Rockefeller, de los hombres más ricos del mundo, tenía como empresario la premisa básica de concentrarse en el ahorro y no en los bares, tenía largas jornadas de trabajo. Creía en una disciplina militar para consolidar su patrimonio buscando ingresos extraordinarios, con grandes esfuerzos y sin distractores. Lo más importante es comenzar, no esperar eternamente el gran momento para iniciar un negocio. El que no emprende un negocio jamás será exitoso. Para lograr un negocio lucrativo hay que ser audaz para identificar nuevos ingresos. Rockefeller hizo su fortuna después de los 70 años, asociándose siempre con personas visionarias que aportaran a sus proyectos. Fue riguroso en los temas de contabilidad.
Basándonos en estas enseñanzas de Rockefeller debemos pensar sobre nuestra economía energética local. Hay que buscar las fuentes de generación de energía qué saquen ventaja del potencial y la ubicación de Barranquilla para construir una matriz energética eficiente, sin emisiones de CO2, que es el principal requisito para entrar en el mercado mundial. Colombia es de los países que emiten menos CO2. Emitimos solo 1,6 toneladas por persona, mientras el mundo entero tiene un promedio de 4,5, Estados Unidos 15 toneladas por persona y América latina, 2,6.
Otro tema clave es que no hay expansión de capital si no hay ahorro. China solo consume 50% de lo que producen el resto, un 44%, lo ahorra y lo invierte. Por eso su enorme crecimiento de más del 10%. En cambio, en Latinoamérica consumimos 91% de nuestra producción. Con ese consumo tan alto no creceremos, y tendremos niveles de pobreza muy altos. Creemos más importante el control de la inflación, ahora en esta, una nueva etapa de alta inflación de 12%, seguro aplicaremos un mayor control de la expansión monetaria y los medios de pago.
Todo lo contrario hace Corea del Sur, que privilegia una política más agresiva de crecimiento económico con una nueva manera de manejar la inflación, sin controlar los medios de pago; se dedican más al control de los precios, con un crecimiento de casi 160% de sus depósitos en efectivo y medios de pago. Mientras, Colombia los restringía; solo 6% de sus ingresos como Estado corresponden a ingresos tributarios y casi todo depende del impuesto de la renta. En Dinamarca es muy diferente, el 52% de sus ingresos dependen del impuesto a la renta y 30% a impuestos del consumo. Solo 6% es tributación a las empresas. O sea, totalmente al revés de nuestra estructura tributaria. Si queremos impulsar una política de industrialización, debemos ponerles menos impuestos.
Nuestra economía es aún dependiente del petróleo y carbón y debemos hacer una ordenada transición hacia una industria basada en nuestros productos agrícolas, pero industrializados, procesados y transformados, para aprovechar nuestro gran potencial agrícola. No podemos seguir exportando café en granos, cacao en fruta. Debemos exportar café procesado y chocolates cómo lo hace Suiza, que sin tener cacao es el principal productor de chocolates.
Nuestra agricultura es mucho más poderosa de lo que imaginamos, pero poco la industrializamos. En nuestro territorio se pudren las frutas y no hacemos confites, jugos ni compotas porque no tenemos capacidad de producción. Nuestra ganadería se queda en los establos, y tenemos una vaca por cada hectárea y media, pero no somos grandes productores de quesos para exportación. El enfoque debe ser hacia la agroindustria. No simplemente leche, fruta, cereales y vegetales.
Además, debemos utilizar nuestro gran potencial turístico. Colombia tiene mayores ventajas que el Perú para turismo de playa, aventura, salud y gastronomía. Tenemos mucho hacia donde orientar nuevas fuentes de negocios.