- A raíz de la visita a Taiwán de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el gobierno de China lanzó una serie de ejercicios militares alrededor de la isla e interrumpió la cooperación con Estados Unidos en temas estratégicos.
- Repasamos la historia del conflicto entre China y Taiwán, y el papel que tiene Estados Unidos en cada caso.
- Además, especialistas evalúan las posibles consecuencias de un recrudecimiento del conflicto.
La visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi (Partido Demócrata), el 3 de agosto de 2022 tensó aún más las relaciones entre EE. UU. y China. Es que la República Popular China considera a la isla de Taiwán -que se autodenomina República de China- como parte de su territorio y no como un estado independiente, por lo que interpreta la visita de Pelosi como una intromisión en asuntos internos.
En respuesta, el gobierno de Xi Jinping condenó la visita de la representante estadounidense, lanzó una serie de ejercicios militares cercanos a Taiwán e interrumpió la cooperación entre los países en áreas militares, relacionadas con la migración y el cambio climático, entre otras.
¿Por qué esta visita y su respuesta se llevaron la atención de todo el mundo? ¿Qué consecuencias podría tener este conflicto si llegara a escalar? A continuación, repasamos la historia del conflicto, su importancia global y las posibles repercusiones de un enfrentamiento militar; de la mano de especialistas en la materia.
Un enfrentamiento de larga data
“En 1949 culmina la guerra civil en China, entre el bando nacionalista, que estaba en el poder, y el bando comunista que se había rebelado. Esta guerra civil terminó con la victoria del bando comunista y, por lo tanto, el gobierno nacionalista junto a su ejército y a aquellos ciudadanos que lo apoyaban se trasladaron hacia la isla de Taiwán”, explicó a Chequeado, medio cofundador de Factchequeado, Jorge Malena, director del Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y director del programa ejecutivo sobre china contemporánea de la Universidad Católica Argentina (UCA).
“En el continente, los comunistas proclamaron un nuevo Estado, que nombraron República Popular China; mientras que los que se trasladaron al archipiélago de Taiwán mantuvieron el nombre del Estado preexistente, República de China”, agregó el especialista.
Posteriormente se produjeron 2 enfrentamientos, en 1954 y 1958, que fueron conocidas como las “crisis del estrecho de Taiwán”. Según detalla Malena, Taiwán pudo hacer frente a este conflicto por el apoyo militar que le brindó EE. UU.: “En un contexto de Guerra Fría, Taiwán, al igual que Japón, Corea del Sur, Filipinas y otros países del sudeste de Asia, pasaron a ser parte de la estrategia de contención al comunismo que establecía Estados Unidos frente a la Unión Soviética y los aliados de Moscú, como era la China comunista”.
Esta situación se modificó a partir de 1969, según relató el especialista. En ese año se produjo un cisma entre China y la Unión Soviética, “debido a un enfrentamiento militar de pequeña escala por una cuestión fronteriza en el noreste de China”, agregó, y esa división fue percibida por los EE. UU. como una oportunidad estratégica para “traer para su lado a la República Popular China y desestabilizar a la Unión Soviética”.
A partir de ese momento, los países occidentales apoyaron el ingreso de la República Popular China, la China comunista, a las Naciones Unidas, asiento que hasta entonces ocupaba Taiwán, y en 1972 el presidente estadounidense Richard Nixon viajó a China y fue recibido por el mandatario chino Mao Zedong.
A partir de 1979, EE. UU. adoptó el principio de una sola China. “Eso implica reconocer que hay una sola China, Taiwán es parte de China y que el gobierno legítimo de toda China es el que está en Pekín”, detalló Malena. Pero al mismo tiempo aprobó el Acta de relaciones con Taiwán, por el que se compromete a brindarle apoyo militar para “proteger su seguridad”.
Entonces, en el ámbito diplomático formal, el gobierno de Joe Biden (Partido Demócrata) dialoga con el de Xi Jinping y lo reconoce como la autoridad legítima de China; pero, al mismo tiempo, está comprometido en la asistencia de Taiwán ante cualquier “forma de coerción que pusiera en peligro la seguridad o el sistema social o económico del pueblo de Taiwán”, según detalla el acta.
El principio de “una sola China” guía las relaciones internacionales de China con muchos otros países occidentales.
En los últimos años, si bien persiste el desacuerdo, se han entablado distintos mecanismos de diálogo y cooperación entre China y Taiwán. “Más de la mitad de la actividad comercial taiwanesa finalmente depende de esos vínculos con China continental”, indicó María del Pilar Álvarez, investigadora del Conicet y profesora de la Universidad del Salvador (USAL) de Argentina, entre otras casas de estudios.
Cómo se enmarca el conflicto en el crecimiento de la influencia de China
Las tensiones entre EE. UU. y China no se reducen al factor Taiwán. Álvarez explicó que “como suele ocurrir en la historia, cuando el gran hegemón (en este caso, Estados Unidos) empieza a perder su peso geopolítico relativo genera esa sensación de temor y esta permanente percepción de amenaza frente a los nuevos grandes actores que emergen en la arena internacional”.
En los últimos años, “Estados Unidos y China llevaron adelante una interdependencia positiva, que se interrumpió durante la administración de Donald Trump (Partido Republicano), cuando el vínculo evolucionó hacia la rivalidad y la competencia estratégica”, señaló a Chequeado Esteban Actis, doctor en Relaciones Internacionales y co-autor del libro La disputa por el poder global.
“Antes de la visita de Pelosi se estaba llevando adelante una etapa de recomposición de los vínculos, que inclusive incluyó un diálogo telefónico entre Joe Biden y Xi Jinping” a fines de julio, agregó.
Posibles consecuencias
Ante las imágenes de los ejercicios militares chinos cercanos a Taiwán, se abrieron múltiples hipótesis sobre los próximos pasos del conflicto.
Álvarez destacó que “se entiende que la República Popular no tiene intenciones de generar una salida armada del conflicto con Taiwán, porque la política es de diálogo y, sobre todo, de largo plazo” aunque advierte que mayores tensiones pueden complicar la situación en Asia Pacífico.
En las últimas horas, China publicó un libro blanco titulado “La cuestión de Taiwán y la Reunificación de China en la Nueva Era”, en el que explicita las directrices de su gobierno frente a este conflicto. Al respecto, un portavoz del Partido Comunista de China aseguró que esta guía “demuestra” la “firme confianza en la completa reunificación nacional, la decidida determinación de luchar contra las fuerzas separatistas que buscan la ‘independencia de Taiwán’ y las injerencias externas”.
También se trazaron los paralelismos entre esta situación y la guerra que se está librando en Europa, con la invasión de Rusia a Ucrania. Sin embargo, Actis planeó una serie de distinciones: “A diferencia de lo que pasó para el caso del conflicto entre Ucrania y Rusia, cuando Biden dijo -desde antes de que comenzara la guerra- que Estados Unidos no iba a tener intervención directa, en relación al caso de Taiwán él dijo que sí va a intervenir, es decir que su país sería un actor beligerante involucrado”.
Es decir, que si comenzara un enfrentamiento armado, la participación de EE. UU. no sería a través del envío de armamento, sino que involucraría a las propias fuerzas armadas estadounidenses.
“Otra cosa que aprendimos de la guerra de Ucrania y Rusia es que la interdependencia económica no es un limitante para que los países vayan a la guerra. Puede ralentizar el conflicto, puede elevar los costos, pero no lo elimina”, agregó el especialista.
Si la guerra entre Ucrania y Rusia tuvo impactos globales, con el aumento del precio de los combustibles, el maíz y el trigo, entre otros factores; en el caso de que las tensiones entre EE. UU. y China escalaran a un conflicto bélico esto repercutiría en un “escenario catastrófico para la economía internacional difícil de mensurar”, según Actis, quien agregó “son la primera y segunda economía del mundo”.
Por ejemplo, se destacó el liderazgo de Taiwán en la industria de los chips y cómo esto atraviesa distintas industrias, desde autos hasta electrodomésticos. En las últimas horas, por su parte, Biden firmó una ley para impulsar la producción estadounidense de chips.
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