Este… ¿cómo está el tema de que una tal selección nacional femenil de futbol americano (qué bueno que no han metido todavía sus narices los inquisidores de la corrección lingüística en este asunto ya que nos obligarían, so pena de parecer entreguistas y poco latinoamericanos, a farfullar “futbol estadounidense”) no pudo viajar el miércoles a Helsinki para participar en el Campeonato Mundial porque, según las diferentes versiones de los hechos, no se habían pagado los billetes, las reservas las tenían que hacer las jugadoras de último minuto y con cargo a la tarjeta de crédito de don Barrera (el presidente de la Federación Mexicana de Fútbol Americano, A.C.), hubo una huelga en Lufthansa —la línea aérea de bandera alemana— y se trastocaron todos los vuelos, los cuatro millones de pesos que presuntamente traspasó Ana Guevara a la organización no aparecen por ningún lado o, finalmente, no se conjugaron debidamente los astros en el firmamento para que los 90 mil pesos que cuesta cada billete brotaran por arte de magia en las bóvedas de la mentada Federación?
Nuestras compatriotas debían de protagonizar el partido inaugural contra Reino Unido, miren ustedes. Y ese encuentro en la cúpula del futbol (americano) femenil hubiera debido tener lugar… ayer, sábado 30 de julio de 2022, año del Señor o, si quieren ustedes, anno Domini. Los organizadores, muy magnánimos y comprensivos, pospusieron la fecha de arranque de la competición y será hoy, domingo 31.
Se agradece tanto la flexibilidad de los finlandeses como su buena disposición. Uno pensaría que es un episodio de vergüenza ajena, qué caray, porque estas cosas se planifican debidamente, o sea, con la debida anticipación, con el debido cuidado, con la debida responsabilidad, con el debido esmero y con el debido profesionalismo. En fin, una mancha más en la reputación de nuestro país.
El tema, sin embargo, sigue estando un tanto oscuro porque a la hora de la hora resulta que sí viajaron las americanofutbolsitas: primero unas nueve, dicen, y luego las demás. Los vuelos partieron ayer por la mañana, al parecer, o por ahí del mediodía. No es por ser aguafiestas ni por restarle mérito a la portentosa capacidad nacional de improvisación que tenemos en estos pagos, señoras y señores, pero yo me pongo a hacer cuentas: Finlandia se encuentra en una zona horaria denominada UTC (siglas recompuestas, para darle gusto a todos, de Coordinated Universal Time, en inglés, o de Temps universel coordonné, en la lengua de Molière) + 2, o sea, a dos horas más de diferencia con el tiempo medido en el meridiano de Greenwich y, por lo tanto, a ocho horas del tiempo que vivimos en Estados Unidos Mexicanos.
Es decir, que cuando aquí son las ocho de la mañana de un día como hoy, allá, en aquellas tierras escandinavas son las dieciséis horas, o sea, las cuatro de la tarde. Pongamos que el vuelo de las chicas fue con escala en Atlanta, GA, Estados Unidos de América. Volaron pues de Ciudad de México hacia ese gran hub y hagan de cuenta que arribaron a las dos de la tarde (GMT-5). Después de los kafkianos y engorrosos trámites de inmigración, aunque estuvieran de paso, habrán despegado, digamos, a las diecisiete horas, que en Helsinki eran ni más ni menos que las once de la noche. Un vuelito transoceánico de nueve horitas, si el comandante del Boeing 787 se pone las pilas y aprovecha el empuje de los vientos y, miren, aterrizaje en la capital finlandesa a las diez de la mañana de hoy, domingo 31 de julio.
Con que el partido sea por la tarde o, mejor aún, al anochecer, no hay absolutamente ningún problema. ¡México estará presente en el Mundial de Fútbol Americano Femenil, sí señor!
Y pensar que aquí lloriqueamos porque en el horario de verano hay que adelantar el reloj una hora.
Román Revueltas Retes