En el Frente de Todos están ansiosos por la llegada de Lula Da Silva a la cumbre de la CELAC. Y es que muchos piensan que el brasileño, que acaba de ganar por tercera vez la presidencia de su país, podrá reunirse, y reunir, al presidente argentino Alberto Fernández con la vicepresidenta Cristina Kirchner, figuras de un mismo gobierno distanciadas por no pocos desacuerdos. Incluso hay quienes ambicionan que, de producirse el encuentro, pueda ser inmortalizado en una foto.
El distanciamiento entre el presidente y vice viene de larga data, pero tuvo uno de sus últimas muestras a mediados del mes pasado, cuando Fernández encabezó un acto desde Casa Rosada por sus tres años de mandato que no contó ni con la presencia de la vicepresidenta ni con la de buena parte del kirchnerismo más duro. Solo contó con el acompañamiento de miembros cercanos del Gabinete, un puñado de intendentes y un gobernador. Frente a este panorama, y en medio de una interna por definir candidato de cara a las próximas elecciones – el presidente es uno de los que ambiciona competir – muchos ambicionan una foto que reúna a ambos dirigentes kirchneristas con el flamante aliado brasileño como una señal de optimismo que pueda otorgarle a la actual gestión un nuevo impulso.
También hay quienes creen que, aunque no quede una foto y aunque el encuentro no sea público, es improbable que Lula no tenga, aunque sea de manera reservada, un encuentro con el presidente y la vice. Y es que, más allá de contribuir a la paz kirchnerista, el encuentro reforzaría el relanzamiento de las relaciones comerciales entre ambos países, los cuales son desde hace mucho grandes socios estratégicos y comerciales.
No es un tema menor: ahora que el derechista Jair Bolsonaro ya no está en el poder, y con ambos países vecinos gobernados por administraciones de similares colores políticos, sus gobiernos preparan un ambicioso proyecto de integración que incluiría el relanzamiento del Mercosur y hasta el proyecto de una moneda común para uso entre los países que lo integran.
Pero además, tanto la cumbre como la visita de Lula suceden en plena pelea entre el gobierno y la Corte Suprema de Justicia, contra la cual Alberto Fernández ha promovido el juicio político. Da Silva también tuvo problemas con la justicia de su país – llegó a estar preso 500 días – considera que tanto él como Cristina Kirchner – quien a fin de año pasado fue condenada por administración fraudulenta – son víctimas del “lawfare”. Además, tanto el intento de magnicidio a la vicepresidenta como los disturbios organizados en Brasil por manifestantes bolsonaristas han sido atribuidos a “discursos de odio”. Todas estas son razones para que los mandatarios de ambos países intenten forjar una alianza profunda.
A poco de producirse, esta cumbre de la CELAC no solo tiene a Da Silva como una de las visitas más ruidosas. La llegada del presidente venezolano Nicolás Maduro motivó el repudio de la oposición, en particular de la presidenta del PRO Patricia Bullrich, que expresó que “Si Nicolás Maduro viene a la Argentina, debe ser detenido de manera inmediata por haber cometido crímenes de lesa humanidad. Tal como ocurrió con Pinochet en Londres, en 1998. La Justicia debe actuar en resguardo de la vigencia universal de los derechos humanos.”