Sergio Arellano/Asesor en Derechos Humanos
@siarellano5
La agenda migrante en el ámbito internacional resulta un tema aplazado. A pesar de que tenemos una infinidad de acuerdos firmados, convenciones, programas y protocolos, parece no ser suficiente para erradicar las arbitrariedades mundiales.
Lamentablemente, se dio a conocer en días pasados, el fallecimiento de connacionales en el país de norte cuando un tráiler fue hallado con 46 personas migrantes sin vida. Sin duda alguna, debe de castigarse con todo el peso de la ley a los responsables.
En México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, resolvió sobre la constitucionalidad de los 8 a 16 años de prisión a quien cometa el delito de tráfico de personas indocumentadas. No obstante, estimada o estimado lector, los retos en este rubro a lo largo y ancho de nuestro territorio, se resumen en actos de corrupción, discriminación, faltas al debido proceso, secuestro, extorsión, tráfico y trata de personas; uso excesivo de la fuerza y por supuesto, abuso sexual.
Se suma a lo anterior, la penosa inactividad del Estado como un obstáculo para regularizar en tiempo y forma su situación migratoria, razón por la cual, el acompañamiento de ACNUR de las Naciones Unidas, se vuelve indispensable.
Para ejemplificar con mayor claridad la brecha que han tejido los órganos de naturaleza pública, les comparto que tan solo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos durante el periodo 1990 a 2017, emitió recomendaciones en veintisiete casos de migrantes y para refugiados, únicamente en dos. Como podrán apreciar, no estamos tratando un asunto simple y llano, se trata de la dignidad de un grupo poblacional que por razones ajenas a su voluntad, tienen que abandonar su país en busca de una mejor calidad de vida.
En lo sucesivo, las y los servidores públicos encargados de la escucha de los colectivos en situación de vulnerabilidad, tienen que considerar un modelo de atención que les permita captar situaciones de riesgo con un grado de conciencia mucho más fino.
No podemos permitir que el seguimiento se ofrezca cuando las víctimas se encuentran en un estado deplorable y bajo circunstancias de imposible reparación. Tenemos mucho trabajo que hacer.