Causar sensación con una ópera prima es indudablemente positivo para cualquier artista, pero lo coloca a la vez en una posición complicada de cara al futuro debido a las enormes expectativas que se generan por lo que hará inmediatamente después.
Hay muchos ejemplos de lo señalado, pero el que nos interesa en este momento es el de Jordan Peele, el hijo de un padre afroamericano y una madre anglosajona que había tenido ya una provechosa carrera como actor y comediante cuando decidió debutar como director y guionista de cine con “Get Out” (2017), una de las cintas de terror más aclamadas de los últimos tiempos, así como una producción cuyas creativas alusiones a los problemas vinculados a la discriminación racial en los Estados Unidos sentaron las bases de muchas de las propuestas de género que se ha venido realizando desde entonces.
De manera sorprendente para un trabajo de bajo presupuesto, “Get Out” obtuvo cuatro nominaciones al Oscar en categorías estelares (incluyendo la de Mejor Película) y se llevó la estatuilla al Mejor Guion Original, desatando de paso toda clase de discusiones tanto a nivel popular como en el ámbito académico.
En ese sentido, su sucesora, “Us” (2019), no logró alcanzar el mismo estatus, aunque fue igualmente un arrollador éxito de taquilla y recibió una excelente recepción por parte de la crítica, mientras dejaba el protagonismo en manos de una familia afroamericana con la finalidad de tratar temas existenciales que, en este caso, no tenían que ver -al menos directamente- con las acciones nefastas de los blancos.
Lo señalado nos conduce hasta “Nope”, el tercer largometraje de Peele, que ha estado despertando una profunda curiosidad entre todos los amantes del cine desde el inicio de su ingeniosa y sugestiva campaña promocional, hace cinco meses, y que se encontrará disponible desde este viernes en salas de Estados Unidos, de manera simultánea a la apertura de una atracción permanente vinculada a su trama en el Studio Tour de Universal Studios Hollywood (aunque es necesario resaltar que las funciones adelantadas del filme a nivel nacional empiezan realmente el jueves en la tarde).
“Nope” está protagonizada por Kaluuya, quien saltó al estrellato con “Get Out” -que le dio su primera nominación al Oscar- y ganó el Premio de la Academia al Mejor Actor por “Judas and the Black Messiah” (2021), y por la actriz de color Keke Palmer (“Hustler”); pero no es tampoco una película ‘de raza’, sino un relato sobre dos hermanos -OJ y Emerald, interpretados por Kaluuya y Palmer- a cargo de un rancho en el desierto californiano que se enfrentan súbitamente a la llegada de fuerzas misteriosas en los cielos mientras intentan mantener el negocio familiar, dedicado al empleo de sus caballos en producciones hollywoodenses.
Por ese lado, el argumento prolonga la decisión tomada por Peele desde “Us” para normalizar la presencia de personajes de dicho origen étnico en relatos que podrían ser interpretados por actores de cualquier procedencia, sin que eso signifique que estos se encuentren ajenos a las conductas, las formas de hablar y los modismos propios de su cultura, y sin dejar de insertar uno que otro comentario valioso sobre las inevitables dificultades de vivir en una sociedad dominada por las personas de ascendencia europea.
Fuera de eso, “Nope” es la película más ambiciosa de este realizador en términos de espectáculo y la más costosa que ha hecho hasta la fecha, lo que podía ya predecirse al leer unas recientes declaraciones suyas en las que citaba como influencia a “Jurassic Park”, “Close Encounters of the Third Kind” y “The Wizard of Oz”.
No es gratuito entonces que, al momento de enfrentarse a este proyecto, el reconocido cineasta haya decidido trabajar por primera vez con Hoyte van Hoytema, el aclamado director de fotografía sueco-holandés que ha colaborado varias veces con Christopher Nolan y que ha sido en gran parte responsable de las imágenes presentes en “Interstellar” (2014) y “Tenet” (2020).
Claro que, al ver esta película, sentimos a veces que la influencia más grande -y quizás más inesperada- en ella proviene de M. Night Shyamalan, no solo por el empleo de un estilo narrativo en el que se combinan coqueteos con el ‘mainstream’ y detalles propios del cine de autor, sino también por el uso abierto y frecuente del humor, es decir, una herramienta que Peele ha empleado sin restricciones como intérprete y escritor televisivo, pero que ha sido mucho menos evidente en su labor como director (aunque se puede encontrar de algún modo en “Get Out”, estaba presentada allí bajo el modelo de la sátira).
Y lo hace a través de dos personajes principales: el de la ya citada Emerald, una joven mujer de espíritu tremendamente jovial que bromea sin pausa con quienes la rodean (Palmer está estupenda), y el de Ángel Torres, el simpático empleado latino de una tienda de electrodomésticos que es interpretado por Brandon Perea (“The OA”) y que se convierte inesperadamente en uno de los personajes principales de la historia.
Por su parte, Kaluuya muestra un tono de actuación mucho más contenido y serio, lo que puede llegar a ser desconcertante, pero fue hecho indudablemente de manera intencional para lograr cierto balance con el frenesí mostrado por sus coprotagonistas y darle de paso un inequívoco aire de ‘cowboy’ rudo (porque aquí también hay elementos del western).
En más de un sentido, “Nope” -donde, sí, se encuentran también ecos de Steven Spielberg- es la cinta más comercial de Peele y la más accesible de las tres, sostenida por un aroma de cine aventuras y una sencillez en la escritura que no se esperaban probablemente de él; pero no deja por ello de lado la rareza habitual de sus propuestas, como lo demuestra la feroz introducción (si aparece en los primeros minutos no es ‘spoiler’, ¿verdad?) en la que vemos a un chimpancé involucrado en un perturbador hecho de sangre ocurrido en un set televisivo.
Además, en medio de todo el humor que hemos mencionado y de algunas decisiones narrativas que parecen más concesiones a Hollywood que a la credibilidad, la película sorprende por aquí y por allá con recursos del terror más duro que ponen realmente los pelos de punta y que pueden ser particularmente impactantes (adelanto: hay una escena de lluvia de sangre absolutamente demoledora), sin tener que recurrir por ello a imágenes excesivamente gráficas ni al ‘gore’.
En lugar de ello, Peele apela a encuadres ingeniosos, a técnicas fuera de cámara y a un diseño de sonido meticulosamente planeado que se apreciará particularmente en las salas más grandes del mercado, del mismo modo en que lo harán las sobrecogedoras imágenes de una película que fue casi completamente filmada en 65mm, que se hizo en buena parte con cámaras de IMAX y que, en sus momentos culminantes, alcanza una belleza estética que solo puede generar admiración.
A estas alturas, no debería ser un secreto para nadie que “Nope” tiene que ver con los extraterrestres; pero incluso por ese lado, la historia que cuenta logra giros ingeniosos que sería lamentable revelar aquí, y que dan eventualmente pie a temas y a simbolismos mucho más profundos de lo que podría parecer, entre los que entran a tallar la obsesión contemporánea que tenemos por grabar todo sin importar las consecuencias y la manera en que nos relacionamos con los animales, tanto de estas latitudes… como de otras mucho más lejanas.