad de hacerlo? Muchas veces nuestro trabajo y rutina diaria pueden volverse agobiantes, al grado de replantearnos qué estamos haciendo con nuestro tiempo y, sobre todo, pensar qué queremos para nosotros mismos a futuro.
Es un hecho que no todos nuestros días de trabajo van a ser buenos, tendremos altibajos la mayor parte del tiempo. Hace unos meses, en el libro Love + Work de Markus Buckingham, leí que el 30% de tu día laboral lo utilizas en las actividades que realmente disfrutas y no te pesan; mientras que el 70% restante es tiempo que “aguantas” hasta que termina tu jornada. Claro que no se trata de una ley inquebrantable, pero me hizo pensar sobre el tema del retiro y cómo pensamos en nuestro uso del tiempo tanto en la edad laboral, como después de ella.
La esperanza de vida y cómo nos amoldamos a ella
Mucho se debate sobre por qué las nuevas generaciones prácticamente perdieron su derecho a la jubilación, y cómo se volvió cada vez más difícil asegurar el futuro; pero más allá de las discusiones sobre las acciones legales y gubernamentales que los llevaron a la situación que enfrentan, quiero enfocar la plática en otra arista de este asunto: la esperanza de vida.
Hace un siglo la esperanza de vida a nivel mundial apenas superaba los 30 años, llegar a los 50 años era alcanzar una edad avanzada poco frecuente entre la mayoría de la población. Menos habitual era planificar tu vida para ser un adulto mayor. Hoy en día la esperanza de vida se extiende más allá de los 70 años, y la población de adultos mayores crece cada año.
El modelo de retiro con el que crecieron nuestros padres y abuelos no contemplaba la posibilidad de llegar a los 90 ó 100 años, algo que ahora es cada vez más común. Bajo este contexto es comprensible que los jóvenes de hoy en día tengan más limitaciones para asegurar un futuro tranquilo y próspero en términos financieros.
Las decisiones y acciones que se deben emprender para cambiar este panorama comienzan desde nuestras expectativas de vida y el “cómo” vamos a encaminarnos para lograrlas. Si tu meta es vivir viajando y conociendo nuevos lugares cuando te jubiles, por supuesto que debes apuntar a obtener una cantidad mucho mayor de dinero que si deseas un estilo de vida más tranquilo y austero. Esto deberías comenzar a definirlo en este momento.
¿Trabajar hasta el retiro o invertir por siempre?
Como comentaba al principio, el trabajo puede llegar a parecernos una carga que incluso puede incrementarse si se trata de una actividad que no disfrutamos. Si a esto le sumas que los esquemas de jubilación ya no son como antes, y que dependes en gran medida de tu Afore y otros esquemas de ahorro, trabajar por 40 o más años no suena muy atractivo para la mayor parte de las personas.
¿Cómo lograr entonces un plan seguro para el retiro? Además de aportar con tus ahorros para ello, es indispensable que las personas inviertan su dinero para obtener rendimientos y hacer frente a la inflación. Es un mensaje que repito todo el tiempo en este espacio, pero que no está de más reforzar para quienes comienzan a organizar sus finanzas.
Una de las formas más prácticas de visualizar tu estrategia de inversión en términos de porcentajes y plazos es definir en cuántos años deseas dejar de trabajar. Si tienes 40 o más, tu meta debe tener un plazo de 20 años o menos, en donde deberás aportar mucho más dinero y ver hacia el crecimiento, en comparación a que si tuvieras 30 años; por ejemplo.
Cuanto más joven comiences a invertir puedes apostar a un mayor riesgo para obtener mejores rendimientos; mientras que si tus inversiones comienzan a una edad más avanzada, debes destinar un porcentaje mayor a la renta fija con rendimientos menores y un bajo riesgo. En un escenario ideal, debes apuntar a que tus inversiones te brinden entre un 7 y 10% de rendimiento anual, de forma que puedas mitigar la inflación, pues ésta podría mermar tus ganancias entre un 2 y 3%.
La inflación siempre estará ahí, no la olvides
Aunque ahora parezca el tema que nos acompaña día a día, debido a sus tasas históricas, la inflación es un fenómeno inherente a la economía, siempre nos acompaña, pero al cual no le habíamos prestado atención durante los últimos 20 años debido a que se encontraba en niveles muy bajos. No hay ninguna estimación acertada sobre cuándo podremos tener una tasa de inflación baja, por lo que mi recomendación sería no confiarte y contemplar que siempre estará al alza, para trazar una estrategia que la solvente de alguna manera.
Dentro de los hábitos que debes formarte pensando en tu futuro, también agrega el revisar tus inversiones como mínimo una vez al año, e idealmente de forma mensual, para replantear en qué instrumentos estás invirtiendo y llegar a la meta de un rendimiento cercano al 7% anual. De forma complementaria, debes apuntar al crecimiento profesional, aumento salarial e incluso complementar tus ingresos con un negocio propio, de forma que tus inversiones también crezcan con el paso del tiempo y esto te permita tener un mayor “colchón” que te ayude a crear un futuro más próspero financieramente.
De regreso al planteamiento inicial, ¿cuándo podrías dejar de trabajar? Si trazas una ruta realista y responsable con tus finanzas en orden, podrás responderte rápidamente esa pregunta.
Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.