Es aparejadora interiorista y también monitora de zumba. Cristina Martínez es de Sariñena, tiene 32 años y no hace falta decir que es polivalente. Hizo el Bachiller de Artes y, como cuando terminó la carrera era 2008 y España estaba en plena crisis inmobiliaria, se introdujo en el mundo del deporte. “No tenía trabajo de lo mío y me propusieron dar unas clases de baile. Así empezó todo”, narra. A día de hoy mantiene estas sesiones con unas alumnas que ya son familia y que ya están advertidas de que o la echan o ella no se va.
Esto es un complemento a su otro proyecto personal, Diandra Arquitectura y Diseño, el estudio que Cristina tiene en Sariñena. Se dedica a la redacción de todo tipo de proyectos, desde rehabilitaciones y reformas integrales hasta acondicionamiento de locales para uso comercial. También trabaja en el diseño de interiores de viviendas particulares y de tiendas, cafeterías, escuelas de baile u otros lugares que ofrecen servicios al público. Diandra es su segundo nombre, se lo puso su abuela y, dice, haber llamado así a su negocio es un homenaje a ella. “Lo que quiero conseguir con mi trabajo es llenar de vida los espacios, que las casas se conviertan en hogares”, resume, como concepto de su proyecto.
Hace dos años que lo puso en marcha desde su Sariñena natal y Cristina no puede estar más contenta con la evolución. “La gente está respondiendo muy bien y con la pandemia hay más demanda de rehabilitaciones en el mundo rural. Se valora mucho volver al pueblo y la tranquilidad del pueblo y se da más importancia a las segundas residencias”, asegura. Defiende que, aunque parezca un servicio de élite, su trabajo es modesto y cualquiera que se esté planteando reformar su casa o local se lo puede permitir. “Ahora me estoy centrando en ofrecer el servicio completo, tanto el proyecto como la ejecución, para que el cliente no tenga que preocuparse de nada. Sobre todo ahora que está todo el tema de las reformas tan demandado”, explica.
Su trabajo, asegura, no es fácil porque hay que tener en cuenta muchos factores y se asumen responsabilidades. Además, en las obras, reconoce, siempre surge algún imprevisto. Pero si por algo se caracteriza Cristina es por su inconformismo y capacidad de resolución de problemas. “Siempre estoy poniéndome objetivos y queriendo ir un paso más allá. Busco la manera de conseguirlo y lo aplico en todo. Por eso los clientes se quedan tan satisfechos, porque no paro hasta encontrar la solución a todo”. El boca a boca y ser del pueblo y conocida por todos facilita que cada vez más vecinos confíen en ella para sus reformas.
Su fama traspasa fronteras y, además de los vecinos de Sariñena, sus clientes son también de Huesca, de Zaragoza, Barbastro, Monzón o Binéfar. También ha hecho una incursión en la zona de Lérida y, de forma excepcional, está trabajando en una reforma de un inmueble en Nicaragua. “Es un proyecto de diseño de vivienda e interiorismo de una chica nicaragüense que vive en España y quiere reformar su casa de allí. Ella se encarga de los gremios pero quería una guía que le acompañara en el camino y en quien pudiera confiar. Pensó en mí y es un trabajo que me hace mucha ilusión”, asegura.
Próxima apertura en Huesca
Hasta ahora, Cristina ha andado este camino en solitario pero conforme el negocio prospera, hay nuevas necesidades y más demanda, por lo que esta emprendedora nata se plantea ampliar equipo y abrir un estudio en Huesca capital. Para ello, está en pleno proceso de búsqueda de un compañero o compañera que sienta como suyo el proyecto. “Aunque lleve mi nombre no es algo solo mío y me gustaría encontrar a alguien que se sienta parte de la marca”. Actualmente cuenta con una persona en prácticas en colaboración con la Universidad de Zaragoza y es que la formación es otro campo que le apasiona. “Siempre me ha gustado el tema de la educación, de hecho también estudié Magisterio. Me gusta enseñar y el trabajo en equipo”.
Además de enseñar, también le gusta que le enseñen y durante estos años de carrera profesional Cristina no ha dejado de formarse. Tiene un máster en Interiorismo y varios cursos relacionados con la decoración, el diseño, la iluminación o la programación. “Siempre hay que estar al tanto de las novedades y, en ese sentido, el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos nos mantiene muy bien informados de las nuevas normativas”. Para seguir mejorando le gusta ir a ferias y exposiciones, así como hacer turismo. “Me gusta visitar rinconcitos especiales porque eso te llena de inspiración y de nuevas ideas”, asegura.
Es una mujer de mundo pero con Sariñena siempre como referencia. “Siempre he trabajado desde aquí y siempre he sabido que era aquí donde quería estar”, defiende. Además, para ella es importante rodearse de gente de confianza y trabajar con personas locales. Junto a los proyectos de su estudio, colabora con otros arquitectos, ingenieros o carpinteros. “Me gusta tratar con la gente de la zona, que todo sea de cercanía”. Cercanía como la que Cristina tiene con sus clientes, muchos que la conocen de toda la vida y otros que la acaban de conocer. Para saber qué necesitan, cuáles son sus gustos y qué hogar quieren crear rellenan un cuestionario antes de empezar con el diseño. “Son preguntas simples como si prefieren playa o montaña, o la madera antes que la piedra. Las respuestas me sirven para obtener la información que necesito para transformar casas en hogares y crear un lugar en el que se sientan cómodos y lo sientan suyo”. Para ponerse en sus manos, se la puede contactar a través Instagram, hoy día su mejor carta de presentación, y también tiene página web (diandraestudio.com).