Es cierto que la capacidad de grabar y preservar la información de una forma permanente ha tenido un gran impacto en las relaciones sociales a lo largo de la historia. En la antigua Mesopotamia, la invención de la escritura cuneiforme permitió que se registraran de forma más precisa y detallada las transacciones comerciales, los contratos y otros documentos importantes. Esto llevó a una mayor confianza y seguridad en las relaciones entre individuos y grupos, ya que se podía contar con un registro escrito de lo acordado.
Casi 5.000 años después, el poder de la información se ha hecho omnipresente hasta el punto de ser una de las características principales de nuestra realidad. En la actualidad, la capacidad de grabar y preservar la información de forma permanente sigue siendo muy importante en nuestras relaciones sociales. Por ejemplo, los registros escritos de transacciones comerciales y contratos siguen siendo fundamentales para garantizar la confianza y seguridad en las relaciones entre individuos y empresas. Además, con la era digital, se han sofisticado las técnicas de almacenamiento, procesamiento y transmisión de la información, lo que puede tener un impacto aún mayor en nuestras relaciones sociales. Sin embargo, también es importante tener en cuenta que la tecnología puede tener desafíos y amenazas que ponen en riesgo su confidencialidad, integridad, disponibilidad y confiabilidad: ataques a las infraestructuras por parte de estados, brechas de seguridad de grupos organizados, o uso indebido de datos personales por parte de empresas que los colectan (perfilado de usuarios, venta a terceros).
En la antigua Mesopotamia, la invención de la escritura cuneiforme permitió que se registraran de forma más precisa y detallada las transacciones comerciales
Es importante que las empresas aborden estos temas de manera adecuada centrándose no solo en ganarse la confianza de sus clientes, sino también mantenerla. Garantizar que se cumplen con medidas de seguridad para hacer frente a las amenazas anteriormente mencionadas es obligatorio, pero no suficiente. Es necesario consolidar lo que se denomina una relación de confianza digital (Digital Trust por su acepción anglosajona), definida por la asociación global de tecnología ISACA como “la confianza en la integridad de las relaciones, interacciones y transacciones entre proveedores y consumidores dentro de un ecosistema digital asociado” para que las organizaciones prosperen dentro del ecosistema digital en el que hoy nos encontramos, pero también para que afronten los inevitables retos y desafíos del futuro.
INFORMACIÓN Y CONFIANZA
Las empresas no terminan de asegurar y proteger a sus empleados y clientes. Parte de la culpa la tiene la falta de colaboración y cooperación entre departamentos clave, como los de seguridad, privacidad, riesgos, auditoría y gobernanza. Está claro que el enfoque actual de la ciberseguridad ya no es el mismo en todos los ámbitos, por lo que las empresas deben dar un giro para mejorar la colaboración y la difusión de conocimientos a nivel interno.
La capacidad de hacerlo permitirá a las empresas generar confianza digital. La confianza es fundamental para la creación de valor y el crecimiento empresarial en un entorno digital como el nuestro. Según el estudio State of Digital Trust 2022 de ISACA, el 84% de las empresas reconocen la importancia de la confianza digital. Y su importancia no hará sino aumentar a medida que las empresas den prioridad a la transformación digital, la confianza de los consumidores y la seguridad empresarial.
El primer paso para crear confianza digital es asegurarse de que está respaldada por todos los niveles de la organización. Todos los departamentos deben integrar políticas de confianza digital en su actividad y determinar cómo pueden fomentar la confianza digital entre clientes y empleados. Las organizaciones que mantienen la confianza digital en primer plano tienen muchas más probabilidades de ver el valor de sus inversiones a medida que su negocio se fortalece.
CONFIANZA DIGITAL, PRESTIGIO Y CONFIABILIDAD
Entonces, ¿cómo pueden las organizaciones adquirir confianza digital y el prestigio y la confiabilidad que este conlleva?
En el 2022, ISACA publicó un libro blanco, “Digital Trust: A Modern-Day Imperative“, en el que se profundizaba en los elementos clave que contribuyen a establecer esa relación de confianza digital:
- Calidad: se debe alcanzar o superar las expectativas de calidad de los consumidores y clientes.
- Disponibilidad: se debe poder acceder a una información precisa:
- Seguridad y privacidad: se debe proteger los datos y asegurar su confidencialidad.
- Ética e integridad: las empresas deben vivir de acuerdo con los valores que promulgan.
- Transparencia y honestidad: los clientes y consumidores deben ser informados acerca del uso que se hace de la información que generan. En caso de que dicha información haya sido comprometida, se les debe indicar cómo se está gestionando la situación y qué acciones se van a tomar para prevenir que se repita en el futuro.
- Resiliencia: las empresas deben proveer las garantías suficientes de que son estables y seguras, y pueden aguantar circunstancias adversas al mismo tiempo que evolucionan mediante la incorporación de nuevas tecnologías y mejoras.
Adoptar un marco de confianza digital con los elementos mencionados representa un desafío para todas las organizaciones, ya que deben superar los obstáculos que todavía persisten en un gran porcentaje de ellas: falta de implicación de los directivos, falta de presupuesto, desconexión entre la confianza digital y los objetivos de la empresa, falta de cualificación y formación del personal. Sin embargo, superarlos implica adoptar una serie de cambios tecnológicos, procedimentales y personales que garantizan prestigio y confiabilidad. Si lo pensamos, nada distinto a lo que en su momento ocurrió en Sumer hace 5.000 años cuando un nuevo soporte estaba a punto de impulsar la primera civilización.