Uno de los temas que mayor preocupación generó en el 2022 -y lamentablemente continúa en el nuevo año-, que impactó en todo el país aunque, desde este diario, observamos lo acontecido en Azul, fue el impacto constante y creciente del proceso inflacionario.
Superada una etapa crítica de la pandemia, que golpeó fuerte en los años 2020 y 2021, se trazó un panorama -en principio- más favorable para el 2022, de repunte económico, luego de la devastadora crisis que conllevó la pandemia.
Sin embargo, esa recuperación no fue tal. Por el contrario, la crisis económica inclusive se profundizó, aunque las actividades retomaron la normalidad en la mayoría de los casos; en algunos aspectos, quizás, con reconversiones; en otros, manteniendo una informalidad o mecanismos de teletrabajo. Pero en el bolsillo, en lo cotidiano, el problema económico fue saltando, mes a mes, talando el poder adquisitivo y obligando a los Estados inclusive a improvisar medidas.
En EL TIEMPO, desde el inicio del 2022, se reflejó este panorama, tal como se continúa hoy. Como ocurrió con el Covid, la pandemia económica ha estado presente estos doce meses. Tanto en la esfera estatal como privada, se tensó la cuerda en cada paritaria. La inflación se visibilizó, en el primer trimestre, que podía superar el 50%. Aunque termina el año y, en algunos casos, ha sido mayor a las tres cifras. Esto, en líneas generales. En lo particular, resultó más complejo. Se lo puede demostrar fácilmente con el caso de un producto de uso diario comestible: el aceite que, de una semana para otra, hace tan sólo unas semanas, aumentó el 120%. ¿Y cuánto acumuló en todo el año? Si se repasa artículo por artículo, de los que están en el plano de “primera necesidad”, es resultado es, sin dudas, alarmante y no permite visibilizar un 2023 de mayor estabilidad, a pesar de tratarse de un año electoral, en el que habitualmente muchas cosas cambian, no sólo funcionarios ocupando cargos.
Precios no tan cuidados
Para abril de 2022, por ejemplo, se esperó una nueva etapa de aplicación de los denominados “Precios Cuidados”. En este caso, luego del anuncio realizado por el gobierno nacional a través de la Secretaría de Comercio Interior, se trató de una canasta complementaria para comercios de proximidad. Puntualmente, unos sesenta productos esenciales que iban a estar disponibles en los mayoristas, para que, recién entonces, lleguen a la brevedad a los almacenes de cercanía y supermercados.
Claudio Tiso, presidente del Centro de Almaceneros Minoristas de Azul (CALMA), es una fuente de información esencial en el tema, ya que esa institución es uno de los termómetros de lo que ocurre con el consumo comunitario de alimentos, en todo el radio de la ciudad.
Fue quien indicó a este diario que los “sesenta anunciados” eran productos que, “en teoría ya deberían estar, pero no están. No están en el AMBA, menos aún en el interior”.
Aún más, el propio presidente de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires, Fernando Savore, había realizado entonces una recorrida por diferentes zonas del área metropolitana y “los productos no estaban o eran más caros de lo que sugiere la Secretaría de Comercio”.
El comerciante azuleño admitió entonces que la iniciativa lanzada en abril de 2022 es beneficiosa para los almacenes de barrio. “Nosotros apoyamos esta medida, el tema es que llegue la canasta”, dijo en ese contexto, quien luego argumentó que esta propuesta “nos sirve porque es un precio de referencia”.
“Apoyamos los ‘Precios Cuidados’ aunque no pongan los productos que nosotros quisiéramos. Te ponen una mermelada de naranja, que es la que menos se vende, y no una de durazno o de ciruela; o te mandan choclo cremoso y no en grano, que es el que se vende”, reflexionó Tiso.
Además, sensatamente, el presidente del CALMA consideró que “el error de la Secretaría de Comercio es que consultan a los empresarios y no a los almaceneros”.
El programa anunciado se extendería durante tres meses, con la posibilidad de renovarlo por un plazo similar.
Pero, como indica el dicho popular, hecha la ley, hecha la trampa. Los comerciantes minoristas observaban ya a inicios del año que “el empresario pone los productos que tienen menos rotación y te lo toman como referencia. Son vivos, nunca piensan en la gente; piensan en su propio negocio”.
Y, en efecto, “Precios Cuidados” no funcionó como se había planteado. La inflación continuó en ascenso, a partir de mayo. “Estamos atravesando un escenario totalmente negativo, ya que cada vez que reponemos hay un aumento. Y realmente cada vez que hay un aumento perdemos plata, ya que estás vendiendo con una ganancia que se licua con cada incremento”, afirmó el titular de CALMA.
Gastos operativos: 18%
También observó que “la inflación no beneficia a nadie y mucho menos al consumidor final. La verdad es que nosotros estamos jugando como para empatar, aunque sea”. Realmente, entonces, ¿cuáles eran los “números” de un negocio de barrio? A grandes rasgos, la respuesta fue la siguiente, al menos la que obtuvo este diario en los sondeos periódicos que realizó durante todo el 2022: “Para abrir el negocio tenemos un 18 por ciento de gastos operativos. De ahí arrancamos. Entonces, cuando nos aumentan un 10 ó un 12 por ciento se nos licua la ganancia que teníamos. Por eso es que estamos subsistiendo y con empatar estamos contentos”.
Lo cierto es que, lejos de menguar, el problema continuó. E inclusive se agravó en los siguientes meses, disparándose el índice de inflación mes a mes, llevándose puestas todos los acuerdos paritarios acordados a principios de año y, aún más, las buenas expectativas de los optimistas económicos.
A poco de comenzar el mes de junio el predominio fue el de un panorama de total incertidumbre. Y, en el horizonte, se avizoraba no sería para nada alentador.
Desde el sector comercial, por entonces, se indicó que “básicamente estamos con listas de precios nuevas de todo tipo, de toda índole. Verdaderamente las empresas no tienen piedad… aumentan, aumentan y aumentan. Y en el medio de todo esto estamos nosotros, quienes tenemos que decidir cómo subimos los precios de los productos para que el incremento no sea tan brusco”. Una suerte de círculo vicioso que impactaba, sobre todo, en los sectores de menores recursos. Ciertamente, continúa esta situación, y se estima que similar será el panorama para el 2023, al menos en sus primeros meses.
A mediados del 2022 los comerciantes, también golpeados por el proceso inflacionario, no tenían más remedio que admitirlo: “No nos va a quedar otra alternativa que aumentar, pero se está hablando de que va a haber subas de entre un 10, un 12 y un 15 por ciento”, en productos de la canasta básica que, en efecto, son los que más golpean la economía familiar.
Un almacenero puntualmente señaló, por entonces, que “nos están mandando listas de empresas lácteas con subas de un 8 por ciento. Y hay otros productos que ya aumentaron antes, pero ahora les están haciendo retoques”. Eso implicaba, lisa y llanamente, que “las cosas aumentan por las dudas. Suben los precios por desconfianza. No hay otro motivo para estos incrementos, porque si es por el combustible, ya habían aumentado; si es por el salario de los empleados, ya habían aumentado”.
En el rubro alimenticio fundamentalmente -que, junto al de vestimenta, representan dos de los más importantes para la comunidad- se hablaba a mediados de año de “fuertes subas en lo que es celulosa, el papel higiénico, de entre un 20 y un 30 por ciento. De hecho, no están entregando”. Las góndolas comenzaban a verse despobladas de varios productos de primera necesidad. Una semana afectaba a algún grupo de productos, luego a otros, rotativamente, sino especulativamente.
Desde el Centro de Almaceneros Minoristas local se alertó entonces: “Con el aceite también se está especulando, no están entregando y está a libre precio. Y los que tienen, por una botella de 900 ml están pidiendo 300 pesos”. Pocos meses después la situación empeoraría, ya que la botella de aceite iba a superar los mil pesos, en tanto hubo momento directamente de escasez o de desabastecimiento.
La gente, resignada
“La situación no da para más. No es solamente lo que tiene que ver con los almacenes, es todo ¿Andá a comprar un repuesto para el auto? Y hay que ver si te lo venden”, se alarmaban algunos comerciantes a los que este diario fue, periódicamente, consultando.
Del mismo modo admitían que “la gente está resignada, al igual que nosotros. La charla común de comercio es que, en cualquier país normal, el pueblo ya estaría en la calle. Esto se asemeja mucho a lo que pasó en 2001”, se decía con angustia. Sin embargo, no se produjeron disturbios ni situaciones que ganaran la calle como el hecho de referencia. Y ese fue otro tema inherente al proceso inflacionario: quizás, como si la comunidad, semana tras semana, se fuera “aclimatando” a las constantes remarcaciones y ya ni siquiera tenía capacidad de reacción, ni de asombro.
Ciertamente, fue cada vez más frecuente la compra de segundas, terceras y -aunque parezca increíble- cuartas marcas, en reemplazo de productos que se consideran de “primera línea”. No fue más -como lo sigue siendo- que una clara demostración de cómo la crisis inflacionaria impactaba en cada sector, en mayor o menor medida según el poder adquisitivo. Aunque llegó un momento -como se indicó desde alguna entidad sindical- que “a todos termina afectando, incluso a los de mayor solvencia económica”, toda vez que se recortaron accesos -por ejemplo, compras internacionales en dólares, aunque ello no fue generalizado ni mucho menos masivo, precisamente, por cuestiones de accesibilidad económica-. Es decir, mientras unos pocos protestaban porque no podrían realizar sus compras habituales en plataformas como amazon o e-bay, la gran mayoría del pueblo, tanto a nivel país como en nuestra propia ciudad, padecían para llegar a fin de mes y llevar el pan diario a la mesa.
Según lo informado por el Indec, en el mes de julio la suba inflacionaria fue del 7,4 por ciento. Después de la estampida de precios que se registró con la renuncia del ex ministro de Economía Martín Guzmán, se siguió ajustando y, en consecuencia, los aumentos no se detuvieron.
Un comerciante aseguró por entonces: “Ya ni mandan al vendedor para avisarte, directamente te mandan las listas por teléfono. Hoy un billete de 1000 pesos no te alcanza para nada. Con esa plata el cliente se lleva cuatro o cinco productos y nada más”.
En cuanto a la canasta básica, sobre todo priorizando en las familias a los niños, el aumento en el precio de los lácteos golpeó duramente: “Todos los lácteos se fueron por las nubes. La empresa más reconocida arrancó con un 9 por ciento arriba”, en tanto otras fábricas “te suben los precios en un 4 o 5 por ciento”. Por ello, “tenemos que trasladar precios continuamente. Hay ocasiones en las que no lo hacemos porque estamos saturados de cambiarlos. Por ahí cuando nos aumentan de nuevo trasladamos las dos subas juntas”, se admitía desde el otro lado del mostrador.
El fin de mes
La situación económica, promediando el 2022, era “preocupante”, a punto tal que los propios comerciantes no podían eludir la observación: “El fin de mes para la gente empieza el día 12 o el 15. A esa altura ya no hay más plata. Una vez que una persona cobra y paga todo, tarjeta y demás, queda seca”.
Por su parte, las billeteras virtuales se fueron convirtiendo en verdaderos aliados del comercio. “Nos están ayudando mucho y el que no se adapta a eso seguramente quede en el camino”.
A mediados de junio, este diario informaba que, desde el nivel nacional, se había autorizado la suba de precios en siete cortes populares de carne. Para entonces se creía que podía darse un muro de contención a la escalada inflacionaria, pero esta noticia liquidó toda esperanza. “En el marco de la renovación del acuerdo de Precios Cuidados, que tendrán un ajuste de 2,23% en los valores de 1.357 productos incluidos en el programa, el Gobierno autorizó subas de hasta el 6,4% de los cortes de carnes populares”, se informó.
En efecto, la Secretaría de Comercio Interior había publicado los nuevos valores de siete cortes populares de carne, que incluyeron la tira de asado, el vacío, el matambre, la falda, la tapa de asado, la nalga y la paleta. Casi al mismo tiempo en la web oficial del programa Precios Cuidados se publicaron los nuevos precios del kilo de papa ($59, por entonces…), cebolla ($99), tomate ($210), lechuga ($160) y manzana ($190); estas frutas y verduras tienen precios regulados también en los principales supermercados. Sin embargo, continuaron aumentando.
La anterior renovación de Precios Cuidados había sido negociada por el ex secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti a principios de abril del 2020, momento en que se establecieron términos para los próximos tres meses. Se definió una revisión del 6,37% promedio para todo el trimestre, a implementarse con una corrección mensual promedio del 2,3% hasta el 7 de mayo, 2,23% hasta el 7 de junio y 1,71% hasta el 7 de julio.
Pero antes de ingresar al caótico séptimes mes, el nuevo secretario de Comercio Interior, Guillermo Hang, se reunió con empresarios supermercadistas y con representantes de las grandes empresas de consumo masivo. Evaluó entonces la posibilidad de “adelantar los aumentos” o bien de “habilitar porcentajes de aumento superiores” para aplacar la brecha cada vez más profunda entre el precio de los productos incluidos en Precios Cuidados y los productos de la misma categoría que no están regulados. Peor noticia no se podía esperar en el contexto de “estanflación”.
Dos miradas
EL TIEMPO, al promediar el año, consultó a dos especialistas azuleños en economía, Pablo Puppio y Omar Norte, referentes de distintos sectores políticos.
Pablo Puppio, contador y exconcejal del PJ, comentó entonces que “es un tema que nos tiene preocupado a la mayoría de la población, fundamentalmente, porque hay millones de habitantes que a diario vienen haciendo un esfuerzo muy grande para mejorar o al menos mantener una calidad de vida, que se va deteriorando”.
Esto es, “una calidad de vida que debiera aspirar a tener una buena salud, educación y acceso a una vivienda digna, que esta inflación claramente aleja de esos objetivos familiares en la mayoría de la población”. No dudó en remarcar que “esto conspira constantemente contra esos objetivos. Si bien no es excusable todo lo que está haciendo el gobierno, claramente no alcanza hasta el momento”.
Mencionó que “la pandemia, la guerra, o los niveles de inflación que quedaron después del gobierno de Macri, así como el endeudamiento con el Fondo Monetario, no han ayudado en absoluto”, en materia de reducción inflacionaria.
“Por otro lado -planteó Puppio- entiendo que hay dos formas para tratar de frenar esta escalada inflacionaria. Por un lado, con un crecimiento genuino, con desarrollo, con expansión, ya que ello conllevaría mayor recaudación tributaria en todos los órganos nacionales y subnacionales. Y la otra sería con el ajuste, como se está planteando desde algunos sectores de la política”.
Y añadió que, “personalmente, considero que la primera de estas formas es la más acertada. Espero que se pueda ir dando y ordenando hacia adelante. Hay diferentes tipos de inflación, que en el mundo se han ido controlando. Por demanda, por costo, por expectativa y por puja distributiva”.
Por otra parte, sostuvo que “también lo que nos pasa en Argentina, y siempre se ha visto, es que está demasiado cartelizado el tema de la oferta de los productos de los bienes y servicios, con lo cual hay muchos monopolios y oligopolios que complican. Es decir, estamos lejos de lo que es un mercado de competencia perfecto en el que hay muchos consumidores que pueden regular y ayudar a regular en un sistema de oferta y demanda”.
Por ello, “creo que lo que nos queda por delante, y ojalá se pueda dar, porque Argentina lo merece y tiene todas las condiciones para hacerlo, es un país más racional, menos radicalizado y con prioridades fundamentalmente pensando en la gente, es que se puede desarrollar un mayor crecimiento para poder combatir este flagelo que nos tiene muy complicados”.
Para Puppio, entonces, “es muy difícil proyectar. El presupuesto nacional en el 2021 la oposición no aprobó y es complicado gobernar sin presupuesto a nivel nacional. Obviamente esto conspira contra las posibilidades de poder presupuestar adecuadamente en el orden nacional, provincial, municipal e incluso en las familias, que es lo que nos complica a todos, porque en definitiva uno no sabe si el mes que viene puede continuar con algunos gastos y erogaciones que uno está teniendo, porque seguramente los ingresos no van a alcanzar a emparejar el índice general de precios”.
Omar Norte, contador y exconcejal de GEN, explicó que “el último índice no hace otra cosa que reflejar la situación que se viene dando ya desde hace mucho tiempo en la Argentina”.
Aseveró que “ya el 98% de los países del mundo aprendieron que, para evitar la inflación, se necesita tener tanto superávit fiscal como superávit comercial. Y eso es tan simple como no gastar más de lo que se gana o se recauda -como en este caso, el Estado-. En una casa, cuando se gasta más de lo que se gana, transitoriamente se puede ir cubriendo con tarjetas, en cuotas; pero llega el momento en que ese endeudamiento se hace intolerable e inmanejable”.
Por el contrario, “lo que ha hecho la Argentina durante los últimos setenta años, con alguna excepción en el medio, es exactamente eso: gastar más de lo que recauda”.
El exconcejal puntualizó que, en materia de inflación, “hay un aspecto simple y otro que no lo es. Lo simple es mantener esa política; lo que no es tan simple ahora, en la situación en la que estamos, es implementarla. No se puede de golpe eliminar el gasto social, que es terrible en la Argentina, porque obviamente queda mucha gente fuera del sistema. Y sin acuerdos políticos esto tampoco se puede hacer”.
Norte, en tanto, admitió que “hoy creo que la dirigencia no está preparada para hacer acuerdos políticos de este tipo, lamentablemente. Eso lo que veo. Si no hay un acuerdo entre las distintas fuerzas de decir, bueno, vamos a ir año tras año reduciendo el déficit, cuyo mayor integrante es el gasto social, vamos a seguir en esta situación lamentablemente cada vez más agobiante”.
Sin neumáticos
En el 2022 se llegó a varios “récords”. Sin dudas, la falta temporal de neumáticos fue uno de ellos. A fines de septiembre este diario realizó un informe sobre este aspecto y, en mayor o menor medida según el comercio que se consultara, el problema de la falta de neumáticos impactó decisivamente en nuestra ciudad. Los valores se habían incrementado, sólo en 2022, más del 100%, además de vivir en constante incertidumbre en cuanto a la producción nacional.
Aunque intervino en este hecho un conflicto gremial entre las fábricas de neumáticos establecidas en Argentina y el gremio de operarios, al problema del faltante -que se planteó en general en todo el país-, se le sumó rápidamente el incremento de precio en los neumáticos de origen asiático.
Daniel Hansen -de la firma azuleña Neumáticos Hansen- admitió que “nosotros empezamos a notar faltante de neumáticos durante la pandemia”, es decir, en el 2020. En ese sentido precisó: “Lo que ocurrió es que durante la pandemia no hubo casi ventas, por lo que las fábricas seguramente tenían algún stock importante”, que fue consumiéndose al tiempo que las diversas actividades volvieron a la normalidad.
Expresó que “aparentemente, [el problema del faltante] se debe a que no pueden completar los turnos de trabajo en las fábricas. No se puede seguir produciendo la misma cantidad de neumáticos”.
“Otro de los motivos importantes -añadió-, sería el faltante de un componente esencial en la fabricación de las cubiertas, que es el negro de humo, que un porcentaje muy alto se fabrica en Rusia y en Ucrania”.
Con respecto a los precios, Hansen señaló que “se han incrementado por lo menos un 100% interanual”. Y confirmó: “Ahora las que son difíciles de conseguir son las nacionales. Como todo artículo que escasea, automáticamente sube de precio”.
En referencia a los valores, señaló que “una cubierta para un vehículo pequeño está hoy alrededor de los 30 mil pesos, la más barata”. Por otro lado, “en el caso de las camionetas, es difícil por la variedad que existe, pero en general puedan valer 70, 80 mil pesos hasta los 200 mil pesos, cada una; depende qué camioneta sea”.
Ariel López -de la firma Neumáticos López-Dunlop- explicó que “se agrava más la entrega de neumáticos teniendo las fábricas paradas, si bien nuestros neumáticos provienen de Brasil”.
López aseguró que “es imposible trabajar de esta manera para una pyme. Más de 100% lleva ya de aumento en lo que va del año [el rubro “neumáticos”] y ahora se agrava con la falta de entrega, y de importaciones paradas o limitadas por falta de dólares”.
Añadió que, “lamentablemente, también hay que decir que algunos empresarios se aprovechan de la situación para elevar más aún los precios, justificándose en la falta de algunos neumáticos”.
Y finalmente opinó que “lo más importante -y el daño- que nos está pasando como sociedad es la inflación, que no la pueden parar”.
El caso de los medicamentos
A fines de julio se observó el panorama de los medicamentos, con especial interés. El farmacéutico azuleño José Luis Colotto admitió que la problemática inflacionaria que afecta al país también alcanza al rubro de los medicamentos: “No escapa a que los medicamentos vayan aumentando atrás de la inflación y a veces un poco más que la inflación. Pero hace unos diez días el gobierno nacional se reunió con las cámaras de la industria farmacéutica y se firmó un acuerdo por sesenta días donde los precios de los medicamentos van a aumentar, pero un punto menos de lo que sea la inflación de ese mes”.
Indicó que, durante la reunión en la que se rubricó el acuerdo entre el gobierno nacional y las distintas cámaras farmacéuticas, se consensuó un programa para las personas que no cuentan con seguridad social o prepaga y expresó: “Se llama Pacientes Cuidados y las farmacias están adhiriendo y va a haber un vademécum con un treinta y cinco por ciento de descuento. Las personas que no pueden acceder al medicamento y tienen que ir y comprarlo de contado, accediendo a una receta con un mecanismo que va a alcanzar a los médicos y a los hospitales van a poder acceder a este programa que tiene un vademécum importante, porque cubre las monodrogas de mayor demanda y mayor necesidad”.
Colotto afirmó que “el consumo de medicamentos se mantuvo y lentamente creció, los índices que nosotros tenemos basados en la venta nacional de la industria farmacéutica marcan que cada día se venden más medicamentos”.
Del mismo modo recordó que “cuando estábamos en el foco de la pandemia había como un miedo y una sensación de inseguridad y nos bombardeaban con algunos productos que aumentaban la parte inmunológica de los pacientes y se consumió bastante, al punto que hubo mucha falta de medicamentos por el gran consumo. Después lentamente la situación se fue normalizando, pero el consumo siguió igual”.
Para el profesional, “la industria ha tenido ese bache de una gran falta de medicamentos y algunos siguen faltando. Y en muchos casos no depende de la industria sino de las drogas que vienen de otros países, fundamentalmente de China”.
El caso de los créditos UVA
Sobre todo como consecuencia de la pronunciada inflación de julio -aunque el incremento en este caso venía atacando el bolsillo de los tomadores de crédito desde hacía varios meses- se tornó “desesperante la situación de los vecinos que compraron viviendas con créditos UVA”, tal como indicó este diario en un titular.
La situación económica del país -junto con las características propias del sistema- ha llevado, en el último tiempo, a una situación realmente desesperante a los tomadores de créditos UVA.
En algunos casos las cuotas mensuales, en el término de cuatro años, se han multiplicado por siete.
Mientras la inflación continuaba su estrepitoso ascenso, los salarios se pauperizaban mes a mes y los precios de los insumos más básicos crecían a diario, muchos azuleños -aunque la situación se calca en todo el país- admitieron entonces que ya no podían afrontar las cuotas. [Se aclaró entonces al lector: los créditos hipotecarios UVA fueron implementados durante la presidencia de Macri y consisten en un préstamo en pesos ajustable por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER) -que refleja la evolución del índice de precios al consumidor- y que está expresado en Unidades de Valor Adquisitivo (UVAs). Este sistema de crédito fue presentado en 2016 bajo el lema “ahorrar en ladrillos”].
¿Cuál era la situación de los tomadores de crédito? EL TIEMPO realizó el correspondiente informe testimonial. Por ejemplo, Silvia Menchaca detalló su situación: “Comenzamos pagando una cuota de 10.000 pesos y hoy es de 65.000 y aumenta todos los meses. El día que fuimos a presentar los papeles, en el año 2018, preguntamos cuánto iba a aumentar por mes la cuota. Un empleado en el banco nos dijo “a lo sumo 200 pesos… “. ¡Era un chiste, supongo! Hoy pagamos tremendos intereses. Un crédito usurero en donde los bancos hicieron fortuna. ¿Confiamos en Macri? ¡No! Pero nos arriesgamos y hoy pagamos las consecuencias. En Azul faltan viviendas. Cómo nos hubiera gustado que se haga el barrio Procrear o el de “Terreno y Construcción”, como en Tandil, pero acá en este pueblo todo es complicado. Queremos pagar nuestras casas, pero con una cuota acorde. Ojalá hagan algo para ayudarnos”.
En este caso, de un crédito tomado en 2018 por un total de 1,7 millones de pesos, al valor actual de la cuota (56.928 pesos), y observando que contempla un total de 360 cuotas -de las que se han abonado hasta ahora unas 50-, se concluye que la deuda asciende a unos 17 millones de pesos. Es decir, prácticamente 9 veces más del valor tomado mediante crédito UVA. Pero tampoco este es un número real, puesto que los 56 mil pesos actuales de la cuota, continuarán aumentando, prácticamente, mes a mes.
Juan Luis Benavente indicó que “en diciembre del 2017 yo saqué un crédito por 1.700.000 pesos. Empecé pagando en febrero 8.000 pesos de cuota mensual, cuando el índice UVA estaba a 14 pesos. Luego de casi cinco años, hoy está en aproximadamente 147 pesos, por eso es que se han ido tanto los créditos, más la inflación. Yo saqué 1.700.000 y estaba debiendo entre 10 y 12 millones de pesos. En el último año no he querido mirar porque no quiero amargarme al ver cuánto es lo que debo. Hasta ahora he podido pagar, pero yo soy jubilado de Policía y ahora estoy pagando 66.000 pesos. Aumentó 3 mil pesos del mes pasado a este”.
Isabel Desiderio, vecina de Chillar, explicó su situación: “Soy jubilada municipal. En diciembre se cumplirán cinco años que saqué el crédito UVA. Comencé pagando 9.000 pesos. El primer tiempo fue bastante llevadero, pero ya hoy por hoy me está colmando; estoy pagando más de 60.000 pesos por mes y se torna imposible. Quiero agradecer todo lo que se pueda hacer por nosotros. Por mi edad -tengo casi 70 años- mi crédito es a 10 años y se me pone realmente fea la situación”.
A modo de referencia, 100 pesos en octubre de 2018 aproximadamente equivalen hoy a 515 pesos. El incremento ha sido, entonces, del 415 por ciento, si se toman en cuenta los cálculos del INDEC.
El Índice de Precios a Nivel General y de sus componentes, según datos del INDEC, ha sufrido los siguientes incrementos: 47,6% en 2018; 53,8% en 2019; 36,1% en 2020; 50,9% en 2021 y 16% en el primer trimestre de 2022.
Dos datos permiten completar este cuadro de situación: en los primeros siete meses del 2022 la inflación acumulada llegó al 47%. Por su parte, la tasa de inflación interanual fue del 72%. Todo ello impacta directamente en la situación de los tomadores de créditos UVA. La situación sigue sin resolverse.
En el camino
Por el impacto inflacionario, cada vez “se va quedando más gente afuera”, fue un título de mediados de septiembre de este diario, al abordar nuevamente el tortuoso tema de la inflación.
El proceso de crisis deja en el camino, mes a mes, a un mayor número de ciudadanos. La búsqueda de una solución, hasta el momento, ha dado resultados insatisfactorios.
Aunque se refiere oficialmente una inflación interanual de poco más del 78%, algunos productos de primera necesidad ya superaron el 100% en tan sólo un mes y aún restaba otro trimestre para concluir el año.
Se confirmaba entonces la regla observable en cualquier otro proceso inflacionario: “Lo que sube de precio, no baja”. En el actual contexto, resulta difícil realizar cualquier proyección a nivel familiar. Se denunció nuevamente en ese momento que no había precios de referencia, que mes a mes quedaba “más gente fuera” del sistema y una docente llegó a afirmar: “Me sobran muchos días del mes después del cobro”.
Uno de los titulares de la tradicional maderera local, Guillermo Walder confirmó por entonces, que “los precios han ido aumentando. Si tomamos enero 2021 a enero 2022, a nosotros nos aumentó el 79,8%, contra el Gobierno que anunció una inflación del 53%”.
Un cálculo realizado sobre 22 productos le permitió establecer que “la inflación nos está dando 74,7%, si tomamos el período de enero pasado a la fecha”.
Walder puntualizó que “desde principios de enero a mediados de este mes, el promedio de inflación nos da un 74,7%. Ningún artículo bajó, todos aumentaron; algunos el 60%, otros el 100%, en lo que va del año”.
Destacó que “esto viene impactando desde hace rato; es decir, cada vez se va quedando más gente afuera, gente que no puede hacer las cosas que quiere. Quien necesita hacerlas imperiosamente, de alguna forma se acomoda, o hace menos. Hablamos de un sueldo medio a bajo. Cuando el sueldo es de medio a alto, o tienen trabajos extras, esa gente sí está tratando de llegar. No se hacen grandes obras. Por ejemplo, las casas completas se hacen con mucho ahorro, con crédito Procrear -que ahora se cortó acá- o incluso vendiendo el auto”. pero no son los casos más habituales de ver hoy en día.
Por caso, Walder comparó que “antes el Ahora 12 estaba al 15% anual y ahora está en el 35%. Si tenemos una inflación del 70%, el 35% parece que conviene, pero lo que piensa la gente es en poder o no hacerlo”.
Dijo que “los créditos en banco se encarecieron mucho. Un crédito que en diciembre pasado estaba al 29%, cuota fija, y ahora ese mismo crédito está al 60-64%. Con eso no se puede comprar mercadería, cuesta hacer inversión”.
Por su parte, Marcelo Fassone, consultado por este diario, opinó que “la inflación se ha sentido muchísimo, porque en el rubro de la construcción ha sido mucho más que el índice que se va publicando mes a mes. Ahora parece que se han tranquilizado un poco los precios, pero en el interín con el cambio de ministros de Economía, hubo grandes subas. En promedio, entre un 15 y un 20% en un mes en algunos productos”.
Uno de los responsables de la tradicional Casa Fassone explicó que, en cuanto a otros materiales, “que venían con materia importada, subieron hasta un 54 y un 60%, los cuales se hicieron casi prohibitivos para la gente”.
Observó que “se nota la diferencia que hay entre la suba de los salarios y lo que aumentaron las cosas. Realmente es un rubro que estaba andando bien y que ahora se ha venido un poco abajo precisamente por ese tema. Esperemos que se tomen medidas acordes como para que se reactive, no sólo este rubro sino todos los demás y que podamos salir adelante, en lo posible, antes de fin de año, para que la gente pueda seguir adelante con todos sus proyectos”.
Signos de alarma
“En Azul hay signos de alarma por el sostenido incremento inflacionario”, fue otro titular de este diario, a poco de iniciarse el último trimestre del 2022.
El presidente del Centro de Almaceneros de Azul aseguró que “esta inflación es agobiante. El sector está muy preocupado porque realmente, hoy por hoy, no está siendo para nada bueno el momento. Todo lo contrario: si hoy salimos empatados gritamos y damos las hurras”. En efecto, Claudio Tiso, dijo que “estamos en una situación harto complicada. La inflación es cada vez más fuerte. Y sabemos que el 7% [de agosto] es mentiroso, que en realidad es mucho más y, sobre todo, en los alimentos. Todo aumenta entre un 12, un 15, un 18 y a veces hasta un 20%. O, como el caso del aceite, en la última semana pasó el 100%, al sacarles los subsidios, como también nos pasó hace un mes con el azúcar, que aumentó un 100%”.
En tanto, confirmó que “la inflación interanual nuestra ya superó ampliamente el 100%. Con ese panorama realmente es desalentador y en el sector, la verdad no sé cuántos quedaremos de pie, porque realmente es muy complicado”.
Sin mejorías
Diciembre comenzó sin mejorías y el panorama de crisis se profundizaba en algunos planos, por la escalada inflacionaria, y las obligaciones salariales y tributarias que se debían cumplimentar.
Aún hoy, al finalizar el año 2022, los aumentos en el rubro de la alimentación no se detienen, como así también impactará el “acuerdo” de naftas, un 16% que terminará pagando directamente el consumidor en el período estival. Los alquileres se disparan mes a mes, con renovaciones que alcanzan el 80%, a lo que se suma la escasez de oferta.
Desde el sector comercial, sin ocultar la angustia, se admite que “lamentablemente, las ventas han bajado” ya que “estamos en un tobogán que no para”.
Con respecto a algunas de las medidas de índole económica adoptadas en las últimas semanas, se afirmó que la merma se suma “al nuevo programa de ‘Precios Cuidados’, que no está surtiendo efecto. Todo lo contrario. Todo sigue aumentando”.
El secretario gremial de la Asociación Empleados de Comercio de Azul, Sergio Cornec, en cuanto a la situación del comercio, sostuvo que “no se ha visto mejora de nada. Con respecto a la inflación, los aumentos son semanales. Todo viene encadenado, se van dando uno tras otro”.
El dirigente mercantil azuleño afirmó que “el comercio ya hace mucho tiempo que viene sufriendo un estancamiento que es muy preocupante, también a futuro, pero esperamos que se revierta la situación”.
Alquileres, al rojo
En noviembre pasado, el índice nacional implicó un aumento del 73,12% para quienes debieron renovar sus alquileres ese mes. Para diciembre-enero, se estimaba que el guarismo llegaría al 80%.
Fuentes consultadas por este diario en el ámbito inmobiliario local, precisaron que “en las renovaciones de alquileres, está todo el mundo a merced de la decisión del propietario del inmueble”.
Esto implica que “el nuevo valor lo fija el propietario, pocas veces lo hace la inmobiliaria”. De ello se desprende el interrogante: ¿Cuál es el nuevo valor, al no existir hoy valores de referencia? Respuesta: “La expectativa del propietario”, se afirmó, ya que son quienes dicen: “Lo mío vale tanto y punto. El 99% de los propietarios están con valores por arriba de la expectativa de inflación proyectada, y eso es criminal para los locatarios”, se indicó a EL TIEMPO.
Con respecto a la modalidad del contrato y ante una consulta en ese sentido de este diario, se indicó: “Los contratos son a tres años y la actualización es por año. Hacer aumentos semestrales es ilegal”.
De todas maneras, es lo que acontece y se registra cotidianamente en nuestra ciudad.
¿Un mejor horizonte?
Los comerciantes en general -quienes trabajan básicamente con lo que se considera “canasta básica” y que resulta lo último que las personas pueden dejar de consumir- observaban que, en el plano económico, las implementadas a nivel nacional “son las mismas recetas y los mismos fracasos de siempre. No hay ninguna innovación para frenar la inflación”.
Por ejemplo, el acuerdo de naftas mencionado antes: se estableció un incremento en cuatro tramos, del 4% mensual (16% en total, entre diciembre de 2022 y marzo de 2023). Los comerciantes admitieron, lisa y llanamente al ser consultados por este diario que “cada 4% se traslada automáticamente. Lo pagamos nosotros y, por ende, lo paga el consumidor final”, aspecto que sumará tensión a la escalada inflacionaria que ya se preanuncia para el 2023. Ya rige un acuerdo legislativo que incrementará las tasas municipales un 60% en cuatro tramos, aunque el pretendido por el Ejecutivo habría sobrepasado el 150% más la cuota 13, que esta vez no se autorizó en el Concejo Deliberante. Mientras estas hojas comiencen a circular, estarán llegando a los domicilios las boletas con la segmentación tarifaria, tanto energética como gas, aunque en el ámbito del comercio y las empresas ni siquiera se pudo imaginar de cuánto será el nuevo porcentaje vigente.
¿Se avizora un mejor horizonte para el 2023?
A decir verdad, y por los números que ya se van conociendo en diversos rubros -el que mencionamos de naftas es sólo un ejemplo, ya que desde enero regirán nuevas tarifas en transportes, servicios telefónicos, etc.- cada vez son menos los optimistas en este sentido. De nuestra parte, continuaremos este nuevo año describiendo el comportamiento económico, en cada sector de la comunidad, tal como lo hacemos desde hace (casi) 90 años.