Una nueva expedición de científicos, compuesta por Hugo Benítez y Tamara Contador, instaló un observatorio terrestre en el continente blanco, para caracterizar la biodiversidad de algunas especies.
Hugo Benítez llevaba seis años develando desde su laboratorio en la UCM los patrones de invasión de especies exóticas en la lejana Antártica, hasta que, por fin, pudo pisar el círculo polar a comienzos del 2023.
“Por temas logísticos nunca me había tocado ir. Ahora con el Instituto Milenio Base se abrió la ventana y es posible que nos toque ir en todas las expediciones por al menos veinte días, por los próximos nueve años”, anunció el científico.
El también director del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CIEAM) de la Universidad Católica del Maule, forma parte de uno de los llamados equipos BASE del Instituto Milenio, que en esta oportunidad monitorea invertebrados y algunas plantas.
Junto a la investigadora de la Universidad de Magallanes, Tamara Contador, inició la travesía en la Isla Decepción, para luego instalarse en la Península Fildes.
“Estos son dos puntos geográficos que fueron seleccionados como áreas de monitoreo para el observatorio terrestre que realiza el instituto y que nos permitirá caracterizar la biodiversidad de invertebrados terrestres y acuáticos, como también plantas, líquenes entre otros organismos, con énfasis en las especies nativas y endémicas de la zona”, señaló.
La vigilancia del reino animal antártico, con foco en invertebrados, incluye la descripción de habitantes mayormente desconocidos por los vecinos americanos, como los súper-crustáceos “branchinecta gaini” y “Boeckella poppei”, y mediciones químicas en lagos y lagunas.
“La idea es caracterizar a largo plazo zonas prioritarias de Antártica y correlacionar las características fisicoquímicas se vayan midiendo a largo plazo con su biodiversidad asociada, y así poder pronosticar cómo el cambio climático está afectando a los organismos y cómo el ecosistema se va adaptando a estos cambios y así poder proponer medidas de conservación para nuevos sitios de Antártica”, explicó el doctor en Biología Evolutiva.
Visitando a un viejo amigo
Benítez aprovechó la expedición al continente blanco para encontrarse con un viejo amigo; un insecto invasor que ha ocupado sus últimos años de investigación. Se trata de la mosca “Trichocera maculipennis”, descrita por primera vez en 2013 en la base uruguaya de la Península Fildes.
“Es una mosca originaria de Europa, que ha llegado a Antártica producto del transporte humano. Fue primariamente avistada y descrita en la base Artigas y se ha expandido en los últimos años en todas las bases de la Isla Rey Jorge, asociada principalmente a las plantas de tratamiento séptico. Este es un tema súper sensible para el continente blanco, donde además de ser prioritario su monitoreo y plan de erradicación, por parte del Tratado Antártico ha sido tema de muchos estudios de nuestro equipo para comprender sus dinámicas de invasión”, dijo el profesor asociado del plantel maulino, que lidera un proyecto INACH precisamente para indagar el rango de expansión del mosquito.
“Con la doctora Contador tenemos la misión muy importante de hacer el monitoreo de dos nuevas especies invasoras de insectos en Antártica, donde estamos llevando la logística e investigación para la futura erradicación y planes de monitoreo”, reveló.
La excursión del científico en tierras australes coincidió con el viaje de Aparna Banerjee y Alexis Castillo, también académicos del CIEAM, que durante un mes examinaron las fumarolas de la Isla Decepción.
“Fue genial para nosotros como CIEAM tener la suerte de justo coincidir algunos días en el mismo lugar. Las características del trabajo nuestro no eran las mismas que ellos, pero sí pudimos descansar en la misma base y compartir en Antártica tres integrantes de la Universidad Católica del Maule”, aseveró.