La entrevista tiene lugar en un restaurante de comida colombiana y muestra el bullicio de muchos extranjeros que añoran la comida de su país. Daniel Oliveira (Pedro Gomes, Mato Grosso del Sur, Brasil), topógrafo de profesión, es regidor del Districte Llevant. Con 130.000 habitantes es el más poblado de Palma, una ciudad en sí misma. Oliveira dice que su trabajo diario consiste en gestionar las necesidades de esta enorme porción de la ciudad, en la que entran barrios como Marqués de la Fontsanta, Son Gotleu, La Soledat o Rafal Vell.
¿Qué distingue a este distrito del resto de Palma?
—En estos barrios hay mucha clase trabajadora y una gran multiculturalidad. Es un distrito muy diverso en el que el trabajo del día a día está con los vecinos, los mayores, los inmigrantes… Es de lo que estoy más orgulloso. Tengo despacho y está en Son Gotleu. Escucho a las entidades y las ONG, hay un desconocimiento absoluto de su trabajo y son vitales en la ciudad.
¿Por qué está tan volcado en la inmigración? ¿Ser de Brasil le confiere más sensibilidad hacia este colectivo?
—Aunque no entra dentro de mis obligaciones, la inmigración para mí es un tema personal. Acudo cada vez que un cónsul visita al alcalde o hay una toma de posesión de cónsules. Mi trabajo en el distrito es trabajar con todos, con asociaciones de vecinos, de mayores y de todas las entidades. No formo parte de una cuota, aquí vengo a trabajar para ayudar en la transformación de la ciudad.
Este fin de semana Palma ha celebrado el Año Nuevo chino, un evento en el que se ha volcado toda la ciudadanía.
—Sin ninguna duda. Mi sueño y mi deseo es que Palma sea un ejemplo de inmigración y en la gestión de la diversidad cultural, religiosa, ideológica y de opiniones. Mucha gente las pone por delante de la colectividad pero eso crea desunión. Hay que trabajar este tema. Ojalá no se hable de inmigración porque habríamos logrado la normalidad absoluta. En cuanto al Año Nuevo chino, ya la edición de 2020 fue un éxito y se ha convertido en una fiesta de aquí.
¿Palma es una ciudad acogedora con la inmigración?
—Es una parte fundamental de la población palmesana. Estamos aquí, en la construcción, el comercio, la educación, la sanidad. ¿Cómo vas a obviar esa realidad? La globalización también ha traído muchos beneficios y la inmigración ha cambiado nuestra realidad. Pero ojo, soy un protector de la lengua catalana. Trabajo para que todas las asociaciones entiendan que el catalán es un lujo. Es una pasada ver cómo a los mallorquines se les ilumina la cara cuando les hablas en catalán porque supone un respeto por lo local. Defiendo a capa y espada la tierra que piso.
Pere Garau, en especial la zona de la plaza de las Columnas, era visto hasta hace unos pocos años como una barriada popular que ahora se ha puesto de moda.
—La evolución natural de las ciudades es el movimiento del centro hacia las periferias. Se ha producido un cambio con la mejora del entorno. También hubo un encarecimiento de la vivienda en el centro. Eso hace que la gente se desplace. Pere Garau era un barrio muy humilde y ahora se está dando a conocer. Es un evolución lógica aunque no tenemos mucho más donde crecer.
Fue muy comentada su entrega en la representación de la Adoració dels Reis. ¿Es verdad que ha sido actor?
—Soy un fanático del teatro. Mi sueño cuando era joven era ser actor y estuve actuando en obras de teatro en Brasil. Aquí en Madrid he trabajado de figurante en series como Farmacia de guardia, Ay, señor, señor, Colegio Mayor o en la película El perro del hortelano, dePilar Miró. Estaba encasillado en papeles de camarero y policía nacional. Dejé el teatro cuando nació mi hija.