La oposición en el Congreso sabe que es minoritaria y que tiene el gran reto de volver a enamorar a la opinión. Eso opina una de sus cabezas, la senadora Paloma Valencia, que, sin timideces, comenta los primeros nombramientos del Gobierno. ‘El ministerio que más me preocupa es el de Defensa’, asegura.
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¿El voto del Centro Democrático por el nuevo contralor Carlos Hernán Rodríguez fue por convicción o para no quedarse por fuera de la foto?
Votamos porque creíamos que un contralor que había nominado el Gobierno, pero al que finalmente le dio el impulso para ganar el Centro Democrático, tiene que adquirir independencia. Queremos un contralor que combata la corrupción, sin sesgo político.
Saltemos a un tema ardiente, el militar. No hay como mucha claridad en cuál va a ser el papel de las Fuerzas Militares y de Policía en el nuevo gobierno “de la vida” y de la “paz total”. ¿Qué piensa?
El presidente Petro tiene que entender que esa democracia, que él un día desafió, es la que le está permitiendo ser Presidente. Eso lo obliga a estar del lado de las instituciones, a defenderlas, a protegerlas y a garantizar que Colombia tenga democracia y la mantenga. Y ahí es donde uno empieza a sentir una enorme preocupación sobre las Fuerzas Armadas, porque sí dejaron a más de 50 generales botados, como si la experiencia no valiera. Pierde el Ejército, pierde la Policía, porque pierden en términos de experiencia de sus hombres. Además de eso, les hace el desplante de la ceremonia inicial de transmisión de mando.
Él adujo un problema de salud y me parece una falta de respeto no creerle…
Pero lo más grave es que, mientras habla con generosidad de negociar con todos los grupos ilegales, incluyendo a narcotraficantes, lo que les dice a las Fuerzas Armadas es que los asesinatos y masacres que cometan contra esos con los que él quiere negociar van a ensuciar sus hojas de vida. Sí empieza a ver uno una configuración muy generosa con la criminalidad y, en cambio, muy displicente y muy agresiva con las Fuerzas Armadas de Colombia. Pero imagínese, además, que a las Fuerzas Armadas les ofrecen libertad si usted confiesa, pero si usted quiere defender su buen nombre, le toca conseguirse un abogado y enfrentar una condena de veinte años de cárcel. Nadie defiende la impunidad de las Fuerzas Armadas. Los ‘falsos positivos’ son atroces y deben ser sancionados de manera ejemplar. Pero otra cosa es que aquí hay una política de que hay cárcel y sanción, según el grupo al que usted pertenezca.
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Quizá sobre la teoría de que las fuerzas del orden tienen que tener mejor comportamiento que unos criminales que no reconocen la ley…
Claro que sí. Pero aquí las sanciones se están extendiendo a manera de manchas sobre las hojas de vida, no la de quien comete el delito, sino la de quien, por circunstancias, no pudo evitar que sucediera el delito que comete otro, al que sí se lo van a perdonar.
Nos están llevando a la irracionalidad de la ley penal, que se está excediendo en todos los sentidos. Pero, sobre todo, el presidente Petro no ha terminado de entender que la democracia que él desafió es la misma que le permite ser presidente. Esa democracia que han defendido esas Fuerzas Armadas que hoy él maltrata.
Es un gobierno que debe vencer su complejo de Cristóbal Colón, porque no llegó a descubrir a América. Hay muchas cosas que el país ha venido construyendo, y se debe construir sobre esos cimientos
Hablemos de la oposición. En el Congreso, por lo menos, parece estar en vías de extinción. Quedan ustedes, los del Centro Democrático, que han venido adquiriendo experiencia y tienen un momento muy bonito para sacar cabeza en los debates que vienen. ¿Cómo ve a sus compañeros de bancada?
Tenemos un gran reto y responsabilidad, porque es clarísimo que nosotros no representamos a todos los colombianos que no votaron por Gustavo Petro; pero sí tenemos que hacer un trabajo del que todos los colombianos se puedan sentir orgullosos. Y ese es el enorme reto. A quienes consideramos que las políticas de la izquierda extrema no le sirven a este país, nos toca volver a enamorar a los colombianos para contarles de qué se trata lo que queremos hacer.
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Y eso implica mucho esfuerzo, mucha serenidad y, sobre todo, saber medir los tiempos, porque cuando las naciones eligen un presidente uno no puede aguar la fiesta porque sí; uno tiene que ir sopesando, con criterio, en qué momento se hacen los llamados de atención. Y hoy es uno de esos momentos: hay que hacer un llamado de atención sobre temas centrales como las Fuerzas Armadas y la reforma tributaria.
Senadora Paloma, hay la sensación de que esta es la oportunidad de los líderes jóvenes. Pero ustedes, a diferencia de la izquierda, son muchos menos. Entonces, mientras en la izquierda se echan codazos y se ponen zancadillas, ustedes pueden hacer un equipo muy organizado. Tienen gente valiosa como el senador Miguel Uribe, la senadora Paola Holguín, la senadora María Fernanda Cabal…
Eso es una virtud y es un defecto. Porque ser poquitos en el Congreso nos hace ser muy ineficaces, María Isabel. La gente no quiere que uno suelte el discurso sobre lo que es malo. Lo que quiere es que uno logre impedir que lo malo suceda. Cuando somos poquitos, eso nos obliga a ser más cuidadosos.
¿Usted se siente huérfana sin Uribe en el Congreso?
No. La verdad, siempre lo llamo, le consulto, le pregunto, oigo su consejo, sus apreciaciones. Ha sido un mentor para todos nosotros y nos ha cedido el espacio para que ahora estemos en la primera línea del combate.
Ya no vemos a esa parlamentaria que se echaba discursos veintejulieros con la ruana de su abuelo Guillermo León Valencia o incluso al estilo Álvaro Uribe. Ahora estamos viendo en la escena a una senadora moderna, calmada, no estridente, madura en sus conceptos, pero con la energía de siempre en la defensa de sus convicciones. ¿Siente que encontró la que será su personalidad como opositora política?
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Sí, yo siento que este es un momento político muy positivo en mi vida, porque uno metido en política comienza por explorar las diferentes formas de expresión, empieza a madurar sus conceptos, a entender de mejor manera los problemas de Colombia, a pensar mucho más detenidamente en ellos. Hoy tengo una madurez que me permite una personalidad propia en la política, hablar con seguridad de las cosas que he visto, que he aprendido. Paso por un buen momento político, y me siento lista para enfrentar los desafíos de ser oposición, aunque seamos minoritarios, en este gobierno.
Pues mire qué coincidencia. La revista Semana le da carátula a la senadora María Fernanda Cabal y la designa como líder de la oposición…
No creo que nadie sea líder porque lo designen. Los liderazgos surgen y aún está temprano para que se sepa quién va a liderar la oposición al gobierno Petro. La oposición no ha empezado, llevamos diez días…
La oposición puede que no haya comenzado, pero el gobierno sí. ¿Qué pueden hacer ustedes, senadora Paloma, por ejemplo, para enderezar la reforma tributaria, siguiendo sugerencias valiosas de algunos expertos?
Lo primero, tener una enorme capacidad de escucha y de estudio, porque a una oposición lo que le cuesta más trabajo es ganar credibilidad. Que la gente diga: si allá están diciendo esto, es porque es así. Con una opinión pública a favor, es más fácil convencer al Gobierno.
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¿Cómo le han parecido los nuevos ministros? Comencemos con Ocampo, en Hacienda…
Me parece un hombre muy inteligente. Le falta escuchar al sector productivo con más atención, porque cuando uno ve los resultados de crecimiento económico, se tiene que aceptar que hay cosas que están funcionando. Es que no hay política social sostenible si no se piensa en el sector productivo.
¿Minas?
La veo más ideológica que técnica. Porque decir que uno no va a sacar gas en Colombia, para proteger el medioambiente, pero que lo va a importar de Venezuela, arriesga la seguridad energética del país. Pero, además, en términos ambientales, no hace nada, porque la emisión de los gases de efecto invernadero, con gas colombiano o con gas venezolano, es exactamente la misma.
¿Educación?
El gran rezago en términos de equidad que tiene Colombia es la segregación de la educación. Aquí hay educación de primera calidad para quienes tienen plata, y de pésima calidad para quienes les toca el sistema público. Pero es un gobierno que está pignorado a un sindicato que ha hecho prevalecer los derechos sindicales sobre los derechos a la educación de los niños colombianos.
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Levantó ampolla la idea de repartir el informe de la Comisión de la Verdad en los colegios…
Eso de coger una interpretación sobre la violencia en Colombia, sobre lo cual existen tantas como libros de historia usted lea, y ponerle el título de ‘verdad’ y adoctrinar a los niños es un síntoma de un totalitarismo y de un irrespeto a la pluralidad democrática, que sí francamente merece que todos estemos observantes. La educación política de los niños les corresponde a los padres y no al Estado. No puede ser solo la versión de la izquierda, con el título de ‘verdad’.
¿Salud?
En materia de salud sí que me preocupa; porque el bien público más importante, en el cual Colombia puede dar ejemplo a los países en vías de desarrollo, es la salud.
Logramos un sistema que, con todas sus imperfecciones, es uno de los mejores del mundo. Venir a decir que para mejorar el sistema hay que acabarlo no solamente es irresponsable, sino soberbio. Hay que defender el sistema de salud, que es el producto de un trabajo de muchas mentes, de muchas personas, durante los últimos treinta años.
¿Canciller?
Me preocupa que el Canciller a lo que se va a dedicar es a hacerle propaganda internacional, como se la hicieron al Acuerdo de La Habana, pero ahora a la famosa ‘paz total’ para darle acogimiento a la criminalidad, al narcotráfico, a toda la delincuencia.
¿Transporte?
Me sorprende que una persona que no tiene mucha experiencia en esa área la metan en un tema tan sensible para el país. Uno entiende que den cuotas políticas, pero deberían buscarlas con la capacidad y la experiencia…
¿Medioambiente?
Me parece una mujer muy preparada en el tema ambiental, pero que no ha entendido las tensiones que tiene hoy el desarrollo de este país con los temas ambientales. Esas tensiones no se pueden simplemente profundizar, sino hay que resolverlas. Es decir, buscar que este país pueda desarrollarse, mitigando los impactos ambientales. Hay que lograr conciliar ese equilibrio.
¿Agricultura? ¿Qué opina sobre la propuesta de la ministra Cecilia López de que con los invasores a los ingenios en el Valle y el Cauca se inicie una serie de diálogos probablemente vinculantes, en plena invasión?
Es el mundo al revés, porque se tiene la idea de que quien incumple la ley es el que tiene el derecho. Entonces, si usted invade, tiene derecho a dialogar. Al campo no hay que volverlo un campo de batalla, sino un polo de desarrollo, donde los grandes jalonen a los pequeños. En el Cauca no son solo los ingenios los que están siendo invadidos, son pequeños campesinos, comunidades afro, a los cuales se les violenta su derecho a la propiedad, y la propiedad no puede estar sujeta ni a la violencia ni a las diferencias étnicas.
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¿Defensa?
Es el nombramiento que más me preocupa. Primero, por las garantías para quienes estamos en la oposición, porque tener un enemigo del presidente Uribe, del partido Centro Democrático, de ministro de Defensa genera una inquietud muy grande.
Segundo, es una persona que no es que haya atacado la corrupción dentro de las Fuerzas, sino que ha atacado a las instituciones como un todo. Oigo a mucha gente de Guatemala hablando de toda la persecución política que hubo en ese país cuando él presidió la comisión anticorrupción, y sí le genera a uno mucha desazón y preocupación.
En resumidas cuentas, usted piensa: uno, que este gobierno no empieza como va a terminar; dos, que va a tener que repensar muchas de las cosas planteadas, no solo en campaña, sino en estos primeros días de gobierno; y tres, que aún nos depara muchas sorpresas…
Claro. Primero, a la izquierda le va a tocar reconocer que gobernar es más difícil que criticar. Y que muchas de las ideas que ellos decían que eran malas pues resultan siendo no tan malas. Y que las ideas que ellos creían que eran buenísimas resultan siendo no tan buenas. Es un gobierno que debe vencer su complejo de Cristóbal Colón, porque no llegó a descubrir a América. Hay muchas cosas que el país ha venido construyendo, y se debe construir sobre esos cimientos. Cuando la gente se pone a destruir lo que había, para crear el nuevo mundo, termina no solo debiendo el nuevo mundo, sino el que ya existía antes.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO