Ferran Reverter era una piedra en el zapato para Joan Laporta. Nadie en el club discutía su valía como alto ejecutivo, su nivel como director general de una gran multinacional como lo es MediaMarkt Saturn, cargo que ostentó durante los últimos años antes de fichar por el Barça tras las elecciones del pasado marzo. Tampoco había ninguna duda en votar a favor de Reverter en la comparación con el CEO del club de la época Bartomeu, el ex capitán del equipo de balonmano, Óscar Grau. Es cierto que empezó un tanto descolocado. “Al inicio parecía perdido, no sabía cómo se gestionaba un club de fútbol. Y menos el Barça, con tantas aristas y con un entorno tan activo y a veces nocivo”, comenta uno de los vicepresidentes actuales. Pero se fue adaptando y rápidamente le cogió la medida al club. Con Reverter había un liderazgo, una idea clara de las medidas a tomar para sacar al Barcelona de la peor crisis económica de su historia. Y algunas de ellas se aplicaron. Pero también existía una distancia cada vez mayor entre el modelo de club del CEO y la gestión de Joan Laporta.
Las tensiones entre el presidente y Reverter se fueron acentuando con el tiempo hasta llegar a una convivencia insostenible. O se tiraba hacia el modelo del CEO o se tomaba el camino de Laporta. Y en el Barça manda Laporta, el presidente escogido en las urnas por la gran mayoría de los socios. “Si hubiera podido, Laporta se lo hubiera cargado antes”, reconoce un directivo. Las ideas de uno y otro chocan frontalmente, por ejemplo en las políticas de austeridad y crecimiento económico. El fichaje de Ferran Torres, por ejemplo, a Reverter no le hizo ninguna gracia. Laporta es partidario de aplicar el método cruyffista de “el dinero en el campo y no en el banco”, mientras que el CEO consideró esos 55 millones (más el sueldo) de Ferran una inversión innecesaria y peligrosa en un momento en el que el club necesita buscar ingresos urgentemente para poder cerrar el curso con números positivos si la voluntad, además, es fichar a Erling Haaland en verano.
Reverter fue uno de los altos cargos dentro del club que se posicionó frontalmente en contra de la renovación de Leo Messi, apoyado por algunos de los vicepresidentes. Y esa batalla la acabaron ganando, convenciendo a Laporta de las ventajas que iba a significar para el Barça de la salida del argentino. Como también ganaron el rechazo al acuerdo con CVC Capital Partners que el mismo presidente había estado trabajando con Javier Tebas. Al conocer los detalles del contrato, el CEO se negó a firmarlo y convenció a varios directivos de la poca idoneidad de la propuesta. Lo hizo también con Laporta, que a día de hoy sigue esperando un cambio en las obligaciones del acuerdo para firmar y recibir una inyección de dinero que terminaría con los problemas financieros y que permitiría afrontar varias inversiones deportivas.
Pero en otras discusiones, Reverter perdió. Por ejemplo, en una de las más importantes: el modelo de propiedad. Cuando el CEO asumió su nuevo cargo en el Barcelona, una de las primeras decisiones fue encargar un estudio para conocer qué modelos existían en Europa. Está el de los socios (Barça, Real Madrid, Athletic, Osasuna), está el del propietario único (Atlético de Madrid, Milan, Chelsea, etc) y están los modelos híbridos, como el del Bayern de Múnich o el del Benfica, que comparten socios e inversores externos. Ese interesante dossier, Reverter lo analizó. Y llegó a la conclusión de que, para el Barça del futuro, lo mejor sería abrir el debate del modelo híbrido. Laporta y los suyos, sin embargo, de este tema no quieren ni siquiera hablar. El presidente no ve de ninguna manera que el Barcelona deba cambiar su modelo de propiedad.
“Se ha marchado por temas personales”, defiende otro de los vicepresidentes, que sostiene la veracidad de la versión oficial emitida por el club. Pero temas personales a parte, había posiciones opuestas claramente irreconciliables entre el máximo dirigente y el máximo ejecutivo. En el Barça existe “un triunvirato que controla el dinero y que corta y abre los grifos”, comenta un directivo. Ese tridente está formado por Ferran Reverter, el vicepresidente económico Eduard Romeu y el presidente de la Comisión Económica, Jaume Guardiola. Con la marcha de Reverter, tanto Romeu como Guardiola pierden a su principal aliado, un director general ejecutivo que intentaba mantener el equilibrio entre su forma de entender el club y las decisiones y propuestas de Laporta. Queda por ver cuánto durará el terremoto, qué consecuencias provocará y, en clave política, qué peso específico tendrá ahora Eduard Romeu sin su figura favorita dentro de la entidad.