Era el 28 de febrero del 2020 cuando Francisco Portillo y su esposa Amy Portillo Kessler recibieron las llaves del local que rentaron para comenzar su primer negocio, Black Dog Coffee Roasters, una tostadora para elaborar y vender café de diferentes países.
El local está en un área industrial en Signal Hill, al sur de Los Ángeles, ya que la idea era tener una pequeña bodega donde se tostara y empaquetara el café para enviarlo y recibirlo.
Lo que poco imaginaba la pareja es que una semana después de su celebración el país se enfrentó al cierre nacional a causa de la pandemia del covid-19.
Portillo quiso mantenerse positivo imaginando que sería un cierre de un par de meses máximo. Comenzó a trabajar en la instalación de las máquinas para tostar el café y todo lo que necesitaba para echar a andar el negocio.
Una vez listo comenzó a salir a promover su producto a tiendas minoristas y cafés.
Pero para su sorpresa nadie estaba interesado en comprar café proveniente de México, El Salvador o ningún otro país. Los dueños de negocios estaban preocupados por el entonces desconocido virus que estaba acabando con la vida de las personas.
En una de las últimas dos tiendas que intentó vender el café le preguntó al encargado cuánto café consumían en un día y la respuesta fue aproximadamente 6 a 10 libras.
“Le dije, ‘déjame traerte dos libras gratis, no tienes que comprarlo solo necesito una opinión’ ,pero incluso de gratis nadie nos aceptó el producto”, recordó el empresario de nacionalidad salvadoreña.
Esta fue la primera vez que el jóven de 34 años dudó el haber invertido más de cuatro años de ahorros para comenzar su negocio.
“Pero el covid nos enseñó la otra cara del negocio”, aseveró. “Nosotros no pensábamos servir café pero ese fue nuestro siguiente paso después de ver que teníamos tanto café y no lo estábamos vendiendo”.
Portillo instaló una pequeña máquina de café al frente de la bodega, localizada sobre la calle Burnett, puso un anuncio y comenzó a ofrecer café caliente y helado.
Portillo decidió llamar a su negocio Black Dog Coffee Roasters en honor a la leyenda de su natal El Salvador de un perro llamado El Cadejo. Pese a que hay muchas versiones de la leyenda, Portillo ha optado por escoger la del perro negro que cuida a los ebrios y los protege en su camino a casa.
Ese es el cuidado que él sentía que necesitaba principalmente en sus inicios del negocio. A los pocos días logró tener una fila de clientes ansiosos por probar el grano recién hecho, de la tostadora a la taza de café.
Algunos días fueron buenos pero hubo otros en los que no se vendió casi nada.
“Abríamos a las 6 de la mañana y a veces estaba hasta las 9 de la noche. Una vez estuve aquí todo el día y solamente vendí $18”, recordó el empresario. “Es muy bueno ver atrás y estar agradecido como hemos evolucionado porque no fue fácil”.
De la mecánica al café
Portillo es nativo de El Salvador donde creció en una familia que tenía una finca de café. En sus años de adolescencia no le tomó mucha importancia y eventualmente optó por trabajar como mecánico en una compañía de automóviles en su país. Pero nunca olvidó su pasión por tostar el café.
Hace cinco años emigró a Estados Unidos después de haberse casado con su esposa Amy quien es americana.
Pese a que se está acoplando a la cultura americana, Portillo recalcó que su corazón está dividido ya que toda su familia vive en El Salvador. Esta es una de las razones por las cuales al incursionar en la venta del café quiso hacerlo apoyando a su familia.
Sin embargo, comenzó a notar que es complicado exportar café de El Salvador.
“El café de El Salvador es un tema de país, muchas veces de gobierno”, dijo Portillo.
Indicó que no se pueden traer pequeñas cantidades, algo que él necesitaría como pequeño empresario. Solo le permitían exportar un contenedor lleno del grano a un costo de unos $80,000 a $100,000 dólares.
Esto era imposible para él principalmente como empresario relativamente nuevo. Buscó opciones y logró asociarse con otra pequeña compañía de la ciudad de Oakland, al norte de California para compartir los gastos y el producto.
“Seguimos trabajando para hacer el proceso un poco más fácil y esperamos que el gobierno vea la necesidad y que hay una buena reacción fuera del país”, dijo el empresario.
Por otro lado, notó que la exportación de México era más fácil. Comenzó a trabajar con una compañía de Nayarit, México.
Indicó que el café llega en grano verde, usualmente en paquetes de 69 kg. listo para tostar. Black Dog Coffee Roasters se encarga de tostarlo, empacarlo y venderlo.
“El café de México viene de una cooperativa pequeña de casi 14 familias y que se sigue expandiendo”, dijo Portillo.
Esto llena sus expectativas ya que desde que comenzó su negocio esa era la idea que él tenía, trabajar con micro productores y ayudarlos con logística de importación, control de calidad, darles asesoría para elevar la calidad del producto para hacerlo exportable.
“Es muy importante para mí, saber de dónde viene el producto y a quien estamos ayudando”, dijo Portillo. “De esta forma hay un fin de apoyo de familias con historias. Yo siempre digo que cuando tu compras café acá no se trata de mi marca sino de que literalmente estás apoyando a alguien del país de origen. Hay alguien que está comiendo de esto”.
Aparte de El Salvador y México también vende café de países como Perú, Guatemala, Honduras, Colombia, Etiopía y Tanzania.
En su negocio fácilmente se puede probar diferente café a diario ya que los rotan para que el cliente pruebe de los diferentes países.
También disfruta cuando llegan las generaciones jóvenes y ven café de los países de origen de sus padres y optan por comprar el producto.
“Dicen, ‘mis papás son de ahí, déjame llevar una bolsita’ eso es muy bonito, ver el sentimiento de un producto del país natal”, contó.
Ahora el negocio está en un nivel donde Portillo se puede dar el lujo de tener empleados y continuar expandiendo. Reconoció que en momentos de dificultad es importante unirse a personas dispuestas a motivar a uno para no perder el objetivo.
“Algo que yo puedo decir a alguien que tenga planeado comenzar un negocio es ¡Dale! no es fácil pero hay que seguir empujando y siempre está la luz al final del túnel”, recalcó.
Black Dog Coffee Roasters está localizado en 1390 E Burnett St , Suite G, Signal Hill 90755
Visite su página de Instagram en https://www.instagram.com/blackdogcoffeeroasters/