“¿De dónde sos?”, pregunta el taxista a un joven ejecutivo que se sube a su auto. “De Argentina”, le responde Fernando Correa Urquiza, un trader de la cerealera Dreyfus, quien se dirigía a la oficina que esa agroexportadora tiene en la pequeña ciudad brasilera de Palmas, en el norteño estado de Tocatins. El ejecutivo lleva casi 20 años ocupando puestos en Dreyfus pero desde hace tiempo es “Head Regional para Latinoamerica Sur y Oeste” y trader de oleaginosas en Brasil, cargo que lo llevó a vivir en el vecino país. “¿Y usted es de las Palmas?”, devuelve la pregunta el ejecutivo. “Nadie de Palmas es de Palmas”, fue la respuesta del taxista. Y tiene una explicación: esa ciudad fue fundada recién a principios de los 90 y hoy está en plena expansión económica con unos 400 mil habitantes. A esa anécdota recurre Correa Urquiza -en el marco de su disertación en una charla organizada por Asociación de la Cadena de Soja (Acsoja)- para mostrar cómo el desarrollo agroindustrial impulsó un fuerte crecimiento del interior brasilero.
“Mientras que en los últimos 12/15 años la Argentina dificultó la producción agroindustrial, Brasil la incentivó. Y los efectos están a la vista. Yo lo pude ver con mis propios ojos. Al ritmo que Argentina se estanca en el volumen y calidad de su producción sojera, en Brasil se multiplican las plantas industriales de molienda de granos por todo el interior de ese país generando un progreso descomunal en las regiones, con localidades que antes no existían o eran muy chicas y que hoy crecieron demográficamente, son pujantes económicamente y tienen servicios e infraestructura de primer nivel. Nada que ver con lo que pasa en los pueblos del interior de nuestro país”, se lamenta. Y es que la economía argentina puede leerse como un compendio de oportunidades perdidas.
Y el último capítulo se está escribiendo ahora mismo. Y es que la Argentina dejó pasar la oportunidad de mayores ingresos que dieron los precios récord de los granos apenas se inició la guerra en Ucrania. Como se puede ver en el gráfico adjuntado acá abajo, los valore récord ya son historia, si bien no son malos. Así que la renta inesperada, si es que la hubo porue los insumos dolarizados del campo subieron de igual forma que los precios, ya es cosa del pasado.
La propia ministra de Economía, Silvina Batakis, reconoció que los ingresos extra que tuvo el país por la suba de precios sirvieron para compensar los mayores costos de importación de energía, que también se dispararon por la guerra. Así que para algo se pudieron usar esos dólares inesperados, pero la oportunidad no se pudo capitalizar para contribuir a un desarrollo de base
Es más, en un primer semestre de ingreso récord de divisas del agro el país atravesó una fuerte inestabilidad cambiaria. Por lo que ahora que ese ingreso extra ya no está, los actores económicos que están viendo este panorama se preparan para un segundo semestre a toda tensión ya que la crisis cambiaria se jugará ahora en un terreno en el que no ingresarán dólares.
Pero en esta semana que termina, en la que la economía todavía no encontró estabilidad a dos semanas del fuerte cimbronazo por la desprolija salida de Martín Guzman al Ministerio de Economía (todo lo contrario, el dólar se siguió disparando y los precios de referencia para el comercio y la industria siguen sin aparecer), vamos a cambiar (sólo por hoy) el modelo de “run run” de los negocios. Y es que en vez de hacer un repaso por distintos sectores, no centraremos en una historia. Una historia de liderazgo empresario para enfrentar el estancamiento, de las miles que se suceden diariamente en todos los sectores de la economía regional sin distinción de sector y tamaño y que también merecen ser contadas.
¿Abierto o Cerrado?
La historia es la siguiente. En 2008 la Bolsa de Comercio de Rosario junto con tres importantes consignatarios de hacienda (Etchevehere Rural, Ildarraz y Reggi) fundaron el Rosgan, un mercado ganadero único en su tipo cuyo primer hito fue televisar los remates de ganado; un formato que cambió para siempre la comercialización vacuna.
Pero ese no fue su único gran logro. Es que el Rosgan, especializado en la venta de ganado para engorde, fue creciendo en expansión territorial y volumen llegando a sumar 11 consignatarios como socios: Ganaderos de Ceres Cooperativa Limitada, Ferialvarez, Pujol, Aguirre Vazquez, Cooperativa Agrícola Ganadera Guillermo Lehmann, Pastore, Álzaga Unzué y Colombo y Colombo. Y ese, precisamente, fue su otro importante hito: lograr que los consignatarios de hacienda -un tipo de empresario de fuerte presencia personal, imperante tradición familiar y mucha espalda financiera- se unieran bajo un proyecto en común. Claro está, sólo una institución con el peso económico y político de la Bolsa rosarina, que siempre se asegura el 52% de las acciones del Rosgan, podía lograr contenerlos.
No obstante, con el paso del tiempo el ritmo de crecimiento del volumen operado se fue amesetando. Y más allá de las cuestiones propias del negocio, había a una razón estructural: el Rosgan es una SA en la que para poder operar hay que ser socio, lo que en la jerga bursátil se le llama “mercado mutualizado” como lo fueron todos los mercados institucionales hasta no hace mucho. Y es que llegó un momento en el que el “club” RosGan, en la práctica, “cerró las inscripciones”. No tanto por los 50 mil dólares que había que pagar para ser socio sino porque para ingresar debían contar con la aprobación de los accionistas, y los consignatarios siempre pusieron reparos a abrir el juego. Con decir que el último accionista que ingresó fue en 2018 y le costó el puesto al presidente que lo impulsó.
Ocurre que los consignatarios siempre sintieron que habían invertido mucho y trabajado años para generar una novedosa herramienta de trabajo (y una marca registrada) por lo que no les parecía justo abrirla a sus competidores. Un argumento claramente atendible. Y es que si bien la Bolsa buscó que los socios que ingresen no sean competencia comercial de los que ya están, llega un momento en el que eso comienza a ser muy difícil de lograr.
Otro argumento de algunos consignatarios para no hacer fácil el ingreso en la práctica (en el estatuto siempre estuvo abierto) era que podían ingresar operadores que ensucien el mercado, pero a decir verdad eso parece difícil porque es un negocio en el que todos se conocen. ¿O más bien lo que pasaba es que algunos temían que el ingreso de nuevos operadores le quite protagonismo?
Es que en el último tiempo en el RosGan se venía registrando un comportamiento desigual: había socios que seguían aportando fuerte volumen a los remates mientras que otros enviaban cada vez menos (con el argumento de los costos ya que por cada venta deben dejar una comisión) pero igual eran los más opositores al ingreso de nuevos accionistas.
El ex presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevere, se convirtió, precisamente en el emblema de ese comportamiento dual. Con decir, que es el consignatario que menos hacienda lleva a rematar, pero siempre fue el más picante contra el ingreso de nuevos socios. Para decirlo en números, Etchevere -un fuerte crítico de la apertura- aportó en lo que va del año el 2.5% de las cabezas vendidas en Rosgan, contra el 9% de Hildarraz, el 12% de Pujol y el 14% de Lehman.
Pero más allá de las particularidades del Rosgan, el problema de raíz de todo mercado “mutualizado” es que al tener acotada la competencia entre operadores se quitan incentivos para que el mercado crezca en volumen. Y el volumen operado es el principal indicador de robustez de una plaza comercial, ya sea de granos, carnes, acciones o divisas. Un mercado grande siempre tiene más liquidez (se encuentran siempre comprador y vendedor), transparencia y equilibrio en la formación de los precios. Y es que un mercado institucional, más allá de ser una herramienta de trabajo para sus operadores, tiene también valores sociales (como la formación de precios de referencia transparentes) fundamentales para el desarrollo económico.
Y si bien no es el único factor (por ejemplo, también está la tecnología), los mercados grandes son aquellos en los que no hay que ser accionista para poder operar. Son aquellos en las que pagando una membresía se puede operar sin por eso tener derechos societarios. Y es que con el ingreso de más operadores aumenta el volumen transaccionado. A eso se le dice en la jerga bursátil “desmutualización” de los mercados. Y si bien los accionistas siguen siendo los directores y rectores de la entidad, a la hora de los negocios deben convivir con la competencia de los nuevos operadores, que pagando una membresía pueden entrar a la cancha a jugar el partido.
¿Y cómo se “desmutualizan” los mercados? Los mercados de valores (acciones y bonos) como lo era el viejo Mercado de Valores (Merval) de Buenos Aires (vaya paradoja que los cultores hacia la sociedad de libre mercado no lo practicaban a la hora de hacer negocios bloqueando el ingreso de la competencia) recién se abrieron con una ley de la segunda presidencia de Cristina Fernández. Y, contra mucho de lo que hizo en ese mandato, esa norma se ajustaba a los criterios de los mercados de Estados Unidos y Europa. Una ley del primer mundo, muy lejos de Venezuela.
Pero también está la experiencia del rosarino mercado de futuros Rofex, que decidió mucho antes de la ley de Cristina desmutualizarse por decisión propia. Y esa apertura al ingreso de nuevos jugadores fue uno de los puntales institucionales que catapultó su crecimiento (por entonces estancando) hasta convertirlo hoy en un actor de gran importancia latinoamericana con un contrato (el de dólar futuro) que está entre los más operados del mundo. Ya volveremos al Rofex (hoy llamado Matba Rofex), pero ahora sigamos con el Rosgan porque la historia adquiere temperatura.
Ocurre que en el ADN de la Bolsa rosarina siempre se buscó impulsar el crecimiento de sus mercados. Y por un tiempo (sobre todo en el inicio cuando se estaba innovado en la comercialización ganadera) la forma mutualizada dio resultados en el Rosgan. Pero hacía tiempo que ya era un modelo agotado.
Pero dar el cambio suponía afrontar una discusión picante con gente de peso como los consignatarios. Y este año, los planetas se fueron alineando para que el cambio tenga lugar. Por un lado, la nueva conducción de la Bolsa, encabezada por Miguel Simioni, decidió jerarquizar institucionalmente al Rosgan en el directorio y hacer valer el 52% de sus acciones en el mercado para poner el tema sobre la mesa y mover las estructuras en busca de lograr una nueva fase de expansión.
Pero también en todo proceso de cambio, que puede ser traumático, tiene que aparecer la persona que, convencida de cuál es el rumbo a tomar, se encargue de planificar y ejecutar las medidas para lograr la transformación. La persona que ponga la cara para dar la pelea contra las resistencias y bancarse los embates; es decir capitanear el cambio. Y ese fue el corredor de cereales y también ganadero Walter Tombolini, quien había sido director original del Rosgan pero con la llegada de la “familia” Vicentin a la conducción de la Bolsa se había retirado de la vida institucional.
Tombolini tiene un perfil mediático muy bajo. Es más, siempre es muy reticente a las referencias personales en las notas periodísticas sobre la gestión del Rosgan pidiendo expresamente al periodista que se hable del directorio y no del presidente y destacando la labor fundamental de los funcionarios de carrera en la figura del director ejecutivo Raúl Milano. Pero no porque se esconda. Todo lo contrario. Fue Tombolini quien en la fiesta de fin de año de diciembre pasado les anunció a los consignatarios su objetivo de abrir el mercado y fue quien se hizo cargo de las conversaciones para convencer a los socios de abrir el mercado. Charlas que tuvieron, a veces, tonos a veces muy edificantes y otros muy calientes. Como la picante, pero muy picante, negociación con los socios consignatarios que rechazaban el cambio en la reunión realizada en mayo en uno de los coquetos salones del subsuelo de la Bolsa en la que finalmente se logró la aprobación a la histórica desmutualización del Rosgan.
En rigor, la nueva conducción del Rosgan que asumió a fin del año pasado, además de anunciar el cambio, empezó barriendo algunas limitantes laterales pero que de movida impulsaron el aumento del volumen. Por ejemplo, el Rosgan había prohibido que los socios puedan hacer al año más de tres remates especiales (como les dicen a los que, con la marca y servicios del Rosgan, hace cada consignatario en soledad y no en el reciento con todos los operadores); una forma de limitar el crecimiento más que incentivarlo. Sacada esa barrera, hubo consignatarios que duplicaron el límite y por eso el volumen se disparó.
Otra medida que se tomó para crecer en volumen operado fue la de habilitar los remates de cooperativas (bajo marca y servicios de Rosgan), como los que hacía uno de los socios -la cooperativa Lehman- comercializando hacienda de cooperativas más chicas. Y el resultado de la apertura inicial se vio en los números. En los primeros 5 meses de este año, se vendieron en el Rosgan 142.254 cabezas contras las 90.008 de 2021 y las 96.632 de 2020.
Pero claramente, la tarea era lograr aprobar en el estatuto la desmutualización. Y, más allá de algún socio que quedó disconforme, lo cierto es que finalmente hubo convencimiento en cuál era el rumbo a tomar. En síntesis, se aprobó el otorgamiento de membresías por 15 mil dólares (frente a los 50 mil que cuesta ingresar como socio) con una exigencia de volumen a rematar y sin la posibilidad por los primeros dos años de participar en los remates destacados de Rosgan en Palermo y Expoagro.
Y a poco de andar, ya se sumó un primer “nuevo operador no accionista”, que esta semana ya depositó los 15 mil dólares para tener la membresía. Se trata de Rigran, una destacada y muy importante agroganadera con base en San Justo y mucho alcance en el norte provincial. Además, hay otras dos casas consignatarias analizando su desembarco. Y como si fuera poco, un actor de peso -como AFA- también lo están pensando. En rigor, la cooperativa está apostando a crecer con sus propios remates en la zona núcleo (en la que es fuerte), mientras busca un socio en otras regiones más lejanas para sí desde allí poner un pie en Rosgan.
Con la aprobación de la desmutualización, ahora el Rosgan va por los otros dos pilares que fundamentan el crecimiento institucional de un mercado. Uno es el de la tecnología.
En un mes inaugurará en la planta baja del Edificio Torre de la Bolsa el “Estudio Rosgan”, un centro de tecnología propio (con un moderno auditorio para reuniones y capacitaciones) desde el cual se comandará la puesta en marcha de un paquete de soluciones techis para sus operadores que pronto se darán a conocer para mejorar y ampliar la comercialización de hacienda. Y el último es el del financiamiento. Para eso Rosgan está en conversaciones con bancos para que, como hacen en las grandes ferias del agro, puedan ofrecer a los consignatarios financiamiento con condiciones especiales para los compradores de hacienda en los remates mensuales que el mercado realiza en la Bolsa de Comercio de Rosario. Y como si eso fuera poco prepara para fin de año un importante congreso ganadero en la Bolsa.
Finalmente, más arriba hablamos del Rofex y dijimos que luego volveríamos a ahora Matba-Rofex. Resulta que esta semana, la entidad realizó un coctail en la Bolsa para informar las últimas novedades, como el resultado de último balance cerrado a mediados de año. Para el que le interesa hablar de plata, el precio de las acciones de Matba-Rofex actualmente cotiza en torno a los $290. ¿Y los dividendos? En 2021 se pagó en dividendos casi el 5% del market cap de Matba-Rofex o casi el 45% del EBITDA generado en el ejercicio. Y la intención es mantener, en lo posible, este nivel hacia el futuro.
Pero lo más importante sobre el Matba- Rofex es la compra de una empresa tecnológica especializada en servicios financieros y para el mercado de capitales (Lumila), que les permite desembarcar en México (que es su principal cliente) Y traemos el caso a esta columna porque también muestra un ejemplo de innovación permanente como receta para el crecimiento. Es que este mercado -que es el reciento electrónico en el que se operan básicamente granos y divisas a futuro- está mutando hacia una nueva concepción del negocio. ¿Cómo se presenta ahora?. Su CEO, Diego Fernández, la presentó en el coctail “como un proveedor de Servicios de Infraestructura y tecnología bursátil y de mercados”.
Vamos a mostrarlo en números: En la actualidad el 98% de sus ingresos son locales y el 75% por las operaciones bursátiles. Pero con la compra de Lumina, sus negocios internacionales pasan a representar el 32% de sus ingresos y los servicios de tecnología el 42% de sus ingresos. Y con esa espalda, ahora se animan hasta crecer en los Estados Unidos, como cuenta Andrés Ponte en una entrevista que publica este domingo Ecos365, el portal de negocios de Rosario3, y que podés leer haciendo clic acá.