Con el tema de la emigración sucede igual. La dictadura verde olivo acusa a Washington de incentivar la emigración con leyes excepcionales como la Ley de Ajuste Cubano o conceder privilegios a los emigrados cubanos cuando se presentan en los puestos fronterizos.
La irresponsabilidad del régimen es mayúscula. No hay autocrítica o análisis profundo del desastre demográfico, profesional y humano que ha provocado en nuestro país la emigración durante 64 años de castrismo.
Décadas atrás, las autoridades tildaban al emigrante de ‘gusano’ o ‘escoria’. Se les humilló públicamente por querer abandonar el país con golpizas y linchamientos verbales de corte fascista. La sigla que utilizaba el departamento de inmigración del Ministerio del Interior para clasificar a los futuros inmigrantes era HP. Los emigrantes cubanos después de 1959 eran considerados traidores y desleales por los voceros del régimen.
De la Isla ha huido, y sigue huyendo, gente hastiada de la represión, las carencias materiales y las falsas promesas de prosperidad que nunca llegaron ni llegarán. Pero el trasfondo que los obliga a emigrar es político. ¿Quién es el culpable que Cuba sea un manicomio económico? ¿Quién es el culpable que desayunar, almorzar y comer sea un lujo en la Isla? ¿Quién es el culpable que un trabajador cobre su salario en pesos y tenga que pagar en dólares los artículos de primera necesidad?
Huir
La emigración es un negocio redondo para la dictadura. Empresas militares han diseñado un lucrativo esquema con las remesas que envían nuestros compatriotas cobrando precios exorbitantes en sus cadenas de tiendas. Desde 2003, con los dólares provenientes del norte, GAESA, emporio de empresas administrada por la casta militar, ha invertido casi 20.000 millones de dólares en la construcción de hoteles. Es una auténtica industria recolectora de divisas.
La hemorragia migratoria también afecta a la oposición pacífica en Cuba. Para escapar de la cárcel y la represión, en las últimas tres décadas, cientos de opositores, periodistas independientes y activistas de derechos humanos se han marchado del país como refugiados políticos o simples inmigrantes. Y en los últimos dos años, no menos de 50 disidentes y periodistas independientes han sido forzados a emigrar por el acoso e las intimidaciones de la Seguridad del Estado.
La emigración cubana, desde luego, es un arma política del régimen. La utilizan para expulsar o no dejar entrar a la Isla a los que piensan diferente. También para presionar a la Casa Blanca a negociar con la amenaza latente de inundar la Florida con una marea incontrolable de inmigrantes. Habrá que esperar cómo reacciona el gobierno de La Habana a las nuevas disposiciones aprobadas por Washington.
DIARIO LAS AMÉRICAS conversó con tres periodistas independientes, dos radicados en la Isla y uno en la Florida, y un empresario de origen cubano residente en Santo Domingo, con la intención de conocer sus impresiones sobre las nuevas regulaciones migratorias del gobierno de Estados Unidos.
Miriam Celaya, destacada periodista independiente, considera que “con esas medidas, Biden trata de buscar una alternativa, porque la actual crisis migratoria que sufre es insostenible. Es imposible que un país, ni siquiera Estados Unidos, pueda permitirse semejante avalancha migratoria en su frontera sur. En los últimos 14 meses más de 300.000 cubanos han emigrado a Estados Unidos y con esta medida se intenta poner un poco de orden. La pregunta es ¿qué va a pasar con los miles de cubanos que están varados en México o van camino a la frontera? Es muy doloroso. Hay personas que han vendido sus casas y han hipotecado sus vidas en esa aventura”.
“Pero, de cualquier forma, estas medidas no dejan de ser una oportunidad, pues le otorgará parole, residencia por dos años y permisos de trabajo a miles de cubanos en los próximos meses. Habrá que esperar que pasará con la Ley de Ajuste Cubano. Yo creo que no le queda mucho tiempo a esa normativa, pues las circunstancias actuales son muy diferentes de cuando se aprobó en 1966. Es abusiva la cantidad de cubanos entrando a Estados Unidos dependiendo de las ayudas y otras asistencias sociales que en definitiva paga el contribuyente. Me parece bien que un patrocinador se haga responsable de las personas que lleguen a trabajar. No es que les estén dando un portazo a los cubanos, simplemente todos los países del mundo tienen derecho a regularizar la entrada de sus fronteras”, concluyó Celaya.
Raydel Fernández, empresario cubano exiliado en República Dominicana hace 30 años, piensa que “la nueva medida migratoria intenta hacerle frente a un gravísimo problema que tiene Estados Unidos en su frontera sur con los inmigrantes de Haití, Venezuela, Nicaragua y Cuba. Es un paso de avance que tiene como gran objetivo evitar el drama humano. Pero no resolverá el problema de fondo, pues la emigración en la troika del mal y el estado fallido haitiano son por causas sistémicas que provoca la fuga masiva de sus ciudadanos. En el caso cubano, es otra concesión de la administración de Biden a la dictadura de la Isla. Con esta nueva medida se calcula que podrán entrar legalmente a Estados Unidos en los próximos 24 meses más de 200.000 cubanos si sumamos las 20.000 visas anuales por reunificación familiar”, afirmó Fernández.
Luego preguntó: “¿Logrará la nueva medida detener la emigración irregular, tanto por tierra como por mar, que hemos observado en estos dos años de gobierno de Biden? No lo creo. Hasta que Cuba no sea libre, la crisis terminal que vive el castrismo seguirá expulsando a los cubanos hacia otras tierras donde encuentren lo que la dictadura les niega”.
Más
Ariel de Castro Tapia, periodista independiente de la extinta agencia Cubapress, refugiado político en Estados Unidos desde el 2000, opina que “cualquier forma de migración legal y ordenada es mejor que las estampidas sin control. Me parece que el castrismo ve a las administraciones demócratas más fáciles de manipular o chantajear con el tema migratorio. El régimen cubano se aprovechó que una de las prioridades de Biden eran los Derechos Humanos y se mostró más tolerantes con los inmigrantes, para montar esa operación de extorsión a través de Nicaragua. Es frustrante ver cómo a Washington le tomó tanto tiempo reaccionar. No concuerdo con la manera que esta administración ha manejado esa política sin una respuesta sólida e inteligente al evidente chantaje del castrismo”.
Después continuó: “Creo que el sistema estadounidense de asilo es disfuncional y causa que muchos migrantes económicos traten de presentarse como perseguidos políticos. Y sabemos que a eso los cubanos le han cogido la vuelta. Estados Unidos solo está priorizando su interés en detener el flujo de inmigrantes por la frontera sur. No creo que tengan un plan sólido que ayude a la democratización de Cuba. Es más, creo que les da igual. Supongo que el siguiente paso sea eliminar la Ley de Ajuste, aunque tal vez no lleguen a eso porque la Florida es un estado y el voto cubano es importante en las elecciones presidenciales o las de medio tiempo”.
Para Boris González Arenas, activista y periodista independiente, “estas medidas vienen a confirmar que es Estados Unidos el que da un paso adelante en la humanización de la crisis migratoria. El régimen cubano, una vez más, puede darse el lujo de desentenderse de los miles de compatriotas que están desesperados por salir de la Isla precisamente por el desastre que le han infringido a la nación por más de 60 años”.
El Palacio de la Revolución de La Habana siempre ha visto a los emigrados como desertores y adversarios políticos. Lo único que le importa a la anciana dictadura es ordeñarlos económicamente. Hace 50 años, a pesar de estar afónico Fidel Castro, gritó en un discurso: “A esa gente hay que quitarle la ciudadanía porque esa gente algún día va a mendigar aquí, a las puertas de este país que la dejen entrar […]. Cuando esa gente se indigeste de yanquismo y cuando esa gente esté cansada de desprecios y de malos tratos, y cuando esa gente esté cansada de la idiosincrasia de los amos imperialistas, llegará el día en que vengan a tocar aquí todos esos técnicos, a las puertas de este país, ingenieros, arquitectos, médicos y profesores, pidiendo que los dejen entrar, y ese es el momento que nosotros tenemos que ser duros y yo creo sinceramente, y somos partidarios, de que seamos duros con esa gente”.
El exilio cubano no debe olvidar esas palabras.
ESPECIAL
@DesdeLaHabana