En una publicación hecha en Universo Centro, Camilo Restrepo narra una de las escenas que quizá más han marcado su obra: de niño solía viajar a El Valle, un corregimiento del municipio de Bahía Solano, en el Chocó, en donde parte del plan de vacaciones, que se repetía año tras año con su familia, incluía la pesca de marlins, para lo que era necesario llegar a una zona que llamaban el ‘hilero’, un lugar en donde confluían las corrientes.
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Con el paso de los años, según cuenta Restrepo, el pueblo comenzó a transformarse: las casas dejaron de ser de madera, para convertirse en residencias estrafalarias, y aquel ‘hilero’, en donde antes se iba en busca de peces, se convirtió en la mejor zona para hacer ‘pesca blanca’ y hallar las ‘panelas’ de cocaína que los narcotraficantes lanzaban a alta mar para evitar ser capturados por las autoridades.
Pero aquel recuerdo no es el único detonante de su obra: en su juventud, que vivió en la Medellín de Pablo Escobar, una bomba estalló muy cerca a su casa.
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Así, de Bahía Solano, pasando por Medellín, Bogotá y Los Ángeles, Restrepo ha florecido como artista y su obra, cada vez más disruptiva, vuelve a generar polémica. Pero esta vez, no se trata solo por sus dibujos rematados con violencia con hidrolavadoras, arrugas y cortes, muchos de ellos exhibidos en la galería de Steve Turner en Los Ángeles, sino por salir a un mercado digital, a través de una serie de mil NFT que representan un kilo de cocaína cada uno.
Inicialmente, el NFT número uno, costaba una milésima parte de un ethereum. El kilo número dos, costaba dos milésimas partes y así consecutivamente hasta llegar a la número mil. Esto implicaba que el kilo con el número mil tenía un valor de un ethereum, lo que era proporcional, en ese entonces, al valor real de un kilo de cocaína en el Pacífico colombiano, antes de ser embarcado a mar abierto.
“El principal objetivo de crear el proyecto ‘a ToN oF coke’, fue ampliar la conversación sobre el fracaso de la guerra contra las drogas. Hay gente que culpa a los artistas plásticos e inclusive a los escritores de guiones para televisión, de hacer una apología a las drogas para consumirlas y dañar la imagen del país, pero no entienden que esto es una problemática de la que hay que hablar y que se trata de un problema del Estado, que el gobierno, con los demás gobiernos deberían resolver”, dice en diálogo con Infobae Colombia.
Pero la manera en la que se ha introducido el proyecto artístico en el mercado también ha sido comparada por el mismo Restrepo con el mundo de la droga. Así, cuenta, el lugar en el que vende estas piezas que son únicas, y que recibe el nombre de OpenSea, simula ser el mar en donde flotan las ‘panelas’ y en donde se gestiona la mayor parte del transporte de la droga.
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En este, las transacciones se realizan por medio de criptomonedas, materia de cambio que está descentralizada, es decir, que no depende de los bancos centrales. Esto permite entrever un escenario idóneo para realizar acciones que no son reguladas, es decir, un mecanismo perfecto para hacer transacciones ilegales.
“El mayor tráfico de coca se da en mar abierto, pero digamos que la idea principal que yo quería fundir en este proyecto, eran los mercados del arte, el mercado de la de la cocaína ilegal y el mercado de las de las criptomonedas. Por ejemplo, supongamos que un cargamento de cocaína es pagado en criptomonedas, con bitcoin o con ethereum. Después los narcotraficantes cambian las criptomonedas por pesos en efectivo y entonces se da pie a una forma eficaz de lavar dinero. Hay otras coincidencias. Por ejemplo, si revisamos los precios de las obras de Fernando Botero, estos fueron inflados en Estados Unidos y con esto los narcos empezaron a lavar dinero. Claro, eso no quiere decir que Fernando Botero fue un narcotraficante, sino que su obra se benefició de las maromas que hicieron estos personajes nefastos para poder lavar el dinero y traerlo a Colombia”, explica.
Pero ‘a ToN oF coke’ no se ha quedado en los NFT. Restrepo ha puesto a evolucionar el proyecto de la misma manera en la que operaría el negocio de las drogas, como sucedió en el marco del Art Basel, una de las ferias de arte más importantes de América, que se realizó entre el 1 al 3 de diciembre.
Allí el artista colombiano, de la mano de Juanjo Martí, ingenió la manera de plantar (como lo haría la policía con las personas a las que quiere incriminar por porte de estupefacientes) bolsitas de cocaína digital. Así, a partir de la geolocalización y con la tecnología de Pokémon Go, pudo también ganar un espacio en una feria a la que no fue invitado.
“Yo estaba exponiendo en otra feria paralela algunos dibujos en papel, pero me fui para Art Basel y hablando por Whatsapp con Juanjo yo me metí al baño y le decía, ‘listo ya estoy en el baño, mire mi ubicación’. Él, desde España y usando estas tecnologías, plantó la imagen en tres lugares de la feria. En el baño, donde es relevante porque con la coca hay esa doble moral. Por un lado se demoniza y por el otro se consume y los baños son el lugar de consumo en la rumba y en las oficinas. Pusimos la otra bolsita en un lugar de descanso y también en la entrada. Yo no tenía ninguna obra exhibida ahí, pero esto era más una táctica de guerrilla, un ejercicio de meter algo escondido y sin permiso, una obra dentro de una feria a la cual no estaba invitado y que es la feria más grande de arte”, dice con toda la seriedad que merece hacer una crítica más que un chiste, refiriéndose a un tema político.
Entonces resulta inevitable no preguntarle a Restrepo si se siente ofendido cuando muchos se refieren a él como un narco artista a lo que responde, que la situación no le resulta tan incómoda como el hecho de recibir amenazas de muerte, pues, a hoy, muchos sienten confusión y todavía no comprenden la diferencia entre el comercio de droga real y la venta de la primera tonelada de cocaína que llega al ‘blockchain’ con una trazabilidad y con certificados de propiedad.
“Se trata entonces de trabajar la idea sobre aquello que puede llegar a ser lícito. ¿Plantar cripto cocaína dentro de un espacio donde está prohibida la cocaína? ¿Puede eso ser perseguido como incitación al consumo? Pero es que eso no es cocaína y si uno no tiene la aplicación, pues no hay nada flotando, pero a través de la aplicación sí se ve la bolsa de coca. Entonces el proyecto siempre se ha mantenido en una zona gris llena de equivocaciones”, dice Restrepo.
Pero más que señalamientos, Restrepo también añade que la incomodidad del tema lo ha llevado a la censura en redes sociales, ya que los algoritmos de redes como Twitter e Instagram, no distinguen la diferencia y han dado de baja a algunas de sus publicaciones. De igual modo, en algunos espacios físicos el artista también ha enfrentado censura.
Así ocurrió en el caso de una escultura de un hipopótamo que simulaba estar muriendo tras ser abaleado. La pieza venía acompañada de cuatrocientos stickers de un meme de Andrés Parra vestido como Pablo Escobar diciendo por woki toki, ‘mátenlos a todos, repito, mátenlos a todos’. Pero tal pieza terminó despertando la inconformidad de la galería que sugirió retirar la imagen alusiva a Escobar, a lo que el artista se rehusó.
“Lo que pasa con el narcotráfico en Colombia es que se trata de un círculo vicioso. Pablo Escobar trajo unos hipopótamos al país; eso es una excentricidad que solo un traqueto puede hacer. Estos hipopótamos llegaron a la cima de la pirámide, no tienen predadores, no enfrentan épocas de sequía, en todo momento tienen alimento y agua y empezaron a crecer exponencialmente. Hoy parece que la única solución para parar su reproducción es la misma ecuación que utilizaba Pablo Escobar y como Colombia no tiene la plata para esterilizarlos, ni para ponerlos en un lugar donde no se escapen, muchos expertos dicen que la única solución es matarlos. Entonces, la pieza lo que pretendía era dar cuenta de cómo las actitudes mafiosas que los narcos aplicaban para quien se les atravesaba en el camino, terminan por repetirse desde el Estado”, cuenta.
Pero si bien la paradoja indica que aquello que proviene de la ilegalidad, termina en la ilegalidad, la teoría indica, para Restrepo, que la transformación real surge cuando todo se traslada al ámbito legal.
Entonces recuerda el sonido del martillo en el Museo de Arte de Lima (MALI), cuando uno de sus kilos de cocaína fue subastado por la suma de siete mil dólares. El martillo anunciaba ‘¡Este es el primer kilo legal que se subasta en la historia de la humanidad, en la historia del arte!’. Entonces la gente comenzó a pujar más, según Restrepo, porque especialmente, es en los países que han sido golpeados por el narcotráfico, donde esta fórmula adquiere mayor valor.
“Además yo les dije que si vendían ese kilo en la subasta, yo les regalaba un segundo kilo, el más caro que tenía disponible, que en ese momento era el número 999. Este lo van a usar como el primer NFT de su selección permanente y lo van a vender para ayudar a artistas que viven en una zona también afectada por el narcotráfico”, explica.
En ese sentido, se mantiene firme en que la única manera de salir de aquel círculo vicioso, halla la respuesta en la legalización y en tal sentido, reitera, lo narco es un tema que no se agota, pues mientras continúe en aumento el número de hectáreas de siembra de coca y el consumo siga disparado, los homicidios, las víctimas del conflicto seguirán siendo una realidad tan fehaciente como la necesidad de continuar hablando del narcotráfico.
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