Desde Concordia, Entre Ríos, donde vive, el presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CACS), Mario Grinman, analiza con preocupación el panorama actual y trata de despejar la imagen de malos de la película de los comerciantes en una semana en que muchos de ellos remarcaron precios o dejaron de vender hasta esperar que se aclare el panorama político, económico y del dólar. Reclama el fin de los conflictos políticos dentro del Frente de Todos.
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¿Cómo ve la situación política y económica en esta semana tan caliente?
Lo veo complicado. En realidad, la política complica lo económico. Las diferencias tan extremas que hay en el gobierno nacional envían señales muy negativas. Eso provoca desconfianza, incertidumbre y lo incierto es mucho peor que lo malo de los mercados. La economía reacciona de esta manera, ¿no? No hay otra manera que pueda reaccionar, porque la economía funciona por expectativas y las expectativas, cuando no son positivas, como está sucediendo en este momento… No es la primera vez en la Argentina, esto es como un déjà vu.
¿Tiene miedo de que ocurra qué cosa?
A ver, es que ya no se trata de tener miedo o no, se trata de que el Gobierno clarifique sus posiciones, dirima sus situaciones internas lo antes posible y comience a dar señales claras. Una vez que dan señales claras, la economía, en cierta manera… Porque también hay otras herramientas que faltan, como son las divisas y el Gobierno no tiene las divisas necesarias producto de políticas equivocadas de este, del anterior y del anterior al anterior. Hoy, cuando se acusa a los comerciantes, a los empresarios de que somos especuladores, lo único que estamos haciendo es protegiendo nuestro capital. A ver, el capital que tiene un comerciante, no importa el tamaño de su negocio, es el stock y él necesita, cada vez que hace el inventario, ver que su stock, como mínimo, se mantiene en la misma cantidad de unidades. Lo deseable es que cada vez haya mayor stock. Eso se llama que la empresa va evolucionando. Ahora, si cada vez tiene menos stock, la empresa va involucionando. Esto es como la masa corporal del cuerpo de un ser humano. Si el ser humano comienza a perder masa corporal, todos sabemos cómo termina y esto es lo mismo. Entonces, ¿qué hace el comerciante? ¿Cómo se protege? Y esto no es especulación, esto es protegerse de lo que puede suceder en el futuro, que es incierto. Tiene dos maneras, básicamente es una cerrar las persianas y esperar el tiempo que pueda esperar para ver que se tranquilice todo y después arrancar. Y la otra, el que no tiene espalda para estar cerrado, es poner un precio presunto de lo que él cree que le va a costar. El valor de reposición de la mercadería es tan simple como eso. El que no lo quiera entender es porque es un necio, pero esa es la verdad, es cuidar el capital que tiene el comerciante.
Desde hace dos semanas se aplicó un mayor control de importaciones y hace una semana cambió el ministro Economía. ¿De cuánto son los aumentos? En la Unión de Kioskeros me decían que por lo menos en ese ámbito había 10% de aumento en productos nacionales y 30% en importados…
En ese rango ha habido de todo: 10, 15 o 20%. Fíjate que el lunes había cartelitos que decían 20%. Ha sido así porque el 20% fue lo que creció el dólar blue. Esa es la realidad. La Argentina es un país que está dolarizado y el valor de referencia es el billete verde, que lo puedes tener en la mano. Entonces hay productos que seguramente volverán a su lugar o no. Pero también está el tema de la importación, porque el 89% de lo que se importa a la Argentina son productos básicos, imprescindibles para la producción nacional. Todo lo que consumimos los argentinos, y no estoy hablando sólo de lo que son alimentos, estoy hablando de la ropa, maquinarias, cubiertas, farmacéuticos, lo que vos se te ocurra, te diría que el 99% o más tiene algún componente importado. Y ese componente importado hoy está en tremendo estrés, primero por las restricciones de Argentina y segundo por la situación del mundo, donde todo se ha encarecido, donde hay demandas producto de la brutal guerra. También venimos con problemas por la pandemia, donde hay una demanda extraordinaria y donde los proveedores internacionales venden a mayor precio y al que mejor le paga. Y convengamos que nosotros no somos buenos pagadores. Entonces por ahí pretender que los industriales o los empresarios argentinos salgan a comprar productos al exterior y que nos financien por seis meses es bastante poco serio.
¿Hay rubros que hoy en día no están vendiendo mercadería?
Sí, hoy a mí me hacen llegar de distintos lugares del país notas de proveedores, algunos de materiales de construcción. Por ahí hay grifería que tiene componentes importados que dijeron “hasta nuevo aviso no hay más venta”. Sin precio o con precio no hay venta. Y así otros insumos. Esa es la realidad. Porque hay una cadena de proveedores que es el proveedor del proveedor, del proveedor del proveedor y así es casi infinito. Todo el mundo tiene un proveedor. Absolutamente. Y en algún momento esa cadena se corta. Esta es la realidad. Hay que asumirlo. Los empresarios no somos especuladores, no somos los malos de la película. Y es esto. Es el país que tenemos. Algunos medios periodísticos se molestan cuando yo digo que la Argentina no es un país normal. Y cuando yo digo que no es un país normal, me refiero que en un país que produce alimentos para 400 millones de habitantes no puede haber tanta gente bajo la línea de pobreza, indigencia, revolviendo basura para comer. Un país que tiene la segunda reserva mundial de gas [no convencional] no puede ser que esté importando gas a valores extraordinarios sin tener divisas. Y todavía estamos discutiendo si el caño para sacar el gas tiene que ser redondo o cuadrado. A eso me refiero que digo que no somos un país normal. Entonces los hacedores de la política tienen que ponerse en cosas serias y hablar, acordar oficialismo y oposición algunas cuestiones de hacia dónde vamos, como lo hicieron países serios en el mundo, para bajar la pobreza, la inflación. En Israel en la década del 80 se pusieron de acuerdo, tenían miradas distintas. Ni siquiera voy a ir a los Pactos de la Moncloa, pero veamos lo que hicieron a los que les fue bien y tratemos de hacer eso. Lo que pasa que eso significa dejar de lado intereses egoístas, personales, partidarios, ideologías. Hay que poner ideas sobre la mesa, mucho más pragmatismo. Y me parece difícil en la Argentina porque nadie quiere ceder nada.
¿Qué productos importados están faltando hoy en día?
Hay muchos productos importados que ya vienen faltando hace tiempo. Cubiertas hace mucho tiempo que vienen faltando. Un día me decía un fabricante textil que le estaban faltando agujas que son importadas para sus máquinas tejedoras. En el interior del país los agricultores tienen problemas para los repuestos de sus máquinas agrícolas. El otro día a un agricultor de una cosechadora creo que se le había roto la bomba que es importada. Probó con una bomba nacional que no le anduvo. Una bomba cuesta creo que 500 dólares y no la consigue. O sea que hay un montón de cosas que están faltando.
¿Qué debería hacer el Gobierno para solucionar esto? ¿Y qué puede aportar el sector de comercio y servicios para solucionar el problema?
El Gobierno lo que tiene que hacer es serenarse internamente y enviar señales de que realmente están preocupados por el pueblo argentino y no preocupados por sus cuestiones personales o partidarias o por mantener el poder. Cuando eso suceda, probablemente lo mío es una utopía, pero cuando eso suceda, va a generar confianza y la rueda va a comenzar a funcionar. Con los limitantes que tenemos en el país por las restricciones que tenemos de divisas, obviamente. En cuanto al comercio, fijate vos que en los últimos diez años el empleo público creció más del 30% y el empleo privado privado total cayó más de 1%. Ahora bien, el único empleo que se sostuvo, que no solo no cayó sino que tuvo una leve recuperación, es el de comercio y servicios. O sea que más de lo que hacemos no podemos hacer, es seguir levantando las persianas todos los días, dando cada vez un poquito más de puestos de trabajo, pero en la incertidumbre de un país poco normal.
¿Pueden llegar a bajar un poco los precios que se remarcaron preventivamente esta semana si hay señales positivas o es imposible?
Imagino que sí, porque es un tema de competencia. A ver quién va a mantener un precio alto si el vecino lo bajó. Eso es el escenario ideal.
Pero debería bajar el dólar paralelo primero…
Tiene que tranquilizarse todo, claro. Obviamente no es justo que nos estemos referenciando al dólar, pero esa es la realidad. No es fácil que suceda en la Argentina: cuando suben los precios, es difícil que bajen. Esa es la realidad.
Las importaciones que no se pueden importar al dólar oficial, a $ 133, puede traerse igual, pero al contado con liquidación, a $ 302, a más del doble de precio, por supuesto.
Sí, bueno, pero no te cierra los números. Llega un momento en que no te cierran los números. Si vos hoy estás comprando al dólar oficial de 130, llevarlo a 300, te significa casi dos veces y media, ¿el aumento a dónde lo trasladas?
El jueves, en la primera reunión del nuevo secretario de Comercio Interior, Martín Pollera, con los supermercados, él les pidió que moderaran los aumentos por fuera de los Precios Cuidados respecto de lo que habían pactado con su antecesor, Guillermo Hang, que sean del 3 o 4% mensual, en lugar del 5 al 7%.
Sé por lo que me contaron algunos de los participantes. A ver, es un tema de predisposición de las partes, de buena voluntad y fundamentalmente de poder hacerlo. Si alguien lo puede hacer, bienvenido. No todos están en las mismas condiciones. No todos tienen las mismas espaldas financieras para aguantar.
Hubo una reunión hace unas semanas entre el G6 [que agrupa a la CACS, la Unión Industrial, la Cámara de la Construcción, la Sociedad Rural, la Bolsa porteña y la Asociación de Bancos Argentinos, Adeba) y el líder de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra), Gerardo Martínez, para hacer algo más que un plan de infraestructura, no sé si económico…
No fue una reunión precisa para eso. Yo estuve porque participo. Fue en la Cámara de la Construcción hace dos semanas, donde ellos presentaron el primer año del Plan de Políticas de Infraestructura. También estaba Gerardo Martínez, obviamente, como no podía ser de otra manera, y se dio una charla donde él expuso y todos coincidimos en la necesidad de tratar de hacer cosas diferentes para que nos vaya un poco mejor, pero no fue nada puntual ni pactado para esa ocasión. Yo tengo un deseo enorme de que en algún momento nuestros dirigentes políticos tengan la apertura mental suficiente como para darse cuenta que hay que trabajar entre todos, reunirnos los distintos sectores de la política, los empresarios, los sindicalistas y tratar de acordar cuatro o cinco cosas básicas que se necesiten para el país y vayan al Congreso de la Nación para que salga por ley. Sí, para que tenga fuerza de ley un proyecto a diez, 15 o 20 años y empezar a trabajar en eso. Es una expresión de deseo. Ojalá que lo pueda ver.
¿Por ahora no hay ningún intento de mesa de concertación de urgencia como hubo en la crisis de 2001/2002, cuando hubo cierto acuerdo de algunas cámaras empresariales, no digo todas, pero con la CGT, con los radicales, con Eduardo Duhalde, cuando hubo una cierta concertación para salir de la convertibilidad?
Absolutamente nada. Pero insisto, para que esto se dé, primero el Gobierno tiene que ordenarse internamente. Porque con lo que está sucediendo no hay manera de avanzar más.
AR