El pasado al pasado. El gobierno saliente ya salió. Murió cochino. A lo hecho pecho. Veamos el lado positivo, pensemos con expertís y coaching. Seamos constructivos; no malgastemos nuestras fuerzas. Más bien con la historia de ese gobierno se puede hacer una súper novela que superaría a “Don Quijote” en todo: ventas, creatividad, fantasía, sexo, drogas, violencia, drama, humor, todo. Y con un título bien marketing y fashion, negocio redondo; por ejemplo: “Madam Ko-Chi Niya” (vean lo que ha logrado en la historia de la humanidad “Madame Butterfly” y con menos drama). Explotémoslo. Pero bueno, tema para otro día.
Tras casi un siglo de tener prueba, año tras año, generación tras generación, de que las autoridades a cargo no han podido ni van a poder nunca solucionar el problema de las inundaciones y las alcantarillas en la estación lluviosa ni el de la falta de agua corriente en la estación seca porque la población crece y crece mientras que ni el terreno ni los sistemas crecen, saquémosle el jugo: no peleemos contra las fuerzas de la naturaleza; ¡aprovechémoslas! Sí, a cambio de dólares, euros, bitcoins.
Creemos que el problema está en que no hemos podido saber quién tiene la culpa, si el narco, los migrantes, el Diablo, los “hermanos del norte”, el “imperialismo yanqui”, “los comunistas”, la pandemia, la corrupción o qué. Pero no importa. Lo convertimos en cliente. Un nuevo concepto, una nueva perspectiva, una “tercera república”. ¿Ha notado que en todo el país no hay ni un solo lago natural? Todos los lagos del mundo se los apropiaron solo unos pocos países. Pero nos vale… ¿Ha oído hablar de Venecia, la ciudad inundada y de canales que recorren botes llamados góndolas conducidos por gondoleros? ¿Ya vio los millones de millones que le entran a diario solo por estar llena de agua? Bueno, ahora podemos ser también “la Venecia centroamericana”.
Para empezar creamos el turismo de estación lluviosa y lo distinguimos bien del de la estación seca. Hay gente para todo en este mundo. Bueno, nadie ha explotado la estación lluviosa turísticamente. Pero sin ir más lejos ¿ha visto lo que le gusta a los chicos patalear en la lluvia, los charcos y el barro? Es una inclinación natural, orgánica; aprovechémosla. ¡Marketing! ¡Marketing!
¿Cómo funciona? En vez de combatir la naturaleza trabajamos con ella. Hay sectores enteros de las ciudades que se convierten en lagos, como decir las inmediaciones de Barrio Luján en San José. Es un prototipo y se identifican todos los demás que se inundan así. En vez de desinundarlos, se desarrolla el concepto y se mantienen inundados durante toda la estación lluviosa. Los residentes crean un tipo de deporte de esnórkel urbano estacional y juegan con balsas. Y se desarrolla un turismo digamos mojado de temporada a la que puede hasta ponérsele un nombre comercialmente atractivo que suene como a árabe o hebreo o algo así (que suene a plata); por ejemplo: “temporada Mojame al Talud de CR” y se inventa que es en honor a algún viejo famoso.
Se deja inundar todo desde el Estadio Nacional y el Paseo Colón hasta llegar a donde ya sube el nivel en la Avenida Central y todo eso es el “Grand Canal Venezien” de San José con atracaderos a ambos lados (y por supuesto que sobrarían los atracadores). Con gondoleros y góndolas adaptados: los pescadores artesanales de ambas costas pescarían en las costas en la estación seca y en la estación lluviosa nos los traeríamos con sus botes, los cochearíamos como guías turísticos, los uniformaríamos, les enseñaríamos un poquito de italiano y a pasear turistas “mojados”. Los botes se traen en esos furgones que transportan autos y para el regreso se llevan hasta los ríos Grande de Tárcoles y Reventazón, donde ya se van como quien dice “rodados” y “cuesta abajo” de regreso a las dos costas; ahí se les abre un poco el trayecto en los rápidos y de paso también pueden ir pescando y llevando turistas que retratan perezosos, puentes caídos, etc. Con esto se ataca el otro eterno problema de su desempleo.
En algunos sitios se instalan teleféricos que permitan ver desde el aire lo que ocurre cuando se desbordan riachuelos como en el Bajo de los Ledezma. Pero entonces se mantiene toda esa hondonada inundada como espectáculo. ¿Ha visto cómo se ve desde el aire? Bueno, pues, todo lo que está abajo visto desde el aire se ve exactamente precioso, como un parque de diversiones. Y por supuesto ese no sería el teleférico del Bajo de los Ledezma sino el Ledezma Canopy. A 25 dólares como mínimo el paseíto y ojalá en el aguacero más torrencial. Ya para la estación seca podría pensarse en jardines desérticos estacionales con cactus, calaveras de mamíferos y culebras de cascabel y esas cosas, porque cuando falta el agua en las comunidades de verdad falta. Y a eso también podría sacársele provecho turístico. En todo caso, resumiendo: turismo de estación lluviosa y turismo de estación seca, como en Suiza con el esquí en invierno y lo otro en verano. Las nuevas ganancias servirían también para encontrar soluciones técnicamente perfectas para los residentes de los “sectores venecianos” y de los “sectores saharianos” estacionales urbanos.
Pero por aquello de los “domingo sietes” tenemos que asegurarnos de que las autoridades a cargo, una vez que esta nueva visión ya esté funcionando para felicidad de todos, no vayan a sacarse de la manga la solución técnica definitiva a los problemas de la falta de capacidad de los sistemas y al de la basura y echarlo todo a perder.
(*) Orlando García Valverde, Traductor-Intérprete Oficial