Cuenta que desde pequeña siempre sintió interés por el arte y la cultura gracias a un entorno familiar que fomentó esta afición visitando galerías, museos y exposiciones. Con el tiempo, esta vocación le llevó a estudiar Historia del Arte en Heidelberg y Frankfurt. Fue el inicio de una sólida trayectoria en diversas galerías de arte en uno de los lugares donde se decide quien es quién dentro del negocio del arte contemporáneo como es Zúrich. Desde entonces ha recalado por diversos cargos y espacios culturales donde la promoción de la cultura contemporánea ha sido su constante. El último, como directora cultural en Tabakalera de Donostia, el flamante espacio cultural que la ciudad dedica a plasmar y transmitir a la ciudadanía las ideas más innovadoras de su tiempo a través de la visión de los artistas y creadores.
PERSONAL
Año de nacimiento: 1974.
Lugar de nacimiento: Donostia-San Sebastián.
Formación: Licenciada en Historia del Arte en la Heidelberg University y Máster en Historia del Arte, Pedagogía y Psicología por la Goethe University.
Trayectoria: Ha trabajado en la Galería Lelong (Suiza). En 2011 regresó a su Donostia natal y fue coordinadora de proyectos en el Instituto Etxepare. Entre 2013 y 2016 fue directora de Promoción de la Cultura en el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. Después trabajó como responsable de programación en el Azkuna Zentroa de Bilbao y como responsable de Desarrollo, Investigación y Relaciones con los artistas en la Galería Gmurzynska de Zúrich (Suiza). En la actualidad es Directora Cultural de Tabakalera.
Cambió un epicentro del negocio del arte contemporáneo como Zúrich por San Sebastián. ¿Qué le llevó a volver?
En Zúrich trabajaba en la Galería Gmurzynska. Zúrich es uno de los puntos importantes del mercado del arte, diría que del mercado del arte de lujo, de artistas muy consolidados y establecidos. Son dos mundos diferentes. De estar en el ámbito privado, en el mercado del arte, a venir a una institución pública más vinculada a la política cultural, son dos opuestos. Es muy divertido trabajar en el epicentro del arte, donde aprendí mucho, pero también tengo una vocación social de trabajar el impacto que puede tener la cultura y el arte en la sociedad. Eso es lo que me llevó a volver a Donosti y trabajar en Tabakalera.
Un proyecto que nació y se desarrolla en su ciudad.
Es volver a mi ciudad y a un proyecto que busca un impacto social a través del arte.
¿Cómo explicaría Tabakalera?
Tabakalera es un gran centro de creación. No solo ofrece a los visitantes una oferta cultural y la oportunidad de conocer el arte de su tiempo, -creo que es muy importante estar cerca del arte-, sino también conocer como están elaborando la realidad que compartimos los artistas que viven en nuestro tiempo. No solo te da acceso a una programación cultural, también estamos cerca de los artistas y la producción artística. Son dos vertientes que pocas veces se dan en un centro cultural. Esto creo que es lo que hace especial a Tabakalera, que te permite estar cerca de la creación y apoyar la creación artística.
Han pasado casi siete años desde su apertura. ¿Tabakalera ya forma parte de la ciudad?
Es un proyecto joven pero creo que ha encontrado su lugar en el mapa cultural de la ciudad. Creo que nuestro lugar es estar cerca de los nuevos lenguajes artísticos, de la creación cinematográfica, de las nuevas formas híbridas de creación. Una aportación importante de Tabakalera es la colaboración con otros eventos e instituciones culturales de la ciudad y su entorno para aportar su visión más vinculada a lo contemporáneo. Creo que gracias al papel que tiene Tabakalera, el ecosistema del cine que tenemos en Donostia ha dado un gran paso adelante. Aquí hay una concentración maravillosa de conocimiento entre el Festival de Cine, la Filmoteca Vasca, Zineuskadi y la Escuela Elías Querejeta, que hace que podamos compartir creadores y programas, lo que nos enriquece mutuamente. También colaboramos con dFeria y la Quincena Musical, lo que nos permite realizar una programación de danza de carácter más experimental fuera del circuito más comercial.
¿Qué papel pueden desempeñar las ciudades pequeñas y periféricas del mundo del arte y la cultura como San Sebastián?
El mapa del arte contemporáneo cada vez está más descentralizado. Se conforman redes muy interesantes entre las periferias. Hay muchos centros haciendo aportaciones muy interesantes, tratamos de interconectarnos entre nosotros para colaborar. Por otro lado, tenemos que hacer una gran labor de democratización de acceso al arte contemporáneo, a la cultura, al cine. Ese es también uno de los valores de Tabakalera, porque es un centro muy abierto, muy accesible. Es el primer paso en el acceso a la cultura contemporánea.
¿Cuál es el gran reto u objetivos que se ha planteado durante su mandato en Tabakalera?
Un reto fundamental es consolidar el proyecto, consolidarlo en la ciudad y en mapa cultural de nuestro entorno. Otro reto sería que la cultura tenga un papel más sólido y que los artistas tengan un papel más consolidado en la esfera pública, que seamos capaces de catalizar las aportaciones que hacen los artistas y creadores a la sociedad.
En estos retos, ¿dónde se sitúa el público? ¿Se puede entender el arte contemporáneo sin la participación del público?
No, no se puede entender sin la participación del público. Tabakalera tiene que hacer un papel de mediación entre la creación contemporánea y el público. Tenemos que encontrar formas para que la gente acceda a conocer como los creadores están elaborando la realidad de nuestro tiempo, establecer vínculos y democratizar el acceso. Para esto tenemos varios programas: exposiciones, programas de mediación, la oferta cinematográfica que está pensada para el público general…
¿Cuál destacaría en relación al público?
El Medialab, que tiene un foco muy importante puesto en la creación ciudadana ya que aúna la biblioteca y el laboratorio de creación. Como cualquier biblioteca damos acceso al conocimiento pero también ofrecemos herramientas y recursos para la creación, establecer relaciones con otras personas y crear en comunidad.
En un mundo tan cambiante, ¿hacia dónde cree que se dirige la creación contemporánea?
El arte contemporáneo es cambiante por definición como todo lo contemporáneo. Hay corrientes muy diferentes. Hay una corriente importante que trabaja muy de cerca con la tecnología tanto como medio como tematizando nuestra relación con ella.
Parece que el futuro del arte contemporáneo va a pasar solo por la tecnología.
No, la tecnología es una herramienta, es un medio como hay otros. También es un tema. Hay muchos artistas a los que les preocupa la relación que tenemos con la tecnología, el papel que ocupa en nuestras vidas. Un rol que tiene la tecnología tiene que ver con el control, la intimidad, con compartir los datos. Es una herramienta y un tema pero sigue habiendo muchas mas herramientas y temas que no pasan por la tecnología.
En este último año en el mercado del arte se habla mucho de los NFT. ¿Qué opina?
Vamos a ver qué pasa pero es un formato más. Hay artistas, galeristas o instituciones que han pensado que puede ser una forma más de acceder al mercado o conseguir recursos. Se están haciendo experimentos y veremos como evolucionan. En cualquier caso no es el tema que más me interese.
Parece que últimamente en el arte todo es tecnología y digital.
A nosotros nos interesa mucho la tecnología, pero seguirá habiendo arte que no utilice la tecnología. Tenemos una línea de trabajo que aúna arte, ciencia y tecnología. Hace unas semanas presentamos una pieza de arte robótico hecha en colaboración con Tekniker, Kuka, una empresa alemana que es uno de los principales fabricantes mundiales de robots industriales, y artistas de VR Command. La tecnología es interesante como tema, nos permite colaborar con expertos de otros ámbitos y saberes más allá del arte.
El arte vasco que en pasadas décadas fue tan deslumbrante y dinámico. ¿Cómo lo percibe en la actualidad?
Creo que sigue siendo un contexto dinámico en el que surgen artistas muy interesantes entre nuevas generaciones.
¿Qué nombres destacaría?
Siempre es complicado dar nombres. El hecho de tener un programa de residencias y una escuela de verano para artistas como JAI nos permite tener bastante cerca a las nuevas generaciones. En la exposición de Emma Kunz teníamos una pieza de Nora Aurrekoetxea, hecha expresamente con ese motivo, que me parece muy interesante. En las residencias hemos tenido a artistas que ahora se están posicionando muy bien. Destaco a Gala Knörr, que va a presentar su trabajo en el Guggenheim; Nadia Barkate, Izaro Ieregui o June Crespo. Hay muchas mujeres muy interesantes.
La invisibilización de las mujeres en el arte ya no es posible.
No. Está la reivindicación histórica de Gerrilla Girls de porqué las mujeres nos vemos en los museos solo como objeto de la obra de arte pero no como creadoras. Por suerte, en las últimas generaciones hay muchas mujeres artistas que están despuntando. En el arte contemporáneo nos resulta más fácil trabajar con mujeres artistas porque hay más y las tenemos cerca. Si trabajamos desde una perspectiva histórica es importante crear nuevas narrativas en torno a la historia del arte, plantearnos nuevas genealogías y recuperar figuras de mujeres que habían quedado al margen, porque venían de la periferia o no estaban en los centros de producción artística. Hay que estar atentas a la producción actual porque por suerte hay muchas mujeres.
Pero esta presencia también se extiende a la gestión.
Todo contribuye. Somos más mujeres y además, gran parte del público de la cultura son mujeres. Las mujeres quieren verse representadas, por lo que hoy en día es ya difícil hacer exposiciones solo de hombres.
La exposición sobre Emma Kunz ha tenido una gran repercusión mediática al darnos a conocer a una artista desconocida para el gran público. ¿Qué vigencia actual tiene la obra de Emma Kunz?
Antes hablábamos sobre lo cambiante del arte contemporáneo. Esto hace que veamos con ojos nuevos a figuras históricas como Emma Kunz. Es una artista que murió hace 60 años y, aunque Tabakalera es un centro contemporáneo, no es habitual dedicar una exposición a una figura histórica. Si lo hemos hecho es porque la figura de Emma Kunz plantea cuestiones muy interesantes. Es una persona que nunca se definió como artista ni utilizó la palabra arte. Se consideraba una investigadora. Los maravillosos dibujos que hacía los consideraba una herramienta para la curación, para entender el mundo y conectar con las personas que iban a visitarle, diagnosticarles e incluso sanarles. Durante muchos años esta práctica no encajaba con la definición de arte del momento. En su vida solo conoció a un artista, que se dedicaba a pintar retratos de la burguesía de la época, ya que ella era su ama de llaves. Emma Kunz creaba imágenes como forma de investigación, no se planteaba que eso pudiera ser arte. El arte como forma de conocimiento, de investigar, entender el mundo y sanar encaja con la definición de arte que sí nos interesa.
Se celebran los 70 años del Zinemaldi. ¿Cómo se va a celebrar el aniversario?
Además del arte, el cine tiene un papel fundamental en Tabakalera. Nos gusta sumarnos al Festival de cine y hacer propuestas que tienen que ver con el audiovisual. Este año participamos en el 70 aniversario con un proyecto que se llama Vive le Cinema!, que hemos hecho en colaboración con el Eye Film Museum de Amsterdam. El planteamiento de la exposición es invitar a cineastas a crear obras que se salen de la pantalla tradicional. En lugar de ser una sala con imágenes en movimiento y el público sentado, es una sala con el público también en movimiento. Dos de las piezas las produce el museo de Amsterdam, que son las de Jia Zhang-ke y Lemohang Jeremiah Mosese. Y las otras dos se han impulsado desde Tabakalera y se han encargado a dos cineastas vinculados con la ciudad como son Isaki Lacuesta y Dea Kulumbegashvili, ganadores de la Concha de Oro. Es una exposición muy visual y sensorial, que además subraya el carácter de Tabakalera de experimentar con los diferentes formatos artísticos.